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Cierre de temporada con muchas

La actividad frutícola cierra un ciclo 2006 positivo.

Para la mayoría de los empresarios de la región, ésta fue la mejor temporada de los últimos cinco años.

Para los productores, la situación pareciera que es algo más compleja. La mayoría de ellos se quedó con un sabor amargo una vez conocidas las liquidaciones finales por la fruta que entregaron.

Por qué existe tanta diferencia entre un extremo y otro de la cadena si, en teoría, todo tendría que funcionar como un único sistema donde tanto el productor como el exportador deberían obtener utilidades que les permitan seguir creciendo en el mercado.

Pareciera que en esta actividad no todo es tan lineal.

Los productores insisten en que no hay una redistribución equitativa de lo que se genera en la fruticultura.

Los exportadores se es

cudan en el argumento de que ellos son sólo consignatarios de la fruta que reciben y que la misma es defendida de la mejor forma posible en el mercado.

Y en el medio de esto dos actores, el gobierno que intenta intervenir en la puja buscando respaldar el eslabón

más débil de toda la cadena: el productor. Pero esto tiene sus riesgos y más aún en un país que ingresa en un año electoral.

Todos quieren participar. Todos opinan aunque muy pocos entiendan por dónde pasa el comercio frutícola.

Desde el gobierno nacional, se presiona sobre el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) para que los precios mayoristas no suban en un momento en que la estacionalidad del producto no permite abastecer sostenidamente al mercado y esto, naturalmente, repercute sobre los precios.

Los supermercados están virtualmente 'intervenidos' por la Secretaría de Comercio Interior para que la manzana no sobrepase los 1,99 pesos por kilo en la góndola. Las empresas entonces, comienzan a reorientar su oferta hacia las verdulerías o tiendas especiales donde los precios finales de la manzana ya tocan los 7 pesos por kilo (ver más información pág. 4). En definitiva el gobierno no logra contener los precios al consumidor y genera distorsiones en el mercado que terminan perjudicando a toda la cadena comercial.

Si bien ya muchos sectores que acordaron precios máximos le tomaron 'el punto' al titular de Comercio Interior, Guillermo Moreno, trascendió que el funcionario estudia una nueva ofensiva sobre los precios para el año que viene. Y la manzana no está fuera de este estudio.

Según pudo saber "Río Negro Rural", desde la Secretaría que comanda Moreno existieron esta semana dos importantes reuniones con asesores de la cartera de Economía, en las que se evaluó la posibilidad cierta de incrementar a partir del 2007 las retenciones a las exportaciones. Fuentes de Comercio Interior aseguraron que "los acuerdos de precios no están siendo respetados y que ya se están evaluando las medidas a tomar para que los mismos cumplan con sus objetivos". Si bien no hay nada oficial todavía, en estas pri

meras reuniones los funcionarios del área de Economía evaluaron el impacto que podría generar sobre la manzana incrementar en 5 y 10 puntos los actuales niveles de las retenciones.

Sin lugar a duda poner en marcha por parte del gobierno nacional un mecanismo de 'chantaje', como se está haciendo hoy con la carne, no sólo no solucionará los problemas de precios existentes en el mercado interno sino que profundizará la crisis que atraviesa parte de la cadena comercial de todo el sistema frutícola.

 

PRESION LOCAL

 

No sólo desde el gobierno nacional se intenta intervenir el mercado. La provincia de Río Negro está apuntando todos sus cañones para que los empresarios avalen el precio sostén que salió de la Mesa de Contractualización (sic) esta semana (ver recuadro adjunto).

El tema impositivo terminará por definir a los empresarios. Si las frutícolas no acceden a firmar en conformidad este precio sostén, quedarán fuera de la exención impositiva con la que hoy cuentan. Esto quiere decir que existirá una transferencia de recursos por algo más de 20 millones de pesos desde el sector privado al fisco provincial.

"Esto no lo pagamos nosotros, lo termina pagando la fruta. Eso es lo que hay que terminar de entender. Más

carga impositiva no repercute en las empresas, termina siendo una carga sobre la pera y la manzana. Y esa carga significan menos retornos para todos, no sólo para los empresarios", comentó en tono muy crítico un empresario regional al ser consultado por el tema.

Desde la legislatura provincial se avanza en la ley que pone un techo al descarte de fruta que se orienta a los galpones. El espíritu de esta ley apunta a defender a aquellos productores que protestan cuando su fruta pasa por la máquina y consideran que se les hace un descarte excesivo. "Esa es la variable de ajuste que tiene las empresas a la hora de darnos la liquidación final", confió un importante productor de la Cámara de Cipolletti.

A todos estos mecanismos de intervención, como para no quedar fuera del año electoral en el que nos encontramos, esta semana salió el candidato a gobernador por el Frente para la Victoria, Miguel Pichetto, junto con un grupo de asesores a decir que el precio que se le debe pagar al productor debe ser un porcentaje del valor FOB que las empresas declaran por la fruta.

