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La sinrazón de una pasión | ||
Antes que nada aclaro que soy hincha de Boca? y eso no se negocia, así que si sigue leyendo esta nota imagine como fondo musical la marcha bostera: Boca Juniors, Boca Juniors/ el campeón del balonpié/ que despierta en nuestro pecho,/ entusiasmo, amor y fe? Sin duda, pocas cosas en la vida son capaces de despertar en tanta gente, al mismo tiempo, sentimientos tan abarcativos como el entusiasmo, el amor y la fe. En otros tiempos el fervor y la pasión eran propias del cam-po de las religiones; hoy el ritual de los domingos ya no pasa por raleados templos sino que se cobija en algunos estadios y millones de capillas familiares montadas en cada casa, donde los feligreses nos posternamos ante viejos cubos o 32 pulgadas de LCD honrando la ceremonia del ahora Fútbol para Todos. Pretender un análisis de una pasión es casi un oxímoron, porque justamente es la pasión un sentimiento tan intenso que prescinde y avasalla la voluntad y el razonamiento. El profesor Eduardo Sacheri, autor y guionista de "La mirada de sus ojos", pone en boca de Francella aquello de que "la pasión es algo que no se cambia" y eso le permite encontrar al asesino en la cancha del club de sus amores. Sacheri, autor de excelentes cuentos sobre el fútbol y fanático de Independiente, sorprende a muchos cuando pone a Racing como objeto de la pasión, pero la aparente contradicción cae cuando uno comprueba que estos apasionados académicos son el asesino y un conjunto de abogados fracasados a los cuales obviamente no podría permitir ser hinchas del Rojo ni siquiera en la trama de la novela. Una publicidad de la gaseosa con la cual todo va mejor dice que "sólo la selección puede unirnos tanto", mientras festejando un gol se funden en un abrazo un cactus y un globo, el árbol con su leñador y, en una síntesis del lugar que le cabe a la mujer en esta pasión, un marido que salta de la cama y el amante que sale del ropero, quienes luego de mirarse sorprendidos durante breves segundos festejan juntos "lo más importante que comparten": la pasión por la selección argentina. Por eso, en la cancha están los nuestros y los otros; los nuestros son mejores y tienen que ganar, aunque para ello tienen que poner huevos, porque si no los vamos a reventar. Los otros por supuesto que son "putos" o "gallinas", "amargos" y "de la B" y no pueden ganar, salvo que el turro del árbitro juegue para ellos. Eso y sólo eso explica que la mayor alegría de un boquense no sea ganarle a River jugando bien sino precisamente todo lo contrario: la felicidad es ganar sin merecerlo, jugando peor y, si es con un gol de Palermo con la rodilla lesionada? qué me vas a hablar de amor.
LUIS DI GIACOMO luis@digiacomo.com.ar (*) Médico psiquiatra, concejal roquense |
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