El Movimiento Popular Neuquino lleva casi 50 años en el poder. Es, entre todos los partidos provinciales o de “familias”, el más antiguo en el gobierno de una provincia. Cayeron los Saadi en Catamarca, los Romero Feris en Corrientes, pero el MPN sobrevive airosamente, con ventaja en el escalafón de antigüedad sobre los Rodríguez Saá de San Luis o los Romero salteños. Es probable que el fenómeno se deba a una “renovación” interna que en otras provincias no se produjo, ya que en 1991 la alianza familiar de los Sapag se quebró en beneficio de Jorge Sobisch. El nuevo jefe, quien a fines de 2007 cumplirá doce años discontinuos en el poder, supo crear la ilusión de un cambio democratizador, pero al cabo de algunos años, y decididamente en su segundo mandato, emprendió un rumbo arbitrario y personalista. Aún declinante, el patronazgo de Sobisch llegó hasta la interna del 26 de noviembre y sólo podrá sobrevivir si Jorge Sapag es derrotado en las elecciones generales del año que viene. La inusual longevidad del partido provincial, debida a una fuerte voluntad de poder y a una oposición débil, ha determinado que varias generaciones emepenistas pudieran arrimarse a los goces del poder. Y en algunos casos, los vínculos consanguíneos, ampliados por otros matrimoniales o amicales, hicieron que se estructuraran poderes internos familiares en el partido y el gobierno. Naturalmente, es manifiesta la influencia en ese proceso de una familia fundadora inicialmente dueña del poder, en ocasiones partícipe y que en el 2007, esta vez encabezada por Jorge Sapag, podría volver a instalarse en el despacho de la calle Rioja. Fundado en 1961 por peronistas que querían eludir la proscripción que pesaba sobre su partido, el MPN llegó al poder político en 1963, cuando Arturo Illia ganó la presidencia de la República. Tres hermanos de una familia de sangre libanesa, fundada por don Canaán Sapag, hegemonizaban el partido, de modo que fueron ellos los candidatos. El primogénito, Elías, nacido en el Líbano, dejó el cargo de gobernador para el que le seguía, Felipe. El se quedó con una banca en el Senado de la Nación y el tercero, Amado, fue intendente de Zapala. José, de Cutral Co, prefirió la vida privada. Arrinconado en la Legislatura quedó Carlos Sobisch, padre de Jorge Omar. También recaló allí otro legislador, Rodolfo Acuña, que dejaría un descendiente en el poder, su hijo Hugo, hoy diputado nacional por esas vueltas de la vida. Ya en el gabinete de entonces había parientes. Bartolomé Laffitte, casado con una “Gran Hermana” de los Sapag, fue designado en la Secretaría General. Y el ministro de Gobierno, Carlos Hilario Esteves, no tenía relación de parentesco, pero era hermano de Ricardo, casado con otra “Gran Hermana” y cabeza de una de las familias que, años después, tomaron posiciones en el aparato del Estado. En los años en que el MPN se alió a la dictadura de la “Revolución Argentina”, Ricardo fue administrador del diario “Sur Argentino” que, dirigido por Elías, recibió entonces cuantiosos aportes de publicidad oficial. Los cambios políticos que siguieron fueron traumáticos, pero el reparto del poder entre los hermanos permaneció invariable por décadas. Así, si bien quedaron fuera del poder cuando, en junio de 1966, un golpe de Estado instaló una dictadura militar encabezada por el general Juan Carlos Onganía, en marzo de 1970 volvieron. Debilitado por el Cordobazo, el régimen decidió remover a los gobernadores militares para, allí donde pudiera, reemplazarlos por otros “naturales”. Naturalmente, el elegido en Neuquén fue Felipe Sapag. Elías no pudo volver al Senado, que estaba disuelto, pero Amado regresó a la intendencia de Zapala. En el gabinete que se formó en esa segunda etapa reapareció “don