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La horticultura abre caminos en el Valle | ||
La importancia de la horticultura en la economía regional es un dato que suele escapar a los análisis vinculados con la historia de la fruticultura a pesar de que, gracias a pequeñas, medianas y enormes extensiones de huertos, cientos de productores han iniciado su camino en la fruticultura. Con sus verduras han podido comprar sus primeras parcelas, hacer frente a las crisis intermitentes que tuvieron el país y la región o equilibrar los números familiares. Atento a estos datos, a los que sumó pasión y conocimiento, el ingeniero Wolfschmidt se sumergió en el mundo de la horticultura. Su inmersión es algo particular, pues está en el origen del proceso. Hace una década construyó el vivero de plantines hortícolas más importante de la región, único en su tipo. "Llegar a este vivero fue todo un camino relata. Tuve mi primer invernáculo en 1977 y en 1986 hice mi primer viaje a Europa para perfeccionarme. Fui a la zona de Almería, España, para aprender sobre la producción de tomates. Almería es como la California europea; entonces había como 20.000 hectáreas de invernaderos de tomates, invernáculos de polietileno y madera, igual que los que conocíamos acá". "Estuve una temporada en Almería con mi esposa, Susana Michetti, y mi hijo. Regresé con la cabeza llena de proyectos. Ya había incorporado el riego por goteo; eso fue en 1983, mi vivero fue pionero en su uso. A eso sumé otros adelantos y desde entonces trato de mantenerme siempre actualizado. En 1988 volví a Almería con 30 productores, invitados por las semilleras. En ese viaje vi que habían empezado a hacer viveros metálicos, calefaccionados con gas y automatizados. A mi regreso, yo también pasé de la madera al metal (caños tubbing de rezagos petroleros que compraba en remates de YPF) y a incorporar cada vez más tecnología". En 1992 Ernesto realizó otro viaje para aprender hidroponia. Hizo 6.000 m2 de tomate en arenoponia (arena de río), experiencia inédita en la zona. Fue todo un éxito que el mercado arruinó. "Empezó fuerte el supermercado, que imponía variedades (como el tomate Larga Vida) y pagaba con cheques a 60 días. La producción, desde entonces y bajo estas presiones, comenzó a no ser rentable y decidí cambiar. En esa época, 1995-'96, la chacra tampoco andaba bien, así que hice una apuesta fuerte en algo nuevo: inicié la producción de plantines hortícolas. En la zona no había nadie que los hiciera; de hecho, se compraban en Mendoza. Había una demanda muy fuerte de las fábricas para comprar variedades híbridas. Las semillas son costosas y había que ser eficientes en la germinación, y yo lo hacía bien. Siempre digo que "san Maxiconsumo" me salvó. Esa fue la única fábrica que continuó, en momentos en que Parmalat y otras cerraron. Maxiconsumo me compró los plantines de tomate para sus productores y esta actividad solventó la chacra durante los años malos de la convertibilidad y me permitió crecer. Hoy tengo tres hectáreas de invernadero". Ernesto abastece a "horticultores de fresco" con plantines de tomate, morrón, berenjena, ají, cebolla, lechuga, apio, brócoli, repollo, coliflor, ajo puerro, melón y zapallo. "La demanda fuerte explica arranca en junio con el plantín de invierno, el que usan los horticultores que trabajan en invernáculos. A partir de setiembre ya hacemos el plantín para campo. Eso se trabaja fuerte hasta fines de noviembre". A lo largo de esos meses salen permanentemente camiones rebosantes de bandejas con plantines desde el vivero hacia distintos rincones del país. Durante los primeros años, el silencio vegetal que mediaba entre diciembre y mayo perturbó a este agrónomo laborioso e inquieto. Entonces gestó un proyecto nuevo ."Se me ocurrió que podía usar esos meses ociosos y aposté fuerte a la producción de lechuga manteca para abastecer a la región. La calidad de la lechuga es extraordinaria, por lo que tuvimos una gran demanda". Pero Wolfschmidt no se detiene en sus éxitos, y hoy germina nuevas ideas. |
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