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El "agua virtual" como agregado de valor
Los países que dispongan de este recurso serán las nuevas potencias.

El agua, recurso vital para la subsistencia, es y será tema central de preocupación y ocupación mundial. Basta con recordar que sólo el 0,5% del agua del planeta es dulce. Estimaciones de la ONU anticipan que para el 2020 más de 250 millones de personas en todo el mundo sufrirán las consecuencias de la escasez de agua. Aquellos países que dispongan de este recurso y sepan administrarlo ciertamente serán las nuevas potencias en un futuro no muy lejano.

El agua que gastamos de manera directa en nuestras casas o la que fluye por los sanitarios es una ínfima parte de la que realmente usamos, ya que todo lo que consumimos, sean productos o servicios, requiere de agua para su producción.

De allí deriva el concepto de "agua virtual", que nació a principios de los 90 y tiene en cuenta el consumo real de agua necesario para obtener un producto o servicio.

Algunas cifras ayudan a tomar real dimensión del "agua que comemos". Para producir un kilo de carne se necesitan casi 10.000 litros de agua, un kilo de trigo consume mil litros de agua, una taza de café, 140 litros, y un kilo de manzanas, aproximadamente 400. Fabricar una camiseta de algodón de 500 gramos requiere 4.000 litros de agua en todo concepto, desde la obtención de la materia prima hasta la industrialización.

Es evidente que la agricultura es el primer sector económico en cuanto al uso de agua, y el intercambio de productos agrícolas constituye el elemento principal del comercio del agua virtual.

Muchos gobiernos se plantean la necesidad de planificar su economía en función de la escasez del recurso. En España, por ejemplo, los habitantes suelen preguntarse si es eficiente que la agricultura consuma más del 70% del agua disponible, cuando produce una pequeña parte del PBI y ocupa a menos del 10% de la población.

De la misma manera que hoy se exige que los alimentos se produzcan con el mínimo de energía fósil, en el futuro los requerimientos de agua también serán evaluados en los intercambios comerciales.

Estudios señalan que Canadá, por ejemplo, exporta 48.000 millones de metros cúbicos de agua virtual principalmente en forma de granos e importa 16.000 millones, lo que hace un neto de 32.000 millones de metros cúbicos exportados. La Argentina es un gran exportador de agua virtual. En granos, lo hace con casi 46.000 millones de metros cúbicos e importa sólo 3.100 millones.

Es por esta razón que, a nivel país, la Argentina debería sacar ventaja del agua virtual que exporta, y en este aspecto es necesario mencionar a la fruticultura. No sería mala idea que en las cajas de fruta se señalara el agua que se utilizó para generar el producto que, en definitiva, también es agua que el país importador ahorra.

Si se considera que para producir una caja de manzanas se necesita un mínimo de 8.000 litros de agua, sería interesante hacer notar al país comprador la cantidad de agua que ahorra y que está pudiendo direccionar a otras necesidades esenciales de su población.

No todo pasa por las variedades en boga. La realidad es que hoy disponemos de ventajas comparativas que no son tenidas en cuenta y que ciertamente pueden mejorar el negocio frutícola.

 

ENRIQUE SANCHEZ

(*) (Ph. D) Coordinador nacional del Programa Frutales - INTA Alto Valle



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