Mar Azul es un balneario sobre la costa Atlántica, a cuatro horas de Buenos Aires. De enormes riquezas ecológicas debido a sus extensas playas de médanos vírgenes y sus impresionantes bosques de especies coníferas. Por la belleza del paisaje y las posibilidades arquitectónicas que ofrecía, el equipo de arquitectos escogió un lote de 470 metros cuadrados para construir refugio del matrimonio Besonías y Almeida. Se impusieron como reto respetar el medio ambiente del lugar, manejar un presupuesto bajo, y requerir mínimos materiales, todo bajo una propuesta estilística ultra contemporánea que satisficiera su gusto y su impronta como arquitectos. Fue así como llegaron a construir esta casa de personalidad vanguardista sin talar ni un solo árbol y cuyo mantenimiento posterior es casi nulo. Los integrantes del estudio Besonías-Almeida-Kruk arquitectos asociados, cuentan con experiencia docente. Por esta razón cada nuevo encargo que emprenden resulta, además de una potencial obra, una posibilidad de llevar a cabo el enlace entre la teoría y la práctica de la disciplina. Así lo demuestran en esta obra realizada en un tiempo record de construcción de 6 meses, resuelta en dos zonas con una mirada fresca e inteligente: una externa totalmente vidriada, rodeada de una amplia terraza de madera, pensada para desarrollar actividades de reunión y esparcimiento en una total integración con el bosque, como si se tratara de un mirador. La otra zona, protegida con puertas y ventanas de menor amplitud, está destinada a las áreas más íntimas de la casa como los dormitorios, el baño y la cocina. Una torre de madera escondida entre los árboles, contiene otros servicios; un baño auxiliar, el tanque de agua y el depósito. “ Nos propusimos aplicar el sentido común en cada una de las etapas de creación y realización de la obra, apelando a formas simples y a un repertorio de materiales reducido pero de gran fuerza constructiva y estética. En nuestras obras intentamos siempre promover nuevos temas de investigación y realización. Creemos que no existen los temas de arquitectura menores, por esto siempre trabajamos con el mismo entusiasmo y energía, sea construyendo un stand o un edificio complejo”, afirman los arquitectos. En este caso la tripla Besonías-Almeida-Kruk se implicó con toda su voluntad creativa y su savoir faire en la realización de su sitio de veraneo personal. El clima del bosque marítimo, de mucha sombra y escaso viento, más la primordial necesidad de utilizar la casa en épocas templadas o cálidas, hicieron viable uno de los rasgos característicos de la casa y el recurso que daría vida a su espíritu contemporáneo: El cuerpo hecho de hormigón a la vista. Esta, es una solución de alto rendimiento, económica y de rápida ejecución que no necesitó de más aislamiento térmico en un medio benigno como el de la costa. “Fue una decisión rotunda que marcaría el estilo de la casa. Utilizamos hormigón armado debido a sus propiedades de resistencia e impermeabilidad. Por otro lado, la calidad expresiva del cemento, el color neutro, tan urbano pero a la vez acorde con las gamas del bosque y esa textura del hormigón armado donde se puede apreciar los rastros del encofrado de tablas de madera, resulta de una presencia contundente y discreta a la vez. Sentimos que la obra final se expresa en armonía con el bosque”, opinan los arquitectos. Al interior, la casa se abre luminosa y aireada, fresca y fluida, en ambientes que se insinúan en plena conexión con la naturaleza circundante. La vivienda, en permanente relación con el exterior en cada uno de sus espacios, es atravesada por las sensaciones del bosque. Brisas, sonidos, aromas y la inigualable vista, forman parte de los ambientes brindando un estado zen de calma y reposo mental a los visitantes. Los arquitectos, conscientes de la riqueza del lugar, tomaron recursos de este ambiente natural para utilizarlos dentro de la construcción. Por ejemplo, conocedores de la atmósfera lumínica que genera el bosque, pensaron que era primordial asegurar una basta llegada de luz a todos los espacios de la casa. Reforzando la ya muy generosa iluminación proveniente de los grandes ventanales incorporaron una entrada de luz en el centro de la planta, a través de unas especies de claraboyas longitudinales que se dibujan en el techo en forma de L, como una abertura en el cielo raso. “Estos tajos en el techo, profundos y acompañados por una especie de solapas de hormigón, producen tanto en el baño como en la zona de estar, efectos lumínicos que van variando con el transcurrir del día”, agregan los arquitectos. En cuanto al mobiliario, sillas, mesas, camas, en su totalidad de madera y definidos en un estilo muy limpio, concreto y de líneas mínimas, también cumplen con las reglas de juego impuestas desde el comienzo. Los muebles fueron diseñados por los arquitectos, especialmente creados para esta vivienda utilizando madera de pino canadiense reciclada, proveniente de cajones de embalaje de motores. Para reafirmar la gratitud con la que la casa recibe a sus visitantes, la arquitecta Besonías expresa el placer que da pasar una temporada en su obra: “Nos sentimos muy cómodos en la casa, pero no pensamos que eso sea lo más importante, porque ¡claro! Somos los autores. Lo interesante es que la hemos alquilado y todos quedaron muy satisfechos con la experiencia de vivir unos días en ella, tanto porque resultó practica y funcional, como porque es interesante percibir su propuesta estética. Lo que más me gusta es estar con el bosque presente todo el tiempo y vivir sus diferentes atmósferas, sobre todo al atardecer cuando la luz se hace tenue. También adoro los diferentes efectos de luz conseguidos mediante las rajas del techo y la manera en que resolvimos la iluminación artificial. Las charlas de noche en el deck y el contraste entre el prisma de hormigón y vidrio muy bajo son lo que llamaríamos un verdadero éxito.” Comedor: Galería de luces a la hora de comer. El sistema de iluminación artificial instalado sobre un riel que permite desplazar cada foco a todo lo ancho de la zona social y dirigir la luz hacia cualquier punto, complementa los efectos variados de la iluminación natural.Supliendo en la noche la iluminación natural que penetra la casa a través de las raNURAS en el techo, se instaló en el mismo lugar un sistema de luces halógenas. Una luz que se adivina pero no es directa, se difumina con sutileza en el ambiente y reafirma su carácter despojado y calmo. El acabado de la parte interna y externa de los muros sólo requirió de un lijado a mano para remover algunas adherencias. La mesa y la banca alargadas son especiales para recibir tantos comensales como visitantes en casa en amistosa convivencia. Sala de estar: La obra se realizó sin constructor, contratando cada rubro por separado con mano de obra del lugar. A las superficies grises, se intercalaron otras pintados con látex blanco, dejando que las texturas nobles se expresen en su personalidad despojada y serena. El piso es de alisado de cemento, fresco en verano, sobre el cual la sensación de la madera brilla en su esencia. La chimenea protagoniza la escena romántica en tiempos frescos. La relación con el exterior permanente, genera la sensación de que los límites entre el adentro y el afuera no existen. La noche, sus estrellas y la canción del viento en los árboles, se disfrutan desde un cómodo sofá en el estar. Frente: El gran ventanal de 10 metros al frente y 6 hacia los lados deja que la casa se funda con la paz del bosque. La idea de organicidad e integración al medio está reforzada en el deck y parte del alero que brinda sombra, ya que estos presentan aberturas por donde pasan los árboles penetrando su estructura. La casa está construida como una tapa que descansa en tabiques de hormigón a la vista y perfiles de hierro ubicados en el perímetro que se integran y desaparecen en las ventanas y puertas de aluminio, sin apoyos intermedios. La losa del techo no tuvo necesidad de impermeabilización. Simplemente fue realizada con la suficiente pendiente como para permitir el libre escurrimiento del agua de lluvia hacia tres lados. Contrafrente: Conocimiento aplicado, soluciones creativas. La casa de 75 m2 construidos tuvo un costo aproximado de 300 dólares por metro cuadrado, haciendo record en gastos sin perder su esencia design contemporáneo. El seguimiento de la obra se hizo con visitas casi todos los fines de semana para controlar cada etapa de obra. La geometría austera se camufla en la belleza tranquila del bosque. La arquitectura pensada en el respeto por la naturaleza del terreno, dio como resultado una cercanía a los árboles maravillosa desde cualquiera de sus puntas. Sensibilidad en avant-garde: La gama de grises de las fachadas hacen eco a las formas de las cortezas de los árboles. Cocina: está determinada por líneas definidas que le otorgan su gracia vanguardista. La ortogonalidad del enrejado en juego al encofrado del hormigón, amplia su espacio. Integrada en un solo mueble que contiene todos los servicios, está empotrada en un mueble de hormigón fundido en la construcción. La calidez del color madera y la iluminación eléctrica realzan la paleta de los alimentos. Una puerta metálica deslizable sirve para separar la cocina del resto del área. DORMITORIO: DEFINICION DEL MINIMALISMO POR ANTONOMASIA. LOS DORMITORIOS REPRESENTAN LA SINTESIS DE LO NECESARIO. NO POR ESTO EL CONFORT NO ESTA GARANTIZADO EN ESTOS CUARTOS DESDE DONDE TAMBIEN SE APRECIA EL CONTACTO CON LA NATURALEZA ENVOLVENTE Y CUYAS PIEZAS DE DISEÑO EN LA MADERA RESULTAN COMODAS Y PRACTICAS. EL CONTROL DE LA LUMINOSIDAD DEL EXTERIOR SE RESOLVIO CON CORTINAS BLACK OUT. UNA PUERTA PERMITE QUE EL ACCESO CUANDO SE NECESITA DESCARGAR EQUIPAJE SEA RAPIDO Y FACIL. BaÑo: Pureza en pocas palabras. Un gran espejo, excelente iluminación natural y artificial, espacio para ordenar y guardar objetos, y una cómoda bañera, son los elementos que aseguran que un baño sea el espacio donde se pueden pasar momentos tan agradables como en cualquier otra área de la casa. Un rayo de sol se cuela al interior a través de la rajadura del cielo raso. El baño propone un lenguaje básico y sintético prestando todas sus funciones a satisfacción.
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