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Las limitantes del modelo k bajo presión y sin resolver
El crecimiento ya no "derrama" sobre las variables socioeconómicas como lo hizo en el período 2003-2007.

Desde el 2003 el matrimonio Kirchner ha mantenido el dominio del mando presidencial. Y tiene mucha confianza en poder preservarlo por, al menos, un período más.

Estos dos mandatos permiten analizar la política económica llevada a cabo, la cual mostró, en todo este período, fortalezas y debilidades. Y al mismo tiempo posibilitan anticiparse sobre cuáles serán los lineamientos generales que aplicarán si la suerte juega a su favor en las próximas elecciones.

Aunque el primer gobierno (2003-2007) mostró una clara mejoría en la mayoría de los indicadores económicos, el segundo (2007-2011) presentaría obstáculos más difíciles de enfrentar, lo que complicaría el panorama despejado que se venía recorriendo.

La salida de la convertibilidad restableció la política monetaria y cambiaria y eso fue fundamental para un país en el que las exportaciones tienen un peso relativo importante. Con el nuevo modelo en marcha, las variables económicas respondieron automáticamente al mostrar términos de intercambio favorables. La industria nacional generó trabajo, se restableció el consumo, mejoraron los ingresos fiscales y se recompuso el mercado financiero y bancario, todo alimentado también por factores externos favorables.

Sin embargo, hoy la mejora de todas estas variables muestra ciertos límites frente al crecimiento económico. Y podemos llegar a encontrarnos con la paradoja de que aunque las estadísticas oficiales den cuenta de subas importantes en el PBI, no exista un desarrollo real en la economía del país.

Es una causa necesaria pero no suficiente que las tasas de crecimiento de la Argentina se ubiquen por encima del 7% anual para asegurar un derrame efectivo sobre variables como la demanda laboral, la pobreza y el superávit fiscal. Una demostración de ello es la inflación, con sus efectos destructivos.

Este posible nuevo escenario plantea desafíos que el matrimonio Kirchner deberá sortear si desea mantenerse en la cima del poder político en los próximos años.

La coyuntura externa es favorable: las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) marcaron nuevos récords, el precio de la soja y los niveles de cosecha le devuelven una sonrisa al agro y a la caja fiscal y el superávit comercial se mantiene en buenos niveles, ayudado por las restricciones no oficializadas a las importaciones.

Esto permite observar aumentos en la recaudación mayores que los esperados, impulsados por tributos ligados a la inflación y la ayuda de la Anses, así como también alcanzar un superávit financiero que hace meses no se observaba en los presupuestos.

Sin embargo, este modelo presenta puntos débiles que lo vuelven vulnerable y que terminan reduciendo los efectos positivos sobre la sociedad. Hoy el crecimiento económico ya no garantiza el bienestar "a todos y a todas". El aumento sostenido de los precios es uno de los limitantes más importantes y define la controversia entre sus efectos perversos (frente a los asalariados de bajos recursos y a los cambios de los precios relativos) y las necesidades ante un año electoral (incentivar la demanda agregada con anuncios de aumentos de salarios).

Otra limitante es la superestructura de gastos, que no es sostenida con ingresos genuinos y que depende del ánimo del sector privado, aún prometedor. Si éste, por alguna causa, se derrumbara, entonces el modelo "puro", como lo define Néstor, dejaría de festejar los incrementos anuales que presentan los superávits ge-melos.

A continuación se detallan algunas de las variables del modelo que muestran limitaciones en su evolución.

 

Crecimiento económico sin inversión

El Producto Bruto Interno (PBI) es uno de los mejores indicadores para analizar la evolución de una economía. En el caso de Argentina, el PBI creció un 50% en siete años, desde el 2003 al 2009, descontando los efectos de la inflación.

La infografía que acompaña el recuadro muestra las tasas de crecimiento del PBI en el período analizado. Como se puede apreciar, durante el primer mandato K las tasas se mantuvieron relativamente altas. Sin embargo el segundo mandato, el de Cristina, fue más complicado. El enfrentamiento con el campo primero y la crisis mundial luego se vieron reflejados en tasas de crecimiento mucho menores, aunque para finales de este período presidencial las estimaciones privadas vuelven a mostrar altos niveles de crecimiento en la economía argentina.

Sin embargo ello no implica un terreno llano. El comportamiento de las principales variables indica que la capacidad de derrame de este crecimiento no es la misma que hace siete años. Un ejemplo es el gasto público, que alcanzó niveles tan altos que  no pueden ser sostenido con ingresos genuinos. Otro es la generación de empleo, que se redujo significativamente, así como también los niveles de superávit fiscal en términos relativos, que cayeron en forma elocuente.