Tolo” Laffitte, siempre en la Secretaría General, y apareció un joven prometedor como ministro de casi todo: Pedro Salvatori, titular de Economía, Obras y Servicios Públicos. Con él nacía otra familia, y una más asomó cuando Felipe designó subsecretario de Bienestar Social a Reinaldo Pastor Gutiérrez. LA SEGUNDA GENERACION En 1973 Felipe volvió al poder, legitimado en elecciones inobjetables, y Laffitte, el más leal, fue ratificado en la Secretaría General de la Gobernación. Desde agosto Salvatori había sido gobernador, debido a que Felipe debió presentar la renuncia para poder postularse como candidato a ese cargo. Como el primero, este tercer gobierno emepenista colocó a Amado Sapag en la intendencia de Zapala y a Elías Sapag, “el Profeta”, en el Senado. La segunda generación comenzó a aparecer en puestos espectables con el retorno de la democracia. Como para no perder la costumbre, Felipe ganó otra vez y asumió el 11 de diciembre de 1983. Pero he aquí que en la intendencia de la capital se instalaba un joven con ambiciones, Jorge Omar Sobisch, hijo de aquel diputado provincial del 63 al que los Sapag habían apartado de la conducción partidaria. Un dato curioso: Oscar “Cacho” Gutiérrez, a la sazón presidente de la Asociación de Propietarios de Taxis, pidió un aumento de la tarifa. Unos días después Federico Brollo, flamante secretario de Gobierno del municipio, anunció que se había otorgado. También se incorporaba entonces a la administración pública en un cargo político Silvia Sapag, nombrada directora de Emergencias Sociales. Reinaldo Pastor Gutiérrez pasaba del presupuesto provincial al nacional, por haber sido electo diputado nacional, y en Zapala se iniciaba en el gobierno municipal, una vez más a cargo de su padre Amado, Edgardo Sapag como secretario de Bienestar Social. Don Tolo seguía en la Secretaría General, pero trayendo a su hijo Rodolfo, nombrado director provincial de Telecomunicaciones, consigo. Pedro Salvatori –otro leal, aunque no tanto como se vería después– recuperaba la cartera que tenía en propiedad, el Ministerio de Economía. Sus hijos Nicolás y Pancho, así como otros descendientes, tendrían que esperar unos años más. PEDRO AL PODER Como Felipe no buscó la reelección, Pedro Salvatori fue gobernador a partir del 11 de diciembre de 1987. Asomaba entonces otra familia, la suya, en el poder, porque su hijo Nicolás fue nombrado en un cargo creado para él: el de “coordinador” del Gabinete de ministros, integrado por Horacio Forni en Gobierno y Justicia, Aldo Robiglio en Bienestar Social, Gustavo Vaca Narvaja en Salud Pública, Silvio Tosello en Obras y Servicios Públicos, Emilio Moreta en Economía, Alberto Fernández en Educación y Cultura y Rubén Palavecino en la Secretaría General. El primogénito de Felipe, Luis Sapag, también aparecía en la planta política, pero a distancia, como representante del gobierno provincial en Hidronor. Sobisch, después de haber perdido un nuevo mandato en el municipio merced a una dudosa resolución de la junta electoral, volvió a su imprenta, pero sin abandonar su idea fija: el poder. Esos cuatro años de gobierno le dejaron al ingeniero que –fue su promesa– juntaría “la poesía con la computadora”, una experiencia que le sirvió, en su reciente campaña por la candidatura a gobernador, para acuñar una consigna: “Sabe gobernar”. Pero no le alcanzó. Lo que sí supo hacer fue correrse al lado del nuevo líder, lo que le valió una banca en Diputados del 97 al 2001 y luego otra en el Senado hasta hoy. La era de Sobisch Del mismo modo que en la de este último 26 de noviembre, en la interna de 1991 el MPN demostró, en contraste con otros partidos de provincias gobernados por corporaciones familiares, su capacidad de renovarse. Fue cuando Jorge