El británico Andy Murray resurgió ayer de sus cenizas después de meses de sequía al arrasar al suizo Roger Federer (6-3 y 6-2) en la final del Másters 1000 de Shanghai .

El cuarto jugador mundial necesitó menos de noventa minutos para derrotar al ex número uno del mundo y ganador de 16 torneos del Grand Slam.

Murray repite victoria ante Federer después de imponerse al suizo en agosto último en Toronto, otro torneo de categoría Masters 1000.

El escocés de 23 años venció a Federer en ocho de los 13 enfrentamientos , aunque cayó en los dos partidos más importantes, la final del US Open de 2008 y la del Abierto de Australia de 2010.

Federer se quedó con las ganas. Justo cuando había tenido un gran torneo y el camino se le había facilitado con la eliminación del español Rafael Nadal, apareció su piedra en el zapato. Ese jugador que el suizo nunca quiere enfrentar y que una vez más le amargó u-na final.

El partido fue de principio a fin dominado por Murray, quien logró imponer su jue-go y dejó a Ro-ger sin posibilidades ni siquiera de arrimarse. Murray consiguió el servicio en el tercer juego del primer set, mientras que Federer empezó a tirar demasiados tiros afuera. Gracias a su rapidez el británico fue ganando ventaja y terminó imponiéndose en el primer juego.

En el segundo set logró devolver cuatro bolas de break de Federer, como la del 1-1, que salvó después de un intercambio de 29 golpes.

Federer intentó entonces buscar el punto débil de su rival pero no lo consiguió. Después de un primer break, Murray se puso arriba (4-2) y el segundo le dio la victoria definitiva.

Federer subirá hoy oficialmente al segundo lugar del ranking mundial por detrás de Nadal, después de derrotar en semifinales al serbio Novak Djokovic con un gran tenis.

"Sé lo difícil que es ganar estos títulos de Masters 1000", comentó Federer, quien perdió la oportunidad de igualar el récord de Nadal de 18 trofeos de esta categoría.

"No es fácil", aseguró después de la final jugada en terreno asiático.

El suizo sólo conquistó dos títulos en 2010, en Australia y en Cincinnati, donde levantó el título una semana después de perder en Toronto ante Murray.

"Cada vez que llegaban los momentos importantes, no caían de mi lado. Uno siente como si viniera una ola y no pudiera escapar", explicó el tenista de 29 años.

"Uno trata de no frustrarse, de jugar decentemente. Pero contra jugadores ´top´ que están por delante y lanzados, es difícil darle la vuelta", admitió.

"Errar tantos tiros minó mi confianza. El campo se fue haciendo más pequeño. Eso es mérito suyo. Una pena", concluyó el "gran Roger", siempre diplomático.