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Sacrificios, desafíos y remuneraciones: radiografía de los petroleros | ||
Cómo es la vida de estos trabajadores en un yacimiento de la cuenca neuquina. | ||
Trabajan 12 horas por día durante dos y hasta tres semanas seguidas, viven en campamentos con muchos de los servicios que hay en una ciudad, pero lejos de todo, especialmente de sus familias. Participan de una operación riesgosa, desgastante en el mejor de los casos, que los hace viejos a los 30 años. Y cobran sueldos inusuales para el común de los asalariados. El petrolero mueve la aguja del consumo neuquino y no quiere sentirse culpable del precio de los alquileres ni del costo de vida en Rincón de los Sauces ni de que los docentes ganen menos que ellos. En realidad el mundo laboral del petróleo, aunque parezca uniforme, está segmentado, de manera que no todos cobran 15.000 ó 18.000 pesos por mes. Pero es raro que alguien reciba menos de 7.000 si tiene un poco de antigüedad. De alguna manera los que trabajan en el petróleo y no tienen un título universitario sospechan que no siempre ganarán lo que ahora ganan. Tienen razones para desconfiar de la estabilidad porque el año pasado muchos de ellos debieron volver a sus casas, suspendidos, con salarios recortados (el grueso de sus ingresos surge de adicionales que, si no están en el campo, no los cobran), y ahora ven que hay cientos de compañeros que tuvieron que buscarse otro empleo. "Río Negro Energía" compartió un poco de la vida de los que trabajan en el yacimiento El Portón, operado por YPF, en la zona de Buta Ranquil, al pie del cerro Tromen. El área tiene la particularidad de estar lejos de las ciudades más pobladas de Neuquén (300 kilómetros de la capital) y de contar con el campamento de mayor confort del país (ver aparte). La privatización de YPF y la transformación del mercado petrolero argentino, durante la década del 90, le dio otra forma al negocio de los hidrocarburos en nuestro país. No sólo desapareció la empresa estatal sino que además se incorporaron más compañías internacionales y, sobre todo, se tercerizó casi todo: desde la perforación hasta el café que se sirve en las oficinas. YPF, Petrobras, Chevron, Total, Pluspetrol o PanAmerican Energy son las operadoras, las que tienen las concesiones de los yacimientos. En general son de capitales internacionales. Tienen pocos empleados porque la mayor parte de las tareas de operación, mantenimiento y expansión está en manos de otras empresas, contratistas de las operadoras, que a su vez también tercerizan determinadas actividades. Hay perforadoras, como San Antonio Pride, DLS, Key Energy o Nabors, y proveedoras de servicios auxiliares para esas operaciones, como Halliburton, BJ o Schlumberger. Pero también se contratan otros servicios. Por caso, en El Portón abarca la operación de plantas de petróleo y de gas (Skanska o AESA), el movimiento de suelos (Oil M&S), montaje de equipos (OPS), telemetría (Petrogas) además de tareas sencillas de limpieza y cocina y más complejas como provisión de químicos o alambres especiales. La base de El Portón se expande a lo largo de un valle del río Colorado. Trabajan allí más de 3.000 personas (en la unidad económica, que abarca otras áreas menores). Algunos de ellos duermen todas las noches en Buta Ranquil, a unos 35 kilómetros, en casas que alquilan las empresas, pero la mayoría pasa la noche en el campo, como Mario Moreno, de 61 años, "company man" de un equipo perforador, que duerme en un tráiler, al pie de la torre (ver aparte). Los únicos 125 trabajadores (y trabajadoras, porque cada vez se incorporan más mujeres a la actividad) que dependen de YPF viven en una pequeña villa, una microciudad de oficinas y habitaciones de hotel con detalles de confort único (ver aparte). Tienen un régimen de 5 días de trabajo por 2 de descanso y, a la semana siguiente, 4 por 3. Van y vienen a sus casas en avión (hay frecuencias los lunes, jueves y viernes a Neuquén y Mendoza que parten de una pista asfaltada). Pero todo ese esquema puede desbaratarse si es necesario. Si la producción cae, por caso, no hay franco que valga: lo más rápido posible hay que encontrar las causas y solucionarlo. Para los miles de trabajadores de los contratistas es distinto. Pasan no menos de 14 días en el campo, con turnos de 12 horas (de 7 a 19 o de 19 a 7), a la intemperie, y a veces es necesario que permanezcan una semana más. Luego tienen una semana de descanso. Todos -"bocas de pozo", geólogos, ingenieros, contadores, mozos- coinciden: extrañan a sus familias y, lo que es peor, cada día se acostumbran más a esa vida, cada vez se les hace más natural. De todos modos no se resignan a mantener esa bronca que llega el día anterior al regreso del hogar al campo: ese domingo que tiene una mezcla amarga de angustia e impotencia. Cada equipo es una familia: se cuidan entre ellos Una vida nueva
Mario Moreno hace 37 años que duerme al pie de la torre |
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