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Cuando "él" y "ella" dejaron de ser lo mismo

La respuesta correcta sería: en algunas cosas sí, en otras cosas no. ¿Cuánto de sí y cuánto de no? Más de no que de sí.

Esta pregunta, difícil por cierto, podría ser respondida desde las más variadas miradas de las ciencias analíticas. En razón de ello la abordaré desde las más próximas a mi profesión.

No se parecen en el índice de saturación social respecto de los dos componentes del matrimonio Kirchner. Alguna concepción psicologista sostiene que "lo intenso cansa rápido".

Tampoco se parecen en la valoración actual que exhiben los miembros del matrimonio Kirchner. En el 2007, ella parecía él. Se la suponía su continuidad con mejoras. Ella también se creía él. Cualquiera que desee revisar la tapa de los diarios del lunes siguiente al día del comicio presidencial 2007 podrá leer una frase textual de Cristina: "No gané yo, ganó él". Más claro, échele agua.

Después de ese reconocimiento inicial a su condición de "presidenta por otro", ella cambió. Creyó que ella era ella y no él.

Hace pocos días, unos treinta, ella declaraba, en relación con la candidatura 2011, "¿Y por qué yo no?". Una semana después él respondía: "Olvídense de Cristina, el candidato soy yo".

Como puede observarse, la candidatura presidencial 2011 había dejado de discutirse en la alcoba y tramitaba en titulares de diarios. Ya no eran lo mismo, ya no eran uno solo.

La ciudadanía, en todo el país, ve lo mismo que ellos.

Alrededor de un 27% de los votantes quiere que Cristina sea nuevamente presidenta y un poquito menos, un 26%, quiere que Néstor vuelva a serlo. Pero hay un problema: no son los mismos.

Sólo alrededor de un 40% de quienes quieren, quieren a cualquiera de los dos. Pero el resto sólo querría a uno de ellos y no al otro.

Esta situación de opinión pública ha hecho carne dentro de la Casa de Gobierno, donde pasa lo mismo que afuera, comenzando a librarse una batalla por uno u otro de difícil pronóstico.

Volviendo a la opinión pública, ella es más preferida que él. En la Casa de Gobierno pasa lo mismo.

Entonces, ya no son lo mismo. Ya no son uno solo. El sustituto se come al creador. Lo tapa. Lo anula. Opaca su brillo de otros tiempos.

¿Podrá el "creador" metabolizar esta nueva situación? Si la respuesta es "sí", estamos en un escenario. Si la respuesta es "no", estamos en otro.

Una vez más queda demostrado que toda omnipotencia encuentra su límite y, a veces, en el lugar menos pensado.

 

JORGE GIACOBBE

(*) Especialista en consultoría política y económica. Director de Giacobbe y Asociados



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