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Diego Guelar: "Un bochorno, con mucho ruido y pocas nueces"

-Usted fue embajador durante más de una década en tres sitios de singular poder: Estados Unidos, Brasil y la Comunidad Europea?

-Y en Estados Unidos con demócratas y republicanos, porque me tocaron los años finales de Bill Clinton y los iniciales de George Bush.

-¿Qué opina del caso WikiLeaks?

-Primero, que el bochorno que conlleva este tipo de hechos no es privativo del Tercer Mundo. En el mundo serio, por así llamarlo, también se cuecen habas. Segundo, creo que esta filtración es mucho ruido y pocas nueces.

-¿Qué sería "muchas nueces"?

-Que se hubiesen filtrado secretos de Estado. Son cables que en la jerga diplomática se llaman "abiertos" y también hay cables reservados que en esa jerga se definen como "light", pero unos y otros tiene la misma característica: pocas medidas de seguridad. El abierto lo lee cualquier miembro de una cancillería y el reservado, sólo aquel al que está dirigido. Al margen de estas dos categorías está la información, siempre vía cable, confidencial y la secreta. Ambas categorías están encriptadas, se manejan con otros códigos, pero la información que estamos conociendo ahora sólo hace a cables abiertos y reservados. No más. Al menos a hoy...

-A partir de lo conocido hasta ahora, ¿cómo cree que se armó la información que fue filtrada?

-Mire, hay mucho trabajo de la unidad de prensa y de inteligencia de varias embajadas de Estados Unidos. Aclaro que son unidades que tiene cualquier embajada y unidades que trabajan juntas. Cosechan información de los medios, refritan y mandan a su cancillería. Éste es un método muy viejo, tradicional. Pero luego están las "note reports", notas que hace un diplomático, un secretario de tercera, que asiste a una entrevista -por caso- entre dos cancilleres. Es un burócrata que saca notas. Luego lo entrega, lo manda a su cancillería. Pone todo lo que escuchó. Y lo pone para que no haya recriminaciones, para que su canciller no le diga por qué no puso esto o aquello... incluso modismos, gestos, todo, todo.

-¿Usted cree que, al menos en lo que hace a la diplomacia americana, estas filtraciones harán cambiar mecanismos de recolección de información?

-Tengo la impresión de que ya se deben estar produciendo dos cambios. Uno: mudanza de todos los mecanismos de seguridad. Otro: mudanza de facto. Hace a que todos los funcionarios que producían esa información van a cambiar conductas. Se van a cuidar, van a obviar calificativos, van a manejar con mayor cautela la recolección de determinada información, etcétera. Porque, aun siendo más ruido que nueces, el episodio es escandaloso y opera sobre toda la estructura del Departamento de Estado. Además, tengo la impresión de que alguna de las informaciones no fue bien tratada por la burocracia del Departamento de Estado, información sobre Argentina.

-¿Cuál?

-Lo que hace a la mentada bipolaridad de la presidenta. Sabemos que la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, a través de su unidad de prensa e inteligencia, tomó la nota de "Noticias" sobre ese tema y la mandó cruda a Washington con la recomendación de lectura. Ahí seguramente la recibió el desk de Argentina, un chico joven -así son los que están en la cosecha y el ordenamiento de cables-. La separó del resto supernumerario de información y se la giró al jefe del área Cono Sur y Brasil. Éste la elevó a la secretaria de Estado con recomendación de lectura. Pero no parece haber existido una ampliación del tema, es decir: querer saber más. Se trataba de un tema de salud de una presidenta de un país con gravitación en el continente, país que tiene, por caso, un sólido manejo en el campo de la tecnología nuclear.

-¿Cómo califica la reacción del gobierno argentino?

-Madura, de las más maduras que se han conocido. Pensé que el canciller Timerman iba a salir al cruce con enojo e irritaciones pero no, le agarró un ataque de lucidez y, al menos hasta ahora, operó con madurez.

(CAT)



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