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"VIDEOCRACY": CON LA TV EN LA MIRA Y COMO ESPEJO
El documental de Erik Gandini pone bajo la lupa mucho más que televisión italiana y el poder de Berlusconi: toda la pantalla chica, incluida la argentina, queda expuesta.

El poder de los medios masivos como elemento que incide en la subjetividad social y la manera cómo la televisión italiana se fue conformando en los últimos 30 años son algunos de los temas que despliega "Videocracy", un documental del realizador italiano residente en Suiza, Erik Gandini .

El filme, exhibido este año en el Bafici, tiene el aditivo de la figura de Silvio Berlusconi, actual primer ministro italiano y, al mismo tiempo, propietario de las tres principales cadenas televisivas de su país y de todo un emporio mediático que agrupa editoriales (Mondadori), diarios y revistas de gran tirada.

Pero la premisa del trabajo no es dar cuenta del arribo de Berlusconi al poder en Italia a partir de la manipulación y propiedad de los medios, sino denunciar la trama que articula frivolidad y pequeños intereses (que a veces toman la forma de la extorsión y otras la de los favores sexuales), que mueven y organizan el negocio televisivo tal como se desarrolla en la actualidad en la península.

La cinta comienza 30 años atrás con un show de medianoche donde dos conductores realizan preguntas de interés general a la audiencia y ante cada respuesta correcta una mujer se quita una prenda hasta terminar bailando en ropa íntima.

En este envío, que debió ser levantado del aire por la queja de los empresarios que argumentaban que los obreros se acostaban demasiado tarde viendo el programa y luego no llegaban en condiciones a las fábricas, Gandini instaura la piedra basal de una televisión basura, dominada en la actualidad por mujeres pulposas ligeras de atuendos, "freaks", famosos de ocasión, vivillos, influyentes, extorsionadores y alcahuetes, gente de pocas luces y menos talento.

Tan cerca, tan lejos

"Videocracy" no es un gran trabajo de investigación y da la sensación de que no es necesario, de que en la televisión todo está, aunque detrás de bambalinas, a la vista.

Basta entrevistar, por ejemplo, a Lele Mora, el principal agente televisivo de Italia, fascista confeso, socio, amigo personal y vecino de Berlusconi en Costa Esmeralda (Cerdeña).

O seguir una noche a Fabrizio Corona, ex protegido de Mora y actual empresario del mercado de los paparazzi, que utiliza las fotos de famosos para ilustrar las revistas de Don Silvio o para extorsionar a las víctimas.

O a un joven de 28 años (sin novia conocida a lo largo de su vida, según denuncia la madre), que trabaja arduamente en la creación de un personaje que sume las dotes vocales de Ricky Martin con las acrobacias físicas de Jean Claude Van Damme y que fatiga programas televisivos como público con la única aspiración de convertirse en famoso pero que apenas llega a la primera ronda de "Talento" (¿italiano? ¿argentino?).

La clave de su fracaso la tiene, otra vez Corona (que se transforma en mediático luego de caer preso por extorsión y cobra 10.000 euros por ir a una disco a mostrarse y contestar preguntas), quien asegura (refiriéndose a sí mismo): "si fuera gordo y petiso no sería famoso".

O mucho más cínicamente: "lo importante es tomar el poder y hacer lo que se te antoje", pintando todo un concepto de época en la Italia actual y en la Argentina de los 90.

Lo divertido de "Videocracy" es justamente que la televisión italiana y la argentina, y sus personajes, modos e intereses parecen jugar en espejo, ser intercambiables, duplicarse o replicarse a uno y otro lado del océano.

Colona podría ser Jacobo Winograd (más alto, más bello, más inteligente), Lele Mora no es distinto de Sofovich o es una de sus posibles versiones.

Berlusconi, claro, es lo más parecido a Carlos Saúl Menem que uno pueda imaginarse, por estampa ideológica, por desapego a la legalidad, por construcción cultural, porque es, como dice una de sus vecinas y fotógrafa aficionada del jet set de Cerdeña, "un tipo divertido".

El chiste no es ver "Videocracy" sólo como un síntoma de la Italia actual, sino verla en clave argentina y tener después una disquisición acerca de la importancia del rating y el éxito televisivo.

(Télam)



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