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Encuentro de película
Eusebio Poncela y Humberto Tortonese protagonizan "Las estrellas nunca mueren".

El español Eusebio Poncela y el local Humberto Tortonese juegan a emular los personajes de una vieja película de Robert Aldrich, con irregular resultado, en "Las estrellas nunca mueren", estrenada en La Plaza.

La pieza, escrita por Poncela y su socio Facundo Fuentes de la Oca, argentino radicado en España, tiene dirección de ambos más Tortonese, lo que la transforma en un raro fenómeno de obra dirigida a seis manos, cuatro de ellas en escena.

Según declaraciones a la prensa, Poncela y Tortonese deseaban llevar al teatro "¿Qué pasó con Baby Jane?", una película de Aldrich que Bette Davis y Joan Crawford rodaron en 1962 sobre dos hermanas mayores condenadas a convivir en medio de una violencia creciente.

Lo particular era que Davis y Crawford habían sido competidoras y enemigas declaradas en la vida real, lo que agregaba un toque de exhibicionismo al explosivo encuentro, cosa que no debe suceder con los actores que nos ocupan.

Por alguna razón legal el proyecto no pudo ser y hubo que crear un texto que guardara lazos con aquel asunto para que Poncela fuera la hermana que fue actriz famosa y Tortonese la menor, aquejada además por serios desequilibrios mentales.

Esa diferencia hace que Flor del Río (Poncela) permanezca en una silla de ruedas desde un oscuro episodio del pasado, dependiente en todo de Elvira del Río (Tortonese), cuya locura va creciendo hasta el más rancio sadismo.

Una de sus principales acciones es servir a su hermana comidas repugnantes -como en el filme- que llevan a la otra a un hambre incesante y su consecuente deterioro físico.

Porque la más chica también se siente artista y la pasada gloria de la mayor es odiosa.

Nada pueden hacer frente a la situación una vecina (Cristina Talio) y una acompañante terapéutica (Loren Acuña) que intentan protegerla, lo mismo que un extraño músico (Sergio Pángaro) que acude como acompañante al piano para Elvira.

En el encuentro el hiperquinético Tortonese tiene oportunidad de desbocarse a gusto -con gracia, por cierto- frente a un Poncela condenado a su artefacto y a transmitir un drama intenso, calado a veces por destellos de ironía.

Así es que Tortonese lleva a su criatura de lo encantador a lo odioso, alternando momentos de euforia con otros de sospechosa angustia, que puede conducirla a cualquier desatino.

En un espectáculo excedido en tiempo y con reiteraciones evitables, hay pasajes de un nonsense muy disfrutable, como en el encuentro con el músico y la aparición de un padre en forma de muñeco sospechosamente parecido a Borges.

Ese pasaje, que conjuga el comprobado desequilibrio mental de Elvira con el personaje que Pángaro sirve con su habitual dualidad, desemboca en un final anunciado en el que la soledad termina por consolidarse sobre las protagonistas.

"Las estrellas nunca mueren" se ofrece en la sala Pablo Neruda del complejo La Plaza, Corrientes 1660, los jueves a las 20:45, los viernes a las 21:30, los sábados a las 20 y a las 22 y los domingos a las 20. (Télam)



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