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La receta del diseņo
El arquitecto italiano Antonio Citterio crea muebles duraderos y útiles de por vida.

Antonio Citterio (Meda, 1950) es uno de los arquitectos-diseñadores más prolíficos del planeta. Crea muebles duraderos que no saben de moda o tendencias. Son piezas, más bien, que se esfuerzan en ser útiles con eternidad, sin perder vigencia nunca.

Ocurre, piensa, que "nos acercamos a una época de diseños reales, con costos justificados: duraderos, resistentes formal y físicamente. Ha dejado de importar lo anecdótico. Lo que hoy importa son los valores objetivos, como la calidad".

Fundó su estudio hace cuarenta años. En la aventura le acompañó su mujer, la arquitecta estadounidense Terry Dwan, hasta que decidió concentrarse en la crianza de sus hijos. Desde 1999, la italiana Patricia Viel comparte las decisiones del arquitecto. Suyos son los hoteles Bvlgari, un antídoto en la era del design hotel, tiendas de empresas como Cerrutti, Emanuel Ungaro, Valentino o De Beers y un sinnúmero de edificios de oficina. Pero es en los muebles donde el italiano deja su firma más personal. En Milán habló a la prensa:

* El trabajo de diseñador lo hago personalmente. Como arquitecto trabajo con 65 personas. Mis edificios son colaboraciones. Es necesario tener esto en cuenta. Es imprescindible considerar que hace 40 años que diseño. De modo que a veces se juntan en los catálogos de las empresas muchos productos, pero algunos tienen más de dos décadas.

* Como diseñador trato de hacer las cosas sencillas. Y no es un secreto que lo sencillo -cuanto más sencillo, más logrado está- queda fuera del tiempo.

* Trabajo con mucha calma. Para muchos diseños de mobiliario, a veces tardo más de un año. Para los aparatos de Technogym, a veces dos. Así, resulta que he hecho mucho en mi vida, pero poco cada año. Mis diseños no caducan. Profesional y personalmente soy un hombre de relaciones estables. Llevo 37 años con B&B y 25 con Vitra, pero también muchos años con mi mujer y con mi socia. Eso nos aleja de ciertas prisas innecesarias.

* Un mueble tiene que ofrecer un servicio, cumplir una función. Si la cumple y quiere quedarse, debe apelar también a lo emocional: la función emotiva se puede cubrir con sencillez.

* A veces, los diseños se desdoblan con el tiempo, con nuevas tapicerías o complementos. Para poder hacer un sofá para dos de las grandes marcas mundiales tengo que empezar de cero cada vez. Si tienes tres ideas (uno con inversión tecnológica y funciones diversas, otro con acabados artesanos y otro que sirve tanto en la oficina como en la vivienda), puedes hacer tres sofás a la vez.

* Hay veces en que uno querría hacer otras cosas. Pero al final es una cuestión de naturalidad. Me puede apetecer diseñar un objeto más expresivo. Pero como mi método de diseño se basa en la resta, al final de esa sustracción comprendo que la expresión con la que me siento cómodo es la que revela el uso del propio mueble. Nada más. Cada diseñador tiene una poética. Yo no puedo hacer lo que no siento propio.

* Los muebles no caducos no miran con lupa el mundo. Ni están pendientes de las modas. La prensa quiere espectáculo, pero algunos pensamos que lo verdaderamente espectacular es que un sofá dure la vida de una persona.

* Las personas siempre cambian. Pero un sofá para toda la vida no llega a una casa imponiendo nada. Llega ofreciendo servicio. Por eso siempre acompañará.

* Entre tanto diseño para deslumbrar, un diseño serio, contenido, hecho para durar, se había convertido casi en la excepción.

* Al diseñar, mi enfoque es el de un arquitecto. Trabajo pensando siempre en el espacio y tratando de que los muebles delimiten un territorio, pero no interrumpan.

Fuente: "El País"



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