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Alfonsín-Cobos: se miran de reojo y listos para el "mano a mano"
Ambos pulen estrategias para la candidatura presidencial. Ricardo es fuerte en la orgánica partidaria y los aliados. Julio hace pie entre los independientes.

Cuando comparten espacio público, sonríen y se abrazan.

Cuando cada uno está en su propia carpa política, quiere saber en qué anda el otro. Y preguntan con gesto agrio. Se estudian a través de la información que reciben y codifican sobre aquel andar. No se trata de un tema de afectos mutuos, que en todo caso entre ellos no abunda mucho.

Porque para Ricardo Alfonsín -aunque no lo diga así- Julio Cobos es responsable directo, timonel excluyente del plan de Néstor Kirchner de vaciar el radicalismo. Y si ahora puede ser candidato a presidente por la fuerza que intentó dejar a la intemperie es por aquello de Erick Hobsbawm: "Volteretas tiene la historia".

Y para Julio Cobos -aunque no lo diga así- Ricardo Alfonsín es repentino invitado a una cena que ya vislumbraba como servida sólo para él: la candidatura a presidente de la Nación por la UCR y su vagón de asociados. Pero también vale aquí lo de las volteretas de Hobsbawm; se ensució el asado. Así, ya por elección interna que implica abierta o por consenso, Cobos y Alfonsín son los números puestos para que uno de ellos se quede con la candidatura.

Por primera vez en la transición, el radicalismo optará por un hombre ajeno a militancia densa en el partido, distante de ser obrero de una construcción minuciosa de sus poderes.

Julio Cobos llegó a la política hace dos décadas; Ricardo Alfonsín hace 14.

A juzgar por el historiador Gabriel Rafart, a fuerza de la crisis gobierno- campo, Julio Cobos construyó a lo largo de la segunda mitad del 2008 y parte del 2009 un "carisma de situación". Carisma cuya genética no es resultante de un protagonismo que consume mucha historia.

Rafart apela al italiano Angelo Panebianco para ampliar su definición de "carisma de situación":

* Es un carisma que hace a la emergencia de una personalidad. Pero carisma que poco nos dice de la producción simbólica, siquiera de una nueva identidad cultural, social y política.

* En consecuencia, carisma que se expone como la alternativa, en gran medida excluyente, para una realidad que es preciso dejar atrás. En otros términos, un carisma puntual. Pero con ese "carisma de situación" a modo de capital, Julio Cobos se situó a partir de mediados del 2008 en el centro del espacio opositor. Ancló como "el opositor" por excelencia. Y ya no fue más Cobos sino "Cleto". Comenzó a mimarlo el antiperonismo más recalcitrante, esa pertenencia más propia de Victoria Ocampo que de una lectura racional de la historia del país. Lo acunó la veleidosa clase media, disgustada con las formas y estilos prepotentes del poder K.

Lo hamacó todo espacio enojado desde siempre con la política. Lo miró de reojo el peronismo no K. "Una burbuja" deslizaba hacia el interior de sus huestes el cauto Eduardo Duhalde. Y amargó los días de la legión de radicales que, a diferencia de Cobos, no habían traicionado al partido pero ahora veían cómo el mendocino se incrustaba en la escena política como el líder de la misma fuerza que había abandonado para acurrucarse en el regazo de K.

Corrían los días del toro "Cleto". Remeras "Cleto". Y de "Cleto", el canario de esa estación de servicios de avenida del Libertador al que una mañana sin protección la neumonía se llevó. Pero el mundo era "Mundo Cleto". Y Julio Cobos era a la política lo que Clemenceau definía como "la gran avenida a la que todos van sin saber más que ir".

"Julio Cobos es el potencial líder de un radicalismo sin liderazgos; expresa el consenso de una sociedad fatigada por la extraordinaria conflictividad de los últimos meses, es la principal espina en los zapatos del gobierno", señalaba a finales de agosto del 2008 el politólogo Edgardo Mocca.

Y Julio Cobos siguió acumulando poder desde un único esfuerzo: cuestionar al gobierno al que pertenecía. No más. Porque como construcción de política vía ideas creativas siempre fue un desierto, cuando no simple levedad. O, al menos, plagado de lugares comunes.

Pero en el 2009, ratificando el dictado borgeano de que morir es una costumbre que suele tener la gente, partió Raúl Alfonsín. Crujió el mundo emocional de millones de argentinos. Sentimientos que vieron en aquel ex presidente mucho más que sus aciertos y errores: lo sintieron como hombre que había amado intensamente a su patria. A su gente. Y que fue un inmenso luchador en favor de la vida. "Amigos radicales, Raúl no les pertenece; Raúl es de todos los argentinos", dijo acertadamente en La Recoleta el veterano peronista Antonio Cafiero.

