La mayoría de los operadores de la extendida y atomizada cadena de la carne vacuna aspira a que se vuelva a las reglas del mercado para fijar precios en todas las etapas de la comercialización y, como resultante, asignar inversiones. Estas determinarán en el corto y largo plazo, los volúmenes a producir, o sea el tamaño de la oferta, mucho mejor que cualquier funcionario o dirigente sectorial desde un escritorio. Aunque parezca paradójico, los consumidores también están más protegidos en el marco donde el mercado rige. Un aumento en el precio de la carne vacuna emitiría señales para reducir la demanda permitiéndoles, en poco tiempo, disponer de una oferta mayor de otras carnes de animales más eficientes en la transformación de granos forrajeros y de corto ciclo biológico, como pollos y cerdos, que en todo el mundo tienen un precio inferior. En muchos países desarrollados como Estados Unidos y Australia, la dieta incluye 100 kg por habitante, pero sólo 40 kg provienen del bovino. Al mismo tiempo, ante los precios alentadores, los ganaderos expandirían su producción, reteniendo vientres para destinarlos a la reproducción y animales jóvenes para engorde. La actividad muestra ciclos de mayor y menor oferta, y por ende de precios, ante la lenta respuesta del rodeo bovino frente a los cambios del mercado. En este sentido el Nobel de Economía, Paul Samuelson, que estudió el fenómeno, advirtió sobre la importancia del mecanismo de precios competitivos para superar esos desequilibrios. Por el contrario, mantener artificialmente una baja cotización de la carne vacuna alienta un innecesario mayor consumo, agigantando tensiones entre compradores y vendedores y finalmente frustrando a todos, frenando inversiones y poniendo un techo cada vez más bajo a la producción. En el actual marco de corte de exportaciones de carne existe una solución para salir del intervencionismo, contemplando la necesidad de la ganadería de retornar a las señales del mercado para no desaprovechar la creciente demanda mundial y la del gobierno de tener un control sobre los cortes con alguna incidencia en el índice de precios. Un conjunto de medidas que requiere de la anuencia de los principales actores de la cadena y de las autoridades y que se alinea con los objetivos del programa oficial para producir alcanzando, en cuatro años, los 3,6 millones de toneladas. Contar con un claro cronograma de desregulaciones y avances, anunciados a la brevedad y simultáneamente, superando disensos, es clave para recuperar la confianza de la actividad ganadera y de los castigados clientes internacionales. El planteo es mantener doce cortes a precios populares mientras se habilitan cupos crecientes de ventas al exterior hasta su liberación total a fines de 2007, al tiempo que se elimine el registro de exportaciones y se regrese paulatinamente a la situación de octubre de 2005 en materia de derechos y reintegros aduaneros para capturar el mayor valor del mercado. También hay que poner fecha a los pasos necesarios para la modernización de la distribución doméstica de carne y llevar adelante una activa gestión diplomática para abrir nuevos mercados. Estamos convencidos de que la base de cualquier progreso es dejar de concentrarse en la inmediatez, que hoy rige los continuos cambios de normativas, y emitir señales positivas hacia el mediano y largo plazo, algo que en una actividad de prolongado ciclo nunca se debe perder de vista. Nuestra propuesta, para establecer los mecanismos del mercado y desarrollar la ganadería, se sustenta en la legítima aspiración de forjar un país productivo, generador de empleo de calidad y en blanco, atractivo para los inversiones locales y extranjeras y que busque en la exportación fuentes genuinas de riqueza. Alzas significativas en las cotizaciones de porcinos El precio de los porcinos en pie registró alzas significativas en las principales categorías durante la semana comprendida entre el 18 y el 24 de diciembre último, según informó la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA). En ese lapso se vendieron 14.332 cachorros, capones y hembras sin servicio, todos ellos sin tipificación por magro, a un precio promedio ponderado de 2,15 pesos por kilogramo; 5,91 por ciento superior al valor pagado la semana anterior, cuando se comercializaron en total 17.694 animales. El valor máximo pagado fue de 2,64 pesos y el mínimo de 1,56 pesos, mientras que el peso promedio de los animales fue de 109 kilos, el mismo que en el período previo. De la misma categoría pero del tipo magro, que identifica a los de baja proporción de grasas, se comercializaron 24.399 ejemplares a un promedio ponderado de 2,35 pesos el kilo, valor 1,29 por ciento mayor al abonado hace una semana, cuando se vendieron 19.722 cabezas. Se pagó un máximo de 2,69 pesos y un mínimo de 1,93. Los animales vendidos en este período pesaron en promedio 104 kilos, peso idéntico al de la semana precedente. Las variedades magras representaron 46,73 por ciento del volumen total comercializado en esta categoría, mientras que la semana previa había sido 46,13 por ciento. En chanchas se operó también con fuertes alzas, dado que los 1.277 ejemplares vendidos –la semana anterior habían sido 681– cotizaron a 1,84 pesos el kilo, lo que implica una variación de 24,32 por ciento respecto de lo ocurrido en el período previo. El peso promedio de la semana fue de 204 kilos por cabeza contra los 194 de la semana pasada. En padrillos se comercializaron 140 animales contra 111 de la semana anterior y fueron vendidos a 1,77 pesos el kilo, 10,63 por ciento por encima de los 1,60 pesos abonados hace siete días. En el rango de lechones livianos se colocaron 7.614 animales a un precio promedio ponderado de 3,72 pesos el kilo, valor 1,36 por ciento por debajo del facturado por las 4.990 cabezas comercializadas durante el período precedente. El peso medio fue de 14 kilos, igual que lo sucedido en la semana precedente.
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