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Rousseff ya se prueba la banda de Lula y Serra apuesta a un "milagro"
Con una imparable ventaja en las encuestas, los expertos creen que sólo el escándalo de espionaje o un grosero error privarían al PT de su segunda presidencia.

A juzgar por las encuestas, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva logrará el 3 de octubre una importante victoria política: la elección como su sucesora de su "delfín", la ex ministra del Gabinete Civil Dilma Rousseff.

Rousseff, quien a los 66 años participa en su primera disputa electoral y hasta hace pocos meses era una virtual desconocida para la mayoría de los brasileños, parece haber heredado con impresionante facilidad los índices de popularidad de Lula -un 79%, según los sondeos más recientes- y en cuatro meses ha saltado de menos del 30 a un 51-55% de las preferencias.

De este modo, pareciera haberse despejado la gran duda que precedía la campaña electoral: si Lula podría "traspasar" su enorme carisma y popularidad entre los brasileños (casi 80% de aprobación) a su posible sucesor.

La fortaleza del oficialismo se resume en los logros de su gobierno: un crecimiento económico récord que este trimestre se recuperó a 8,9% después de los temblores que originó la crisis, lo que le permitiría convertirse en la séptima o octava economía mundial; una tasa de desempleo que en julio llegó a 6,9%, la más baja desde el 2002; una política social que ha rescatado a 30 millones de la pobreza hacia una clase media en rápida expansión.

Pero no todo es color de rosa: las deficiencias del sistema tributario, el débil desarrollo tecnológico, la revalorización del real que merma la competitividad de las exportaciones, el aumento de la inflación, un déficit de la balanza comercial y algunos problemas de relación con sus socios del BRIC, India y China son una amenaza para su futuro.

Sin embargo, en general la postulante oficialista se beneficia del clima de optimismo nacional que se ha generado durante la presidencia de Lula.

"Los electores no están necesariamente mirando la personalidad de Dilma (Rousseff) o sus características", dijo el analista de política y economía de la consultora Tendencias Bernardo Wjuniski . Los brasileños "ven en ella el éxito del actual gobierno. Ella fue parte de ese gobierno. Ella fue escogida por el presidente que trajo los actuales beneficios. Ella es vista como más de lo mismo", apuntó el analista.

Así, la mayoría de los electores la percibe como la mejor apuesta para mantener el momento económico de los últimos cinco años.

La facilidad con que la ex ministra avanza en las encuestas siembra preocupación en las filas de la coalición opositora que conforman el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el derechista Demócratas (DEM), que temen salir de las urnas como una fuerza política inexpresiva.

En la recta final de la disputa, el PSDB trata de recuperar el terreno perdido acusando al Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff y de Lula de violar el secreto fiscal de su candidato a la Presidencia, José Serra, y de sus familiares y aliados. El escándalo surgió en junio pasado, cuando empezaron a circular rumores según los cuales los coordinadores de la campaña oficialista estarían preparando un "dossier" contra Serra, y cobró fuerza en las últimas semanas, después de que se confirmara que funcionarios del Fisco lograron acceso irregular a informaciones confidenciales del político opositor.

El PSDB elevó al Tribunal Superior Electoral (TSE) un pedido de investigación sobre el caso y de impugnación de la candidatura de Rousseff: "Ya no se trata de ganar o perder la elección sino de proteger la democracia", argumentó el presidente del partido opositor, Sergio Guerra. Sin embargo, tanto Rousseff como Lula negaron cualquier responsabilidad en los actos ilegales y el presidente ordenó a la Policía Federal que inicie una investigación sobre el caso, que se prolongará hasta después de las elecciones.

Asimismo, los principales analistas brasileños creen que el escándalo -aun cuando aumenten sus proporciones- no afectará la sólida marcha de Rousseff hacia una victoria en la primera ronda, ya que la candidata oficialista lleva hoy una ventaja de 24 puntos sobre Serra.

Según el columnista político Elio Gáspari, del diario "O Globo", el "Lulato" es la marca de la actual campaña por la Presidencia de Brasil: Lula pide votos para su candidata "y gran parte del electorado, consciente y satisfecha, dice que atenderá a su pedido con mucho gusto". "A un mes de la elección, el ´petismo´ está en fiesta", expresó asimismo el analista político Fernando Barros e Silva, quien afirmó que Lula confía en "masacrar a la oposición" en las urnas, tras el éxito logrado por su decisión de nombrar a Rousseff como su candidata a la Presidencia, pese a la resistencia incluso de sectores del PT.

Aunque el gobierno no lo confirma, analistas políticos apuntan que, con el triunfo de Rousseff virtualmente asegurado, Lula busca ahora influir en los votos que el mismo 3 de octubre renovarán dos tercios de los 81 senadores, con el objetivo de restar "poder de fuego" a su principal aliado en el Congreso, el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en favor de políticos de partidos de izquierda, ideológicamente más cercanos al PT, para otorgarle mayor libertad de acción a Rousseff en su gobierno.

DIANA RENEE

DPA y agencias AFP y TÉLAM



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