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La fruticultura se encuentra con el tipo de cambio en punto crítico | ||
Con una inflación del 25% anual y un dólar paralizado el valle enfrenta serias dificultades. | ||
La semana pasada exponíamos en estas mismas páginas los problemas estructurales que padece la fruticultura regional. Destacábamos que el actual modelo económico, que convalida un progresivo incremento de la demanda agregada atada a un tipo de cambio "cuasifijo", es una de las variables que más afectan hoy la base productiva del Valle de Río Negro y Neuquén. Está claro que la actual paridad cambiaria no es compatible con el desarrollo de la actividad. En las últimas seis décadas las crisis en la Argentina fueron en línea con ciclos económicos y todas terminaron con un ajuste compulsivo del mercado sobre el tipo de cambio vigente en ese momento. (Ver infografía en página 2) Frente a este complejo escenario, hoy la salida para muchos empresarios del Valle es la devaluación. "Llevar el dólar arriba de 5 pesos es lo único que puede recomponer este caos. El retraso en la paridad cambiaria se hace insostenible", aseguró esta semana un exportador. Pero una devaluación no es la solución para que la fruticultura regional pueda sostener un desarrollo sustentable en el tiempo. Llevar la paridad cambiaria arriba de los 5 pesos en los próximos meses puede potenciar los efectos nocivos que ya presenta el modelo económico oficial. La inflación es uno de ellos. "No hay posibilidades políticas ni económicas de llevar el dólar a los niveles que están exigiendo la UIA o algunas economías regionales", remarcó un alto funcionario del Ministerio de Economía de la Nación días atrás al ser consultado por el tema. ¿Cómo hacen otros países vecinos que mantienen su moneda apreciada frente al dólar y siguen siendo competitivos con la fruta en el mercado? Un reciente estudio elaborado por Rogelio Frigerio (n), titular de la Consultora E&R, aporta una clara explicación al respecto. * Brasil, un importante productor y exportador de manzanas del hemisferio sur, eligió la opción de dejar flotar su moneda. El tipo de cambio nominal pasó de 3,95 reales por dólar en octubre del 2002 a 1,70 reales por dólar al cierre de este fin de semana. Esta revaluación se sostuvo de la mano de un ingreso neto de capitales casi permanente. Paralelamente, entre el 2004 y el 2010 sus tasas de crecimiento y la inflación estuvieron controladas: promediaron un 4,9 y un 5,2% anual respectivamente. En este caso puntual, "Brasil puede dejar apreciar nominalmente su moneda porque además de contar con competitividad sistémica (no precio) en muchos de sus sectores productivos e industriales las bajas tasas de inflación de los últimos años le permitieron generar una demanda de moneda local capaz de estimular el ahorro privado, suficiente para desarrollar el mercado de crédito necesario para amortiguar los efectos negativos de la apreciación cambiaria", señala Frigerio. La política crediticia activa (con disponibilidad de fondos a bajas tasas de interés) que imprimó el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) estimuló la competitividad genuina en gran parte de la industria brasileña, así como también la oferta agregada para no generar aumento de precios internos. * Chile es el otro ejemplo. Líder en el comercio internacional de frutas, pasó de un dólar a 740 pesos en octubre del 2002 al valor actual de 495 pesos. El gobierno genera políticas activas de intervención en el mercado cambiario para evitar una mayor apreciación nominal de su moneda. Y esta política es efectiva porque se lleva a cabo sin generar inflación y con aumento de productividad en la economía. Si se acelera el nivel de precios, bienes, insumos y factores internos, más allá de lo que ocurra con el tipo de cambio la economía pierde competitividad. El gobierno compra el exceso de oferta de dólares proveniente de las exportaciones con superávit primario, evitando que el tipo de cambio nominal caiga por debajo del punto de quiebre para la economía. Y dado que el exceso de dólares se compra sin emisión artificial de pesos, no se genera inflación y se mantiene el tipo de cambio real depreciado genuinamente. La Argentina -que también recibe los beneficios del contexto internacional- elige intervenir el mercado cambiario para mantener su moneda barata. Pero, a diferencia de lo que hace Chile, la política cambiaria aplicada resulta ser inconsistente, ya que se intenta mantener un tipo de cambio nominal elevado pero con inflación creciente, generando una apreciación del tipo de cambio real de la peor manera. El principal problema de la política cambiaria argentina es el carácter expansivo de la política fiscal. Es decir, la voracidad del gasto público erosiona los ahorros del fisco, haciendo que el gobierno deba comprar el exceso de dólares con emisión de pesos ya que carece de un superávit fiscal genuino. En las economías en que la competitividad no es sistémica (y donde el tipo de cambio depreciado funciona artificialmente como fuente de competitividad), como es el caso de Argentina, la apreciación cambiaria termina forjando un nuevo equilibrio con más desempleo y menos nivel de actividad, que es justamente lo que se comienza a ver hoy en la región del Valle de Río Negro y Neuquén. La inflación creciente aprecia el tipo de cambio real y pone en duda la sustentabilidad del actual proceso de crecimiento económico en el largo plazo. Las recientes medidas adoptadas, así como la agenda política, parecerían ir exactamente en sentido opuesto al que marca la racionalidad, acelerando el aumento de precios y la apreciación del tipo de cambio real. El Valle lo está sintiendo.
La historia se repite
JAVIER LOJO |
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