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El eterno maestro
Roger Federer volvió a demostrar que es inoxidable, que está cada vez más vigente. Obtuvo su quinto título en un partido de alto nivel ante Rafa Nadal.

Londres fue escenario de una perfecta exhibición de unos de los mayores exponentes (si no el mayor) en la historia del tenis: Roger Federer volvió a dar cátedra y se recibió por quinta vez como "Maestro" del deporte blanco (2003, 2004, 2006 y 2007 y 2010).

Su víctima fue ni más ni menos que el mejor del planeta, un Rafael Nadal que ayer se notó superado, exhausto y hasta falta de ímpetu. El culpable de ello fue el excelso juego de un Federer que en tres sets (6-3, 3-6 y 6-1) volvió a demostrar que a sus 29 años todavía tiene mucho para dar. El título sirvió para alcanzar el record de títulos ganados por Pete Sampras y el checo Iván Lendl en Masters, y para acortar la diferencia que posee el mallorquín en duelos personales: 14-8.

El número dos ganó cinco torneos en 2010 (suma 66 en total), y tres de los últimos cuatro que disputó. La superficie indoor potenció su juego, que en ese tipo de canchas tiene un récord de 3-0 sobre la primera raqueta del mundo. Las dos anteriores ocasiones fueron en Shanghai, en 2006 y 2007, también en el certamen que reúne a los mejores ocho tenistas de la temporada.

Fue la primera final de Masters entre los dos primeros tenistas del escalafón desde que hace 24 años lo hicieran Lendl y Becker.

Los primeros diez puntos del partido se concretaron con el servicio. De arranque, Federer se quedó con el primer juego en apenas un minuto, ante un Nadal que el sábado tuvo una dura batalla a tres sets para vencer a Andy Murray. Un tiro ganador, de revés cruzado, facilitó el camino al suizo para quebrar para 5-3 y adueñarse del primer parcial en 32 minutos.

Pero en el segundo las cosas cambiaron: Roger tiró ancha una derecha y quedó 3-1 abajo frente a un Rafa que durante todo ese parcial se mostró más sólido.

El español pareció pagar un alto precio por su cansancio y cometió un par de errores que permitieron que su rival le quebrara y se escapara 3-1. A partir de ahí, Federer se consolidó y con su sexto ace se puso 4-1 arriba y volvió a quebrar una vez más antes de sellar en poco más de noventa minutos otra victoria que quedará en la historia y que potencia la rivalidad entre ambos de cara a 2011.

El suizo festejó alzando los brazos y dedicándole el triunfo a su madre y a su esposa. Aquellos que lo daban como terminado cuando quedó eliminado en cuartos de final en Wimbledon, seguramente ahora pensarán distinto.



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