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Que lo explique Freud
Argentina es el equipo más obsesionado con la Davis, pero se autoboicotea. La serie fue 5-0.

LYON, Francia (Pablo Perantuono, especial para Río Negro) No le salió nada al tenis argentino en su excursión por esta ciudad. Ni siquiera pudo rescatar un punto de honor. Ayer, en partidos que solo sirvieron para la estadística, Gilles Simon y Arnaud Clement derrotaron a Eduardo Schwank y Horacio Zeballos por 7-6, 6-7 y 6-3 y por 7-5 y 6-1 respectivamente, dándole al resultado final un marco de paliza: 5 a 0.

Siempre se dice que la Davis pone de manifiesto una dificultad endémica que tiene el tenis: es un deporte individual que durante una semana se convierte en un proyecto colectivo. Una aventura de solitarios en el que la misión es eliminar al otro -que muchas veces es un compatriota-, se transforma de repente en un periplo coral. Con esa premisa se trató de justificar siempre la larga historia de desdichas personales que jalonaron a este deporte.

Desde aquellas increíbles discusiones entre Vilas y Clerc en 1981 previo a la final ante EE.UU, pasando por el cacareo entre Coria y Gaudio del 2005 y terminando con el bochornoso colapso de diciembre de 2008, cuando un equipo dividido cayó en la final ante una España sin Nadal.

En el medio, siempre una realidad: Argentina sin ganar la ensaladera. Es probable que, a esta altura, el nuestro sea el país más obsesionado con la Davis. Su obsesión tiene matices freudianos: la desea como nadie, pero produce sus propios escollos, como si no pudiera evitar al auto boicot.

Si bien no tuvo los picos de estrés de otras experiencias, queda claro que cualquiera sea el capitán que esté al frente, es difícil conformar un equipo que esté exento de traumas y disgustos.

Otra vez el calor de una derrota calentó el caldo del ambiente. El 5 a 0 desnudó la personalidad de algunos integrantes del plantel, en especial la de uno, dueño de un talento tan grande como de un temperamento que se torna imposible: David Nalbandian.

Sus desplantes a "Tito" Vázquez, exponiéndolo en público con una falta de tacto alarmante, y sus expresiones alejadas del buen gusto fueron difíciles de digerir para el resto del equipo, que parece tolerarlo sólo por sus destrezas.

Ayer volvió a demostrar con un acto cuál es su grado de compromiso con algunas cuestiones del grupo: mientras Schwank se enfrentaba con Simon, el cordobés abandonaba Lyon con destino Madrid. El capitán argentino no se enteró, porque estaba sentado en la cancha. Nalbandian le avisó al subcapitán Ricardo Rivera, armó la valija y cambió el pasaje. "Qué lástima, porque quería hablar con él", dijo Vázquez, quien agregó: "lo haré sin falta en Buenos Aires".

El tiempo pasa. Los jugadores crecen -Nalbandian cumplirá 29 en enero- y la Davis sigue siendo una fantasía. Talento individual hay. Es claro que lo que falta no es algo que se haga con la raqueta.



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