Al mismo tiempo, es importante destacar que el principal componente que alimenta el PBI es la demanda agregada y no la inversión. Con niveles de inflación del orden del 25% anual y tasas de interés negativas, los consumidores prefieren inclinarse hacia la compra de bienes y servicios antes que destinar el dinero al ahorro. Pero pareciera que el propio gobierno plantea un esquema de mucho gasto y poca inversión.

Estas reglas terminan por definir fuertes límites al crecimiento ya que, sin inversión, pronto la industria podría alcanzar sus capacidades de producción máximas. 

 

Los problemas de la Inflación K

La evolución de los precios al consumidor que muestran los datos oficiales habla de un crecimiento del 73% si se compara el primer semestre del 2003 con el mismo período del presente año (ver infografía) y del 90% en los niveles mayoristas.

Es importante destacar que la evolución de esta variable está controlada desde el 2005, cuando el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, propuso modificar la metodología que utilizaba el Indec para divulgar un número políticamente correcto. A partir de entonces tanto las estimaciones privadas como el bolsillo de los consumidores comenzaron a tener otra sensación respecto de los precios.

La decisión oficial de intervenir el Indec apuntó a dos causas: contener las expectativas de suba de precios sobre el consumidor y pagar menos sobre aquellos títulos de deuda que estaban atados al crecimiento del nivel de precios. 

Desde el 2005 la inflación elaborada por consultoras privadas y los organismos públicos provinciales duplicaron y hasta triplicaron la variación de precios que todos los meses publica el Indec.
La alta inflación que se viene arrastrando desde el 2005 presiona sobre los costos internos del sistema productivo, quitando competitividad a toda nuestra oferta exportable (clave para sostener el superávit comercial).

El gobierno está complicado para volver a llevar el tipo de cambio a niveles competitivos ya que, de hacerlo, el aumento de la cotización de la moneda nacional se trasladaría inmediatamente a los precios, lo que daría un nuevo impulso al impuesto inflacionario.
 

El Superávit fiscal y su sostenibilidad a largo plazo

En Argentina hacía varias décadas que no se vivía con un sistema fiscal sano, en el sentido de que no exija engrosar los niveles de deuda para sostener el gasto público. La política propuesta por la pareja Kirchner le permitió convivir con superávits fiscales primarios e incluso realizar cancelaciones de deuda con organismos internacionales de crédito.

Es una buena noticia que el superávit fiscal primario haya crecido un 55% en el primer semestre del 2010 respecto del 2009.

Sin embargo, la buena noticia se transforma en no tan buena si se analizan los números en términos relativos y no absolutos.

La infografía muestra la evolución del superávit fiscal primario como porcentaje del PBI. La caída que sufrió durante el 2004 hasta principios del 2008 se generó producto de la inercia misma del gasto público (alimentada por las elecciones del 2007), que no fue frenada a pesar de la caída en el nivel de ingresos.

Aunque se experimentó una importante mejoría a fines del 2008, por el traspaso, por única vez, a la Anses de los recursos que hasta ese momento estaban en manos de las AFJP, los altos niveles de gasto siguen definiendo un Estado fuertemente keynesiano.

La debilidad se encuentra en que los recursos que definen el superávit, lejos de ser genuinos, dependen de factores vulnerables: los ingresos del Fondo de Sustentabilidad (reflejan las mejorías en las cotizaciones de los títulos públicos y de los bonos) y las rentas contables del BCRA (que dependen de la cotización de las reservas que respaldan la moneda nacional).


Competitividad externa vs. costos internos


El tipo de cambio real multilateral es un indicador que permite analizar el grado de competitividad de la producción argentina respecto de sus principales socios comerciales. Capta las variaciones de los tipos de cambio nominales y de los precios tanto internos como externos. Este indicador, calculado por las autoridades oficiales, muestra un incremento del 28% desde el año 2003 a la fecha (ver infograma).

Éste no deja de ser un buen dato, si nos remitimos sólo a un análisis "puertas afuera", ya que confirma que los bienes argentinos siguen mostrando un buen posicionamiento en los mercados a los que se destinan nuestras principales exportaciones.

Sin embargo, "puertas adentro" las empresas conviven con otra realidad que no les brinda el ambiente propicio para desarrollar niveles de inversión óptimos.

Esto podría generar posibles cuellos de botella que limiten el crecimiento económico esperado. Algunos de los puntos a destacar son:

• La falta de planificación estratégica sobre industrias claves de la economía argentina, por parte de las políticas públicas del gobierno nacional, contribuye a dicha subinversión.

• El alto costo crediticio para las pymes, importante motor de generación de empleo, hace más compleja la consolidación del crecimiento económico.

• Las presiones tributarias, principalmente las que provienen del comercio exterior, definen impuestos a la producción que contribuyen a la distorsión de precios relativos y al desincentivo de las actividades gravadas.


CAROLINA ZILVESTEIN

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