Sobisch, aliado con el otro “Don”, Elías, le ganó la candidatura a Luis Sapag. Fue en ese primer mandato del nuevo líder cuando empezaron a incorporarse al poder los cuadros de la segunda generación. Lo más notorio del fenómeno fue que, transportados por la alianza triunfante, los sobrinos de Felipe avanzaron en masa sobre el poder político. Elías Alberto “Gringo” Sapag fue ministro de Producción; Alfredo Esteves secretario del Copade; Rodolfo Laffitte ministro de Obras y Servicios Públicos; los hijos de Amado, Edgardo y Daniel, intendente de Zapala y presidente de Vialidad provincial. Y una mujer, Luz Sapag, intendenta de San Martín de los Andes y luego senadora nacional. Rodolfo “Pipe” fue también senador luego de renunciar a la vicegobernación, cargo éste que también tuvo Jorge, antes ministro de Gobierno. Sin parentesco de sangre y en un rango menor, el hijo de Reinaldo Pastor, Omar “Yeyé” Gutiérrez, fue presidente del Instituto de la Vivienda; Hilda López, titular de Cultura, abriría un camino para su hija Marina, y Carlos Sandoval, incorporado al directorio del Banco Provincia, haría lo propio en beneficio de sus hermanos Juan Manuel, “Juanchi”, y Raúl “Sancho”. En el último gobierno de Felipe Sapag, su hija Silvia fue secretaria general de la Gobernación. Después estuvo, ella también, en el Senado de la Nación. EN LA HORA DEL CREPUSCULO En el final de su largo paso por el poder político provincial, Sobisch no tiene familiares consanguíneos en cargos públicos. El mayor, Gastón, está a cargo de la imprenta familiar, la “Gráfica Modelo” y es presidente del club Independiente, como lo fue su padre en 1979. Pasaron por el presupuesto un ex novio de su hija, Paul Staikos, y una sobrina abogada, Vanina Sobisch. Quien sí lo acompaña en una función clave es un sobrino de su esposa, Rodrigo Salvadó, secretario general de la Gobernación. Algunos Sapag, descendientes de Elías y Amado, mantienen un lugar dentro del espacioso paraíso estatal neuquino. Elías “Gringo” representa a la provincia en la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas y Daniel Sapag revista en la Corporación Pulmarí. La descendencia de Reinaldo Pastor Gutiérrez ha tenido éxito: el hijo, Omar “senior”, es ministro de Obras y Servicios Públicos y un nieto, Omar “junior”, revista en la codiciada presidencia del banco provincial. A los hijos de don Ricardo Esteves también los acompañó la fortuna. Uno, Ricardo, es subsecretario de Obras y Servicios Públicos; otro, Alfredo, es ministro de Empresas Públicas, y una hija, Ana, es síndica del BPN. En el organigrama del Ministerio de Alfredo figura Rodolfo Laffitte en el cargo de subsecretario de Coordinación. Pedro Salvatori continuará en el Senado hasta diciembre de 2007. Su hijo mayor, Nicolás, es ahora, después de haber pasado por el IADEP, presidente del Ente Provincial de Energía y el que le sigue, Pedro Alejandro (más conocido como Pancho), dirige Radio y Televisión Neuquén Sociedad del Estado. De los Sandoval el que sobresale hoy en la pirámide administrativa es Juan Manuel, secretario de Estado de Prensa y Comunicación. El hermano mayor, Carlos, salió del BPN cuando fue desplazado Luis Manganaro y pasó a la Subsecretaría de Gobierno y Municipalidades, donde continúa actualmente. Sancho presta servicios de “catering” al Estado mediante una empresa que maneja su esposa. En la segunda línea de Prensa está Hilda López, como subsecretaria. Su hija Marina es la presidenta del Consejo Provincial de la Mujer. Una familia más, no por pequeña menos importante. La ex subsecretaria de Seguridad, hoy diputada nacional Alicia Comelli, tiene un hermano, Roberto Comelli, al frente de la Dirección Provincial de Vialidad.
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