El valor FOB es un precio de referencia de la fruta puesta en el puerto, que el Estado toma para el pago y liquidación de impuestos. Es un precio que hasta hace poco ponían las empresas y hoy compulsivamente coloca el fisco nacional, por lo que genera año tras año problemas.

El valor FOB es referencial. Se declara en enero para la salida de la pera, por dar un ejemplo cualquiera, sin tener en claro si esa fruta se termina vendiendo a un precio mayor o menor tres meses después en el mercado. Hace dos temporadas, Rusia entró en crisis. La fruta terminó

dando en mayo y junio retornos altamente negativos en ese mercado. Los precios FOB declarados en ese entonces, tres y hasta cuatro meses antes de saber los resultados de ventas en la temporada, terminaron siendo 50% superiores a los que en definitiva pagó el mercado. Este es sólo un ejemplo de las debilidades que presenta esta alternativa de la oposición. En principio, suena poco razonable pensar en un mecanismo de estas características para un sistema frutícola como el que presenta el Valle de Río Negro y Neuquén.

No caben dudas de que el que se avecina será un año difícil para la fruticultura. Muchos más actores participarán en definir el reparto de la riqueza que genera el sistema. Se ingresa en un año electoral, y en él habrá presiones para un mayor intervencionismo. En definitiva, con mercados sostenidos, los verdaderos problemas del sector se centrarán en el ámbito local. (J.L.)

Para el 2007 se esperan más intervenciones en el mercado.

Temor por represalias que evalúa el gobierno.

dudas

La contracara

La mayor parte de los empresarios terminarán por estampar su firma en la Mesa de Contractualización (sic) y se comprometerán a pagar los 0,17 dólares por kilo de fruta entregada por los productores. El 'chantaje' impositivo no les da mucho margen de acción, especialmente a aquellas empresas que orientan parte de su fruta al mercado interno.

Por otra parte, el mercado hoy permiten pagar estos 0,17 dólares. El problema está, como sucedió el año pasado, en los límites que pondrán las empresas a la hora de comparar la fruta. Quedó confirmado en esta temporada que los mecanismo de precios sostén terminan por excluir del sistema a aquellos productores sin escala y que tienen fruta con problemas de calidad. El año pasado, los empresarios pagaron lo que firmaron pero exigieron sólo fruta de alta calidad. No quieren ni pueden correr el riesgo de pagar a un precio una fruta que después no logre valores rentables en el mercado. Y esto sólo se logra con fruta de calidad y calibres adecuados.

Este año puede pasar exactamente lo mismo. Pocos serán los empresarios que se arriesguen a pagar 0,17 dólares por una fruta de segunda calidad que pueda ser destinada, por ejemplo, al mercado interno.

La ganadería, lejos, lo peor

La retracción de precios que sufrió el sector ganadero durante el 2006 afectó sensiblemente los ingresos de los productores.

Teniendo en cuenta la estadística oficial, los terneros perdieron en todo el año cerca del 7% mientras que los novillos ganaron 5% del precio con el que partieron a principios de año. Para los distintos operadores del mercado, la ganadería fue sin dudas, la inversión que menos rindió en el campo respecto de otras alternativas.

La intervención oficial en el mercado de la carne, ante la necesidad de cortar los aumentos de este producto en la góndola, hizo que el malhumor del productor se fuera incrementando en directa proporción a las pérdidas generadas por mantener las vacas en el campo.

Ante esta situación muchos ganaderos optaron por cortar sus inversiones previstas de mediano plazo para aumentar sus stocks, reorientando estas a los granos que dieron márgenes mucho más importantes de ganancias durante todo el 2006.

Otros productores optaron por esperar y, ante las dudas de reinvertir en el campo, volvieron a volcar sus fondos al ladrillo o papeles en la Bolsa que terminaron por dar altas tasas de rendimiento.

Al comparar la perfor

mance que mostraron varios productos agropecuarios e indicadores económicos durante el 2006, saltan a la vista los motivos por los que muchos productores nada quieren saber con la inversión ganadera. En definitiva, el gobierno logró sostener los precios estables de determinados cortes en las góndolas para el corto plazo, pero a un costo altísimo que repercutirá en la actividad y luego en el consumidor en el mediano y largo plazo.

Los productores que no liquidaron stocks y mantuvieron las dos categorías claves para el desarrollo de la actividad (terneros y vaquillonas) vieron los precios de sus productos bajar entre el 3 y 7% en todo el año.

Si estos ganaderos hubieran realizado las ventas de estas cabezas y destinado esos fondos al mercado de

capitales o la construcción, las ganancias reales hubiesen superado holgadamente el 20% en estos doce meses del año.

Según distintos analistas del sector, para el 2007 se espera que la ganadería pierda entre el 4 y 5% de su superficie en producción (unas 20 millones de de hectáreas) que serán reorientadas la producción de granos en función de los buenos precios logrados por los commodities.Esto sin duda repercutirá sobre la oferta de carne disponible, por lo que habrá que esperar mayores distorsiones sobre los precios de la carne en la góndola.



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