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Poesía argentina de Raymond Carver | ||
De su paso por el país quedaron algunos poemas con el sello del sur. Hasta ahora permanecían inéditos en castellano.
Desocupado Los que eran mejores que nosotros vivían cómodamente en casas recién pintadas con inodoros a botón en todos los baños. Manejaban autos de modelo y marca reconocibles. Los que no tenían trabajo estaban apenados, no les iba bien. Sus autos extraños estaban estacionados sobre cajones, al fondo de casas polvorientas, donde se amontonaban infinidad de objetos inútiles. Los años pasan y todo y todos son reemplazados. Existen siempre, es lo que dicen, nuevas oportunidades. Pero, para decir la verdad, a mí nunca me gustó el trabajo. Mi objetivo era permanecer desocupado. Ese era mi mérito. Me gustaba la idea de sentarme en una silla, hora tras hora, frente a la casa, sin hacer nada con un sombrero sobre mi cabeza y tomando una gaseosa. ¿Qué hay de malo en eso? Fumar, escupir de vez en cuando. Tallar madera con mi cuchillo. ¿Hay daño en esto? En ocasiones salgo con mi perro a perseguir conejos. Tenés que hacerlo alguna vez. A veces levanto a un chico gordo y rubio como yo, diciéndole: "¿De dónde te conozco?". Nunca digas: "¿Qué querés ser cuando seas grande?".
(Traducción: Esteban Moore)
Donde el agua se encuentra con otras aguas
Me gustan los arroyos y su música. Y los riachos en los claros del bosque y en las colinas, antes que se conviertan en arroyos. Quizá me gustan tan intensamente por su intimidad. Pero, ¡casi olvido decir algo de las fuentes! ¿Puede haber algo más maravilloso que un manantial? Pero los grandes arroyos ganan también mi corazón. Y aquellos lugares donde desembocan en los ríos. Y las bocas abiertas de los ríos, donde se reúnen con el mar. Lugares donde el agua se encuentra con otras aguas. Esos lugares brillan en mi mente como lugares sagrados. ¡Y esos ríos de la costa! Los amo como algunos hombres aman a los caballos, o a las mujeres llenas de encanto. Hay algo especial en estas aguas frías y rápidas. Sólo mirarlas hace que mi sangre corra y que mi piel se estremezca. Podría sentarme y mirar estos ríos durante horas. Ninguno de ellos en especial. (Traducción: Edmundo Murray)
Lo que me dijo el doctor
El dijo esto no es del todo bueno el dijo en realidad es malo muy malo él dijo conté treinta y dos en un solo pulmón y dejé de contar yo le comenté que me alegraba porque no me hubiera gustado saber de uno solo más alojado ahí él dijo qué dijo no sé- y preguntó si yo era creyente si me arrodillaba en las grutas del bosque frente a la pequeña cascada de aguas cristalinas con el viento y la niebla soplando en mi rostro si me detenía a pensar y pedir comprensión en esos momentos difíciles yo le contesté que no pero que pensaba comenzar ese mismo día él dijo estoy verdaderamente apenado él dijo desearía tener buenas noticias para vos yo dije amén él dijo algunas palabras en voz baja yo no comprendí lo que decía y no sabiendo qué hacer y deseando que no repitiera sus palabras porque temía no poder digerirlas sólo lo miré por un larguísimo minuto y él me miró y fue cuando me levanté repentinamente y le di un apretón de manos a este hombre que me había dado algo que nadie me dio antes en esta tierra yo creo que incluso le agradecí siendo tan poderosa la fuerza de la costumbre.
(Traducción: Esteban Moore)
En la pampa esta noche
En la pampa esta noche un gaucho arroja desde un alto caballo las boleadoras hacia el atardecer, al oeste en el Pacífico. Juan Perón duerme en España con el general Franco, el presidente come asado en Asia... Me gustaría introducirme más profundo en las estaciones, convertirme en algo como un pino o como un reno, observar el lento esfuerzo y deslizar de los glaciares hacia los fiordos del norte, combatir esta némesis, este tiempo reseco. (Traducción: Edmundo Murray) |
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