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Una ley protege al "fueye" | ||
La ley 26531 prohíbe desde el 2009 la salida del país de bandoneones .de más de 40 años de antigüedad. .Creó, además, un registro nacional. | ||
Rosana Rins
El bandoneón es para los nostálgicos tangueros esa novia de juventud que nunca se olvida. Fueron muchos los que le dedicaron la poesía de sus composiciones: Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Luis César Amadori y Horario Ferrer, por citar sólo algunos. "Te llevé para mi pieza, te acuné en mi pecho frío... Yo también abandonado me encontraba en mi bulín... Has querido consolarme, con tu voz enronquecida y tus notas doloridas, aumentó mi berretín", confiesa una de las letras que reflejan ese amor por este instrumento que es una orquesta en sí mismo. Pero ni ese amor ni nada pudo evitar que el querido "fueye" cayera en peligro de extinción. Hace cincuenta años que cerraron las fábricas alemanas de bandoneones de más repercusión (ELA y AA). En los últimos años el bandoneón se convirtió en el souvenir que los extranjeros adquieren a bajo costo y se llevan para adornar las salas de sus casas. Hasta el 2008 salían del país dos o tres por día, según datos que maneja la Casa del Bandoneón. A causa de esto, en la Argentina existen alrededor de 20.000 bandoneones, de los cuales sólo dos mil están en condiciones de ser utilizados, que se encontraban hasta hace poco más de un año en un estado de absoluta desprotección. En todo el mundo existen alrededor de 60.000 bandoneones. Gracias a las gestiones del dueño de la Casa del Bandoneón de Buenos Aires, Oscar Fischer, y al trabajo de la diputada nacional por Neuquén Alicia Comelli, el Congreso nacional sancionó en octubre del 2009 la ley 26531 de Protección del Bandoneón. Entró en vigencia en noviembre de ese año. En su artículo segundo la ley determina que "queda expresamente prohibida la salida del territorio nacional de los instrumentos musicales mencionados en el párrafo anterior (bandoneones que hayan pertenecido a intérpretes reconocidos o cuya antigüedad supere los 40 años), a excepción de aquellos que sean trasladados al exterior de manera temporaria para ejecuciones de música nacional". La norma permitió además la creación de un Registro Nacional de Bandoneones, en el ámbito de la Secretaría de Cultura de la Nación, en el que se deben inscribir todos los bandoneones existentes en el país, su antigüedad y los datos de sus propietarios. En el caso de que algún dueño de un "fueye" decida venderlo, debe notificar su intención al registro. "El Estado nacional, los estados provinciales, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios tendrán prioridad de compra cuando los propietarios de bandoneones que hayan pertenecido a intérpretes reconocidos o cuya antigüedad supere los 40 años decida vender uno o más bandoneones", determina el artículo 7 de la ley. Esto frena el éxodo de "fueyes", pero puertas adentro aún persiste el "estado de emergencia" para este valioso y legendario instrumento tan ligado al tango. Según el luthier Oscar Fischer, en Argentina el "bandoneón está en peligro de extinción", porque no existen fabricantes ni restauradores que le puedan devolver a este preciado tesoro sus cualidades sonoras. "El bandoneón suele ser una joya arrumbada. Con las crisis económicas que sufrió el país, muchas familias los hicieron plata. Pero la gran mayoría de los compradores no fueron músicos sino intermediarios que los venden mucho más caros a casas de música o directamente al exterior", comentó Fischer. La solución: fabricar "fueyes" en Argentina. "Pero, lamentablemente, los que están en proyectos de estas características sólo buscan logros personales aprovechando subsidios ante un tema tan sensible como nuestra cultura", sentenció. "Lastima bandoneón, mi corazón, tu ronca maldición maleva", llora "La última curda".
Corazón de aire |
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