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Carpocapsa: ¿todos pierden?
Los resultados en su control son escasos y muchos lucran a partir de ello.

Según el trabajo: "Evaluación económica del impacto de la plaga carpocapsa en la producción de fruta de pepita en la región de la Norpatagonia" (Funbapa-Universidad Nacional del Comahue), el impacto económico negativo en la temporada 200l/2 llegó a u$s 37.000.000. A ello se debe agregar la incidencia en la fuente de trabajo ya que se estima una pérdida de 1.000 puestos de trabajo.

En estos últimos años los resultados no han sido superadores y es evidente que la carpocapsa constituye una verdadera espada de Damocles que no sólo nos afecta económicamente sino que pone en serio riesgo la actividad frutícola regional, si es que no somos capaces de encontrar los mecanismos adecuados para su control.

Ahora, uno se pregunta: ¿es controlable la plaga? Muchos productores demuestran que es posible, pero ¿qué factores debemos corregir para lograr mejores resultados? Ante esta pregunta muchas serán las opiniones, pero si tuviéramos que sintetizarlas yo creo que lo fundamental es tener una buena gestión. Gestión que debe ser óptima partiendo desde las estructuras públicas tanto nacionales como provinciales, los organismos técnicos, los empresarios y los productores. Sin esa gestión adecuada, de poco servirán todos los programas que se realicen. ¿Acaso no alcanza con observar qué pocos avances hemos logrado luego de varios años de programas, subsidios y diversos tipos de ayuda?

Parecería que algunos funcionarios consideran que con repartir dispensers vamos a controlar la plaga o, como dijera un conocido productor, el avance burocrático hace pensar que la plaga la podemos controlar haciendo cada día más papeles en las chacras.

Si bien es cierto que los daños producidos por la plaga inciden en la economía de la región, no podemos dejar de mencionar que para algunos se ha convertido en una buena alternativa, particularmente como fuente de trabajo y para otros como un muy buen negocio por la venta de insumos.

En lo que hace a quienes tienen su actividad laboral vinculada a la plaga, si bien es cierto que son necesarios para implementar los trabajos y los programas, lo real es que se generan estructuras muchas veces demasiados burocratizadas y realmente esto tampoco ayuda a lograr los avances mínimos en función de los costos operativos que demandan.

En lo referente a quienes realizan buenos negocios con la plaga, obviamente los mayores beneficiados son los laboratorios proveedores de insumos para su control.

Para ellos el mejor resultado, como para cualquier actividad económica que tienda a obtener réditos positivos, es que los buenos negocios continúen y para esto es importante que la plaga siga existiendo.

Finalmente queremos recordar lo que expresara sobre este tema el profesor Robert Van Den Bosh, quien fuera director de la División de Control Biológico en la Universidad de California, Berkeley en su libro "La Conspiración de los Pesticidas": "En realidad, el imperativo comercial adquirió una influencia tan aplastante en el sistema de control de pestes que se burla totalmente del manejo científico de las pestes. En otras palabras, el control de las pestes se transformó más en una cuestión de movimiento de mercaderías que en la matanza de bichos. Como tal ha asumido las principales características del mercado, feroz competencia entre los productores de materiales patentados y de fórmulas de pesticidas para una repartición del mercado, intensa publicidad de los productos por parte de las diversas empresas y el empleo de una gran fuerza de ventas para promover la mercadería".

"Como resultado de todo esto, el control de las pestes se transformó en un enorme negocio".

EDGARDO KRISTENSEN *

 

(*) Productor frutícola



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