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Refinada excentricidad
Con aires coloniales y orientales, el barroco se impone en este hotel boutique ubicado en Mendoza.

Sergio Roggerone, reconocido artista mendocino, dio rienda suelta a su creatividad levantando una casa que, como un palacio mudéjar, en su interior revela un mundo de fantasías en el que todo es posible y en el que cada detalle habla de una increíble familia.

Junto a su mujer Marina Ferrary Day y su hija Francesca, Roggerone ha viajado por el mundo y vivido en Italia y en Estados Unidos. Una noche de fines de 1999 y en rueda de amigos, uno de ellos comentó sobre una finca de 7 hectáreas de olivares y durazneros que estaba a la venta en la localidad de Maipú, a unos 16 kilómetros del centro de la ciudad, en Mendoza.

La propuesta fue comprarla entre todos y dividirla, así cada uno tendría su independencia pero serían vecinos.

Hacia la finca partieron los amigos al día siguiente y sin dudarlo decidieron cerrar la operación. Roggerone se quedó con una hectárea y media y comenzó a materializarse el gran sueño familiar: hacer una casa para vivir, trabajar, descansar, exponer obras, organizar conciertos, encuentros literarios y recibir huéspedes. Así nació La Alboroza, que de a poco se está transformando en un originalísimo hotel boutique, tan selecto que por el momento sólo cuenta con dos habitaciones.

Sergio, se nota, se siente a sus anchas con sus amores, sus espacios y sus vidas anteriores.

Haber ideado y construido él mismo una casa como La Alboroza representa y une todo su universo cercado por un muro perimetral que sirve de límite a su expansiva creatividad y le proporciona -además de seguridad- un marco en el cual desarrollar su galaxia. El área ocupada por la vivienda y el jardín es de media hectárea.

La casa con la galería de arte, el estudio, sus varios ambientes (hall de entrada, comedor, antecocina, cocina, 2 salas de estar, escritorio, baño de visitas, 4 dormitorios en suite, el patio y profusión de galerías), ocupa cerca de 900m2. El resto es jardín que diseñó el reconocido paisajista mendocino Eduardo Vera, responsable del diseño y ejecución del parque de la bodega O. Fournier y Lurton, entre otros.

Como sus dueños, los espacios de La Alboroza son terriblemente generosos. Todo es sólido desde los muros a los techos y las columnas que sostienen las galerías. Cada ambiente es un mundo lleno de encantos y secretos. Cada área cumple la función para la que fue creada.

El comedor con su magnífico hogar adornado con figuras de demolición, tipo cariátides, el gran hall pintado por el artista con motivos de plantas y pájaros y en el que hay una gran fuente iluminada, funciona como antesala al living donde se mezcla la impronta morisca con lo hindú. El Winter Garden y el Patio Azul son más reposados y las habitaciones decididamente son el ambiente ideal para el descanso.

En el Winter Garden, sobre un baúl restaurado un Buda, unos zapatos hindúes antiguos de casamiento traídos de New York. La mesita petisa está hecha con partes de una talla tailandesa y patinada después con verdes como los de los silloncitos de rattan cuya tela es de Laura Ashley. Cada mueble y objeto tiene su historia. Nada en la casa es convencional. Todo lo que Roggerone toca lo transforma en una obra de arte.

Unas estupendas camas de madera que fueron rescatadas de un volquete en Bolonia, Italia; telas que fueron utilizados en la filmación de "7 años en el Tibet" transformadas en almohadones que decoran el Patio Azul; espejos en los que están incorporados fragmento de cartas de amor escritas por su mujer Marina, todo cobra nueva vida en las manos de este genial artista que ha expuesto en Chile y México.

Acompañado siempre por su también creativa e inquieta mujer (quien ha estudiado arquitectura, música, tiene un grupo literario, organiza seminarios y está por recibir la licenciatura en Historia de las Ideas Políticas y Sociales), que lo inspira y alienta en todo lo que hace, aseguran que la decoración de la casa nunca termina, para ellos los cambios son permanentes.

El clima de Mendoza permite el uso de la pileta durante gran parte del año, por lo que tiene un lugar preponderante en el jardín.

La casa es para vivirla intensamente, adentro y afuera. Tal cual la viven los Roggerone.



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