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Detrás de la costura
Isabella Blow fue tan excéntrica como influyente. Descubrió a Alexander McQueen y trabajó con Anna Wintour. Un filme y una biografía la recuerdan.

Valentino admiró su estilo, Naomi Campbell la consideró una gran inspiración y Boy George opinó que era la quinta esencia de la moda.

Isabella Blow, la editora británica de modas y estilista recordada por "descubrir´´ y propulsar al diseñador Alexander McQueen, fue una de las personas más influyentes en el mundo de la moda antes de suicidarse, en el 2007.

Dos biografías -una de ellas llevada al cine- dan a conocer su lucha con la depresión y otros traumas emocionales tras la fachada de glamour personificada por sombreros atrevidos y fiestas decadentes. Blow se suicidó con un herbicida tras repetidas intentonas. Tenía 48 años.

En cierta forma la historia de Blow recuerda una versión en la vida real de la novela "El diablo viste Prada´´, llevada también al cine y basada en un editor ficticio de una revista de modas inspirado en la legendaria editora de la revista "American Vogue" Anna Wintour.

Como esa novela, las biografías de Blow ofrecen un panorama entre bambalinas sobre el exclusivo mundo de la alta costura, los desfiles de pasarela y las fiestas de noche. Y, como tales, pusieron al descubierto el aspecto más sombrío y la feroz competencia del mundo de la moda.

Blow era una auténtica esclava de la moda y le daba especial placer anonadar a la gente con audaces sombreros y atrevidos vestidos. En una ocasión se incrustó a modo de tocado un bogavante que aún olía a crustáceo repleto de pedrería para asistir a un desfile de pasarela y para su boda escogió un conjunto medieval púrpura oscuro acompañado por una red dorada, con un peinado en forma de casco. Uno de sus conjuntos favoritos era un diseño de McQueen en "cuero de toro" que mostraba el lugar por donde había penetrado la puntilla que había acabado con el animal (muchos años antes de las excentricidades de Lady Gaga).

Lo mundano y lo convencional fueron desterrados de su vida: Wintour, para quien trabajó poco tiempo como asistente, dijo en su funeral que Blow no solamente acudía al trabajo fabulosamente vestida sino que limpiaba su escritorio con agua embotellada francesa Perrier y perfume Chanel.

Blow hizo amigos y aliados con su encanto inconformista, pero lo que realmente ayudó a su carrera fue su alcurnia nobiliaria. Nacida en el seno de una familia aristocrática, Blow tuvo las conexiones más poderosas entre los ricos y los famosos: Manolo Blahnik y Andy Warhol fueron parte de sus amistades y Tim Burton y la princesa Margarita visitaron su casa cuando organizaba fiestas.

"Aporto algo, soy una figura establecida", dijo en una ocasión. "Puedo telefonear a Elton John y decirle ´Vente en 10 minutos´ y vendrá´´.

Si fue una exageración, no sería por mucho. No habría obtenido un trabajo con Wintour de no haber sido presentada y su círculo de amistades en el mundo de la alta costura contribuyó a su posterior colaboración en "Tatler", el diario "Sunday Times" y la revista "British Vogue".

Blow utilizó sus conexiones de trabajo en la promoción de nuevos talentos, incluyendo a McQueen, Philip Treacy, Georgina Chapman y Keren Craig, de la casa Marchesa, todos ellos jóvenes y desconocidos cuando llamaron su atención.

Chapman acudió a una fiesta con el primer traje de la marca Marchesa, un conjunto rojo inspirado en el sari. Blow le pidió si podía tomarlo prestado para llevarlo a la Semana de la Moda de París, recordó Chapman.

"Tuvo una actuación decisiva en el comienzo de nuestro negocio. Fue la que nos dijo que nos centráramos en los trajes de noche", sostuvo Chapman. "Nos indicó: ´Tienen que creer en lo que hacen bien y aténganse a ello´´´.

Treacy fue a trabajar para Chanel y McQueen pasó a ser uno de los diseñadores más famosos de Inglaterra hasta que también él sucumbió a la depresión y se suicidó el año pasado.

En su biografía, el esposo de Blow durante 18 años, Detmar, describió cómo la ropa de alta costura fue su armadura y una distracción para una mujer que luchaba con su personalidad más negra. Además de él y unos pocos amigos, nadie sabía hasta qué punto Blow sufría de depresión -una dolencia hereditaria- y la frustración que le producía su infertilidad. Desheredada por su padre, estaba obsesionada con la posibilidad de quedarse sin dinero.

Los vestidos "eran muy expresivos pero con frecuencia tendían más a ocultar su identidad que a revelarla", escribió.

Lauren Goldstein Crowe, la autora de una biografía recientemente publicada, dijo que Blow podría haber logrado más de haber tenido una crianza más moderna. La familia aristocrática de Blow era tan conservadora que consideraba la universidad demasiado "común" para las muchachas y figuró entre las primeras mujeres de su familia que trabajaron.

Aunque triste, Goldstein Crowe dijo que la película basada en la vida de Blow quedará resaltada por su viveza y rutilante personalidad.

"Sería melancólica, sería amarga´´, agregó. "Para mí, el trabajo en la moda era lo menos interesante. Tenía una gran personalidad que emanaba de la página".

Su legado perdura porque el mensaje de Blow transciende el tiempo, agregó Chapman. "Era una visionaria increíble, no una conformista, y vio potencial en la gente. Era tan maternal, tan entusiasta en cuestiones de moda... Creía en la moda y no le asustaba". (DPA)



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