Junto a él Ricardo Alfonsín recibió de manos de un granadero de rostro pétreo el bastón de mando de su padre como presidente.

En los hechos, Ricardo Alfonsín -diputado de pálida gestión política hasta aquella muerte- se ponía en marcha rumbo a la candidatura a presidente por la UCR.

Y Julio Cobos supo que comenzaba a esmerilarse su proyección radicalismo adentro. Finalmente, la inmensa franja del partido, humillada a partir del 2007 por la transferencia hacia el peronismo que lideró el mendocino, tenía un palenque al que aferrarse: Alfonsín pibe.

¿Quién se quedará con la candidatura?

A hoy, existen razones para reconocer que Ricardo Alfonsín está mejor posicionado. Veamos:

* Consolida poder en todo el planeta radical y, tras derrotar al cobismo en la provincia de Buenos Aires, está en condiciones de reunir tras de sí al partido en el distrito electoralmente más decisivo -38% de los sufragios-. Y aunque él no lo explote, en el imaginario radical pesa que él "nunca abandonó" al partido.

* En el marco de la sociedad que la UCR mantiene con el Partido Socialista y la Coalición Cívica, es sideral la diferencia que Alfonsín hijo tiene sobre Cobos en materia de aceptación.

* En la práctica objetiva de la instalación de su imagen a lo largo del espinel político ajeno al radicalismo, Ricardo Alfonsín crece en volumen de aceptación -lo dicen los sondeos- en relación con Cobos. Pesa a su favor un estilo directo, franco. Para Mariel Fornoni, de Management & Fit, Alfonsín hijo ya es aceptado y está ante un desafío al que parece estar respondiendo: ser confiable. Para esto -señala- "deberá tener en cuenta que en estas cosas lo que vale es la percepción que la gente tiene de las cosas más que la realidad misma y la confiabilidad generalmente que avala una trayectoria en la que haya demostrado una conducta y capacidad de cumplimiento con lo prometido". Desde la perspectiva de esto último, Alfonsín hijo debe sobrellevar un déficit: no tiene experiencia en la gestión pública.

Pero claro, está Julio Cobos.

*Cómo marchan sus posibilidades de quedarse con la candidatura a presidente por la UCR? Veamos:

* Está en desventaja con Ricardo Alfonsín en la tarea de rastrillar "curva por curva, casa por casa" -diría el intransigente Arturo Zanicchelli- la geografía política del país. Recién esta semana el vicepresidente comenzó a caminar Buenos Aires, donde hace algo más de un mes fracasó en su respaldo al gastado tándem Leopoldo Moreau-Federico Storani en la interna por el Comité Provincia: los derrotó el alfonsinismo.

? Dicen los sondeos que Cobos, sin embargo, tiene a su favor el generar mayor consenso que Ricardo Alfonsín en espacios ajenos al radicalismo, lo que podría ser tenido en cuenta por no pocos radicales a la hora de elegir su candidato. Concretamente: Cobos tiene más consenso que Alfonsín hijo entre el electorado independiente. No son pliegues y repliegues ajenos a su poder, que nació ahí, en esos planos, la noche de julio del 2008 que enfrentó al kirchnerismo en el tema retenciones. Visto desde esta perspectiva, el poder de Cobos estaría en mejores condiciones que el de Alfonsín para reproducirse en geografías ajenas a la política orgánica, partidaria. El sociólogo Alejandro Bonvecchi sostiene, por caso, que de elegirse el candidato mediante internas y no por consenso, debido al carácter de abiertas de aquel mecanismo, Cobos podría beneficiarse del voto independiente. "Podría presentarse como el líder que puede reunir al país dividido por el antagonismo kirchnerismo-antikirchnerismo y tiene, a la vez, la experiencia probada de elegir con coraje en momentos de crisis", señala.

Para Bonvecchi, con la elección interna Ricardo Alfonsín "correría el riesgo de revelar ante la sociedad lo que ahora intuyen los conocedores del paño radical: que su triunfo en Buenos Aires no fue motorizado por una rebelión de los ciudadanos contra el aparato sino por la nostalgia de los afiliados por el liderazgo épico de su padre y por la frustración con una conducción que sólo produjo fracasos electorales".

Esta lectura alienta el surgimiento de una conclusión: si el candidato de la UCR sale por consenso, se amplían las posibilidades de Alfonsín hijo. Pero si surge por elección interna Cobos estaría en las suyas.

En fin, radicales bajo dilema en un partido que -como sentenciara Ricardo Molinas en sus diferencias con Hipólito Yrigoyen- es "más dilema que partido".

 

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com



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