En su rostro se dibuja constantemente una sonrisa. Lucía Couto es consciente de que su vida cambiará el día que se instale definitivamente en Basilea, la ciudad de Suiza en la que fortalecerá su formación en una de las escuelas de música más prestigiosas a nivel mundial: la Musik-Akademie der Stadt Basel. Sin embargo, también sabe que deberá adaptarse a una nueva existencia, lejos de sus afectos y del lugar que la vio crecer, humana y profesionalmente. Pero, a sus 23 años, nuevas puertas se abren, y debe disfrutarlas y experimentarlas. Y esa sensación de felicidad y ansiedad se siente en sus palabras, se observa en sus gestos. La emoción de un nuevo sendero por recorrer.

En momentos como estos, en los que las emociones se mezclan, Lucía recuerda cómo fueron sus pasos iniciales en la disciplina musical: la primera vez que tuvo un violín en sus manos. Un amor que la uniría a ese instrumento, transformándolo en un pilar fundamental en su crecimiento.

El IUPA es el espacio en el que aprendió, y Fundación Cultural Patagonia, la institución que le permitió realizar sus primeras experiencias profesionales. Hoy sabe que todo ese equipaje de conocimientos y vivencias fueron el trampolín indispensable de su actual realidad. Y lo agradece sinceramente: "Nunca hubiera llegado a este momento sin el apoyo y la paciencia de los docentes del IUPA, en especial de Vitali Bujhiasvili y Elvira Faseeva, quienes son mis referentes, tanto a nivel profesional como humano". Los maestros y su familia la apoyaron desde un principio, y es algo que no puede olvidar. "Aprendí que se puede hacer eso que uno desea, pero con disciplina. Ésta es tan necesaria como las ganas de hacerlo". Esa disciplina la llevó a capacitarse constantemente, y a buscar todos los caminos que le posibilitaran elevar su nivel interpretativo.

Una vez que se graduó en el IUPA, comenzó también a brindar clases en los primeros años de la carrera, una experiencia que la enriqueció.

Y también compartió escenarios con muchos de los maestros de la institución, como Bujhiasvili, Faseeva, Juan Pablo Simoniello, Silvina Cárdenas, Gela Gelashvili, entre otros, para los que le sobran expresiones de gratitud. "Tener como colegas a mis profesores era una responsabilidad y una gran alegría".

El Grupo y el Ensamble de Música Antigua, y el Ensamble de Música Entre Siglos, fueron sólo algunos de los conjuntos de Fundación Cultural Patagonia de los que formó parte y que le permitieron encontrarse con el público, recorrer diferentes lugares y abrir su horizonte musical a nuevas propuestas. Hoy, codeándose con músicos de todo el mundo, afirma enfáticamente: "La formación de nuestros artistas es de un gran nivel, se puede igualar con la de cualquier intérprete de renombre internacional".

En el 2009, Lucía audicionó para la Orquesta de la Universidad Nacional de Río Negro, interesada especialmente en el proyecto de formación orquestal de la misma. Su performance maravilló al jurado, que la eligió como solista. Allí conocería a Facundo Agudín, quien la instaría a que probara suerte en Suiza. "Me dijo que tenía un mínimo de probabilidades de estudiar allá. Son muchos los aspirantes y el nivel es muy alto". Sin embargo, eso no la ahuyentó, y lo intentó. "Fui pensando: ´probablemente nunca más vuelva a Suiza, pero cualquier cosa que me pase, la voy a aprovechar al máximo´". Se presentó en tres conservatorios diferentes, y fue Basilea en el que quedó seleccionada. No sólo eso, sino que también la eligieron como practicante por una temporada, en una orquesta sinfónica que funciona de acuerdo a las producciones.

Mientras arma las valijas para partir, reflexiona: "Quedé maravillada con todo lo que vi en Suiza, la afinación, la sincronización? me falta mucho por aprender, pero sin lo que traje puesto de mi educación en el IUPA jamás podría estar viviendo esta experiencia". Una frase que resume la excelencia de un lugar que forma artistas de relevancia internacional.