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La colectividad austríaca y el Círculo Católico de Obreros | ||
Los padres de Pedro Jurcich hablaban en el dialecto austríaco y Pedro, al no tener hermanos y vecinos, aprendió primero la lengua materna y recién al llegar a la escuela el español. Le costó el primer tiempo, como a tantos de sus compañeros inmigrantes o hijos de inmigrantes que poblaron el Alto Valle. "Por suerte éramos muchos los extranjeros recuerda Pedro de su tiempo escolar y los maestros contemplaban esa situación. Aprendí a hablar, a leer y a escribir en español pero mis padres siguieron hablándome en dialecto, de modo que no perdí mi lengua de origen". En Roca no eran pocos los inmigrantes que venían de la zona de Austria, Croacia y Yugoslavia. Pedro, además, tenía otros familiares que los habían seguido en su derrotero de inmigrantes. Llegaron a Roca un hermano de su papá, Luigi y su mujer, Angelina, y luego unos primos. Había también otros vecinos que compartían la lengua de los Jurcich. "Había muchísimas familias austríacas acá en la zona relata Pedro especialmente para la zona del Establecimiento Canale y para la costa: apellidos como Ucucich, Saina, Flega, Paulicich, Bezich, y tantos otros. Lo bueno de mi infancia y de mi adolescencia, algo que lamentablemente se perdió, es la socialización que teníamos. Nos visitábamos con los amigos todos los domingos, un domingo en cada casa. Cantábamos canciones de nuestra tierra. Cantábamos durante toda la tarde. Todos los jóvenes aprendimos un extenso cancionero en dialecto. Hasta los 20 años participé de esos encuentros con gente de mi tierra, pero después me casé con una hija de italianos y ya dejé un poco de hablar la lengua de mis padres, aunque seguí frecuentando a mis amigos austríacos... Hasta 1980/82 nos reunimos con otros austríacos para cantar. Creo que fue ese año la última vez que vino un amigo que estaba en Buenos Aires a un encuentro que armamos en la región. Nos divertíamos muchísimo, comíamos y cantábamos... Eramos, además, austríacos de religión católica y también íbamos a misa todos los domingos". Este dato no será menor en la biografía de Pedro, puesto que sus espacios de encuentro estuvieron fuertemente ligados a su colectividad y al Círculo Católico de Obreros. La religión lo relacionó con este viejo club que funcionaba como una Asociación de Socorros Mutuos. "No estuve desde el comienzo relata Pedro me hice socio ya grande. Iba a jugar al truco y, sobre todo, a las bochas. Era muy bochófilo. Esto fue en el año '50. En 1953 me nombraron presidente y lo fui hasta 1957. Hice el primer torneo regional de bochas, después hice un galpón cerrado para las bochas y organizamos la Federación Bochófila; durante mi gestión también se inauguró la cancha de básquet. Por supuesto, teníamos a nuestro asesor espiritual que era el padre Murphy, salesiano, que estaba presente en todos los acontecimientos". "Todos los domingos almorzábamos en el Círculo Católico de Obreros relata Susana, una de las hijas de Pedro. Era nuestro club, otra familia, la de los amigos. Hacían un asadito, campeonatos de bochas, de básquet, jugábamos a las cartas... Era el tiempo con los amigos, amigos entrañables que tuvimos toda la vida", resume. (S.Y.) |
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