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Sábato, un barrabrava

En julio de 1998, "Clarín" reunió en Asunción a los escritores Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos, paraguayo, autor, entre otras excelentes novelas, de "Yo el Supremo". Roa Bastos acababa de regresar a su patria luego de años del exilio al que lo había obligado la dictadura de Alfredo Stroessner.

En un momento del encuentro, se habla de fútbol.

-¿Le gusta? -le preguntan a Bastos.

-Me parece increíble el dominio de la mente sobre los pies para que éstos dirijan ese móvil llamado pelota y produzcan estrategias casi guerreras. Tiene astucia, se simula una jugada. Cuando vivía en Argentina seguía el fútbol de allí

-¿Y a usted Sábato? ¿Le gusta el fútbol?

-¿Qué si me gusta? ¡Claro! Pero ahora me molesta y no lo sigo porque todo está completamente comercializado. Ya no hay pasión y solo se trata de comprar y vender. ¡Es terrible! ¡Dónde se ha visto! El otro día un jugador decía: "Me compró tal equipo". ¡Es un horror! Desgraciadamente, jugar por amor al fútbol es cosa de antes. Yo era de Estudiantes de La Plata y me he llegado a agarrar a trompadas por la pasión del fútbol?

-¿Usted? ¿A las trompadas, Sábato?

-¿Cómo no me imagina? Yo le rompo el alma a patadas a un tipo que dice atrocidades sobre valores superiores...



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