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La primera casa de las leyes
Allí funcionó el poder legislativo de 1957 a 2007. .Dos proyectos buscan ahora su recuperación.

En Olascoaga 560 perdura una parte importante de la vida institucional de la provincia. La antigua Legislatura se mantiene en pie como una parte importante del patrimonio histórico de Neuquén.

En tiempos en los que a nivel nacional se consolidaba el justicialismo como fuerza y partido político dominante, en la provincia era el Estado el que daba los primeros pasos y una de sus instituciones más importantes se iba a erigir sobre la base de un estrecho vínculo con el movimiento que aún hoy divide aguas, en términos políticos, al país.

La Legislatura de Neuquén sesionó por primera vez el 1 de mayo de 1958, tras el golpe a Perón, en un edificio que había sido construido por el peronismo para que funcionara allí una instituto de formación política partidaria.

Y aunque desde esa fecha las intermitencias que marcaron el ritmo de las intervenciones militares interrumpieron en varias oportunidades la vida democrática y afectaron el funcionamiento institucional del Poder Legislativo, el edificio de avenida Olascoaga 560 fue el lugar en el que, durante 50 años, se escribieron las leyes sobre las que se levantó la provincia.

Fue construido en la década del 50, bajo la presidencia de Perón. Nunca llegó a albergar a la escuela de formación justicialista, ya que tras el golpe del 55 las autoridades militares decidieron asignarlo a la escuela de cadetes de la policía.

Fue en 1957 que pasó a manos del Poder Legislativo y, tras la sanción de la Constitución provincial, en febrero del siguiente año fueron convocadas nuevas elecciones para los cargos de gobernador, vicegobernador y diputados. Triunfó el radicalismo -en realidad la UCR intransigente- con la fórmula de Ángel Edelman y Alfredo Asmar.

Hasta que el Poder Legislativo dejó su lugar en el bajo neuquino pasó medio siglo.

En 2007, con una inversión que se presupuestó en 48 millones de pesos y que terminó duplicándose, la Legislatura se mudó al punto en el que se unen las calles Leloir e Illia. Desde ese momento dejó de mirar a la ciudad desde el río para, imponente, mirarla desde la barda.

Debido a su rica historia política e institucional se decidió que el edificio de Olascoaga siguiera en pie y funcionando, aunque cambiándole el perfil.

Fue ya en la nueva Legislatura donde los diputados decidieron, sobre la base de dos proyectos de ley presentados por el ex vicegobernador Federico Brollo y el ex legislador Jesús Escobar, mantener el casco original de una construcción que había sido varias veces modificada.

La idea era mantener el punto de referencia en ese sector de la ciudad y, al mismo tiempo, crear allí un espacio cultural e histórico.

Se votó sin problemas y hubo acuerdo en todas las fuerzas políticas pero, inexplicablemente, la puesta en marcha de la iniciativa se demoró más de tres años.

En el marco de los festejos por el bicentenario, recientemente se puso fecha a la inauguración: será el 23 de octubre, si es que no se vuelve a aplazar, y con varias modificaciones respecto del proyecto original.

Uno de los cambios es la construcción de una nueva biblioteca, un reclamo de los vecinos y de las escuelas del barrio desde que el Poder Legislativo se mudó a las bardas.

Además, los trabajos contemplaron la adaptación de un área de recreación de 800 metros cuadrados que combina espacios verdes, una pérgola, un anfiteatro, una fuente que simboliza la confluencia de los ríos Neuquén y Limay, bancos de plaza y un recorrido temático.

Del casco histórico sólo se mantuvo el viejo recinto y la construcción original; el acceso, las oficinas de presidencia y secretaría, las salas de reunión y de prensa, la antigua biblioteca y la sala de taquígrafos.



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