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\"Soy prisionero de mi propio cuerpo\" | ||
El italiano Piergiorgio Welby, que padecía una enfermedad incurable y que desde hace meses peleaba por ser ayudado a morir, falleció en la noche del miércoles ayudado por un médico, hecho que generó fuertes y encontradas reacciones ante un acto que obligará a abrir definitivamente el debate acerca de la eutanasia en el país. Un médico confesó haber desconectado el respirador al que estaba conectado Welby, quien sufría desde hace más de 40 años de una atrofia muscular y desde hacía diez era mantenido con vida con un respirador artificial. Mario Riccio, médico anestesista, indicó en una rueda de prensa convocada por el Partido Radical Italiano, que apoyaba la decisión, que "era claramente el deseo de Welby (que se desconectara la máquina) y (yo) no veía ningún obstáculo". Para Riccio "no es un caso de eutanasia o de ensañamiento terapéutico, que es un concepto subjetivo" uno de los supuestos que en estos días ha llenado los debates, sino que "era un situación de rechazo del tratamiento". Welby estaba paralizado desde hace años, se alimentaba y respiraba de manera artificial y sólo quería una cosa: morir. Durante días, su imagen aparecía en los diarios italianos y en los noticieros de televisión: un hombre de 60 años, atado a la cama debido a una atrofia muscular incurable, el rostro tieso, la mirada desesperada. "Soy prisionero de mi propio cuerpo", le hizo saber al presidente Giorgio Napolitano y añadió: "Pronto ni siquiera voy a poder entrar en contacto con el mundo con mis propios ojos". Toda Italia siguió el drama y sufrió junto al romano. Hace mucho que la gente no se conmovía así con un tema. "Esta es la guerra de Piero", escribió un diario. En 50 ciudades hubo vigilias en la noche del sábado por el enfermo y su deseo de morir se transformó pronto en un tema político. La ministra para Europa, Emma Bonino, hizo una huelga de hambre de dos días a principios de diciembre para apoyar a Welby en su lucha. Frente a los ojos del Vaticano se está ante una dura disputa a favor y en contra de la eutanasia. Un tribunal civil en Roma rechazó la petición del enfermo: aceptó que en principio tiene derecho a interrumpir la terapia y apagar los aparatos que lo mantienen con vida, pero señaló que por desgracia no hay ninguna ley que lo permita. La fiscalía de Roma presentó un recurso contra la decisión del tribunal civil, pero la muerte ya canceló el debate judicial, aunque no el político, ético y filosófico (ver aparte). El camino de sufrimiento de Welby fue largo: los primeros signos de la debilidad muscular surgieron cuando tenía 16 años. Durante mucho tiempo las peores consecuencias estuvieron bajo control, después llegó la silla de ruedas y, desde hace diez años, Welby respiraba de forma artificial. Los mensajes los enviaba al exterior mediante una computadora. La enfermedad era irreversible, la cura estaba descartada y, por eso, Welby decidió actuar. "Lo que me queda no es vida. Sólo es aferrarse terca y absurdamente a la mantención de las funciones biológicas". Todo lo que pretendía Welby era "la misericordia de la eutanasia". El dilema es que en Italia no es legal ni la eutanasia activa ni la pasiva y, según los medios, el galeno que lo atendió arriesga ahora hasta 15 años de cárcel por su acción. De hecho el partido democristiano UDC, a través de su diputado Luca Volonté, pidió a "la autoridad judicial que arreste al culpable de este homicidio, sea castigado por las leyes del Estado y que no quede impune". Italia polemiza: ¿eutanasia o rechazo al tratamiento ?, luego de que un médico accediera al pedido del parapléjico Piergiorgio Welby y desconectara la asistencia que lo mantenía vivo, antes de un fallo definitivo de la Justicia.
DPA y otras agencias |
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