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Literatura por dentro y fuera
Entrevista con Sergio Olguín, ganador del Premio Tusquets de Novela

claudio andrade

 

Sergio Olguín ha sido uno de los mayores protagonistas de la escena literaria nacional de los últimos 15 años. Su participación ha ocupado muchos casilleros y posee diversos ángulos. Hasta la fecha ha publicado seis libros, un par de ellos dedicados a la literatura juvenil. Dirigió una revista de culto "V de Vian" y aún lidera "La mujer de mi vida", un original magazine cultural en versión papel (trimestral) y web. Además fue editor y desarrolló una intensa actividad como recopilador de literatura argentina. Su última novela, "Oscura monótona sangre", recibió el V Premio Tusquets Editores de Novela.

-El libro lo leí de un tirón, algo que ocurre de tanto en tanto. ¿Mientras lo escribías eras consciente del ritmo interno que posee el texto? ¿Tenías la intuición de que iba a leerse rápido?

-Es un efecto buscado. Me interesaba que la novela tuviera una estructura que permitiera su lectura de un tirón. De hecho, el capítulo del medio, "La fábrica", lo pensé como una pausa, una especie de descanso antes de arrancar con la vorágine de las últimas dos partes de la novela.

-¿Ficción? Es la primera duda que me surge de tu novela. Observo la suma de realidades que no podrían ser meramente un juego de la imaginación. En cierta medida, parece un retrato de la sociedad argentina de los últimos 20 años. Un libro de no ficción. ¿Coincides?

-Bueno, una novela siempre es ficción. Pero es cierto que trabajé con la realidad como materia prima. No tengo problema en usar lo que está pasando, lo que aparece en las noticias, en mis textos. Me parece que la realidad es una materia tan válida como la tradición literaria, el cine o la imaginación pura. Me siento cómodo escribiendo desde lo que pasa en la calle.

-¿Cuál crees que es el motivo profundo que lleva a un hombre exitoso a dejarse llevar por una espiral de corrupción y deseo, como le sucede a tu personaje?

-No lo sé. El personaje tampoco lo sabe. Creo que nadie puede saber qué es lo que se esconde en lo más profundo de cada uno de nosotros. Andrada, el protagonista, tiene todo lo que desea. Puede comprar todo con su dinero. Y sin embargo busca provocar una reacción social difícilmente explicable pero totalmente lógica dentro de su sistema de valores.

-¿Qué simboliza para vos el hecho de que este empresario decida tener sexo con niñas y no pueda obtener ni siquiera una erección con una prostituta cara?

-Que tal vez no esté buscando sexo sino lo prohibido. Y esa prohibición es tener sexo con una adolescente. Busca aquello que le puede producir la acusación de la sociedad en la que se mueve y en la que es un personaje respetable.

-Has sido un permanente recopilador de la nueva literatura argentina, que también integras, ¿cómo definirías la literatura nacional y sus actores que han venido escribiendo desde fines de los 80 y que lo siguen haciendo actualmente ?

-Me parece mucho más atractivo lo que se escribe en los 90. Hay una narrativa con temas mucho más interesantes que la neogauchesca, tan en boga entre los escritores jóvenes de aquella década infame. Hoy hay más sexo, más política, más personajes reconocibles, más discusión estética. Y eso hace que la literatura argentina de estos días tenga más lectores que la de hace una década y pico.

-¿Si tuvieras que contarle a un extranjero, un reciente conocido, digamos, qué es Lanús (nombre de una de tus novelas, también)? ¿Cómo se lo contarías en tanto ciudad, barrio, partido y literatura?

-Lanús es un barrio de las afueras de la Capital que creció con el industrialismo de los 40 y 50 y que entró en la misma crisis de pobreza, desocupación y corrupción que acompañó a la sociedad argentina desde el Rodrigazo hasta la debacle final del 2001. Es también el territorio por donde mejor se mueven mis personajes.

-Has sido también editor independiente por muchos años. La revista "V de Vian" es uno de tus proyectos editoriales más recordados. ¿Tiene sentido hoy emprender una aventura editorial o te quedas en la web?

-Hoy no me parece tan viable hacer una revista de papel. Creo que si tuviera veinte años menos (este año se cumplen veinte años desde que comenzamos con "V de Vian") haría un blog y fundaría una editorial para sacar libros. Los tiempos han cambiado.

-¿Cómo está la salud de "La mujer de mi vida", otro proyecto muy interesante?

-Sigue en papel trimestralmente. Es una revista cultural profesional que nos encanta hacer y que vamos a seguir haciendo. Contamos con una persona dispuesta a perder plata a cambio de que nosotros sigamos haciendo esta locura que es una revista de papel. Y cuando digo nosotros, digo Ricardo Coler, Marcela Basch, Daniela Kozak, Amalia Sanz, Eugenia Zicavo, Kalil y un gran equipo de colaboradores.

-¿Hay lectores para la literatura de estos años? Y si los hay, ¿cómo los caracterizarías?

-Un público curioso. Y si bien la curiosidad mata al gato, también permite que salgan cada vez más ediciones de autores argentinos de estos días. No está mal, ¿no?

 

Monotonía del mal

Desde el lugar más alto de su propia vida y carrera, un exitoso empresario nacional decide lanzarse en picada. Lo hará de un modo torpe y estrafalario. Después de tanto cuidar las formas y el patrimonio, su decisiones en procura del abismo se volverán más y más definitivas. Se involucrará con los bajos fondos, con la prostitución adolescente y sostendrá una angustiosa mentira hasta que la realidad lo golpeé con intensidad fatal.

Esta espiral autodestructiva aparece relatada con vertiginoso ritmo en "Oscura monótona sangre", de Sergio Olguín. El libro avanza a las carreras, apurando cada bocanada de aire hacia el siguiente casillero de la degradación. Su protagonista, dice Olguín en la entrevista con "Río Negro", no conoce sus propias razones pero tal vez una de las respuestas a su decisión se encuentre en el mismo título de la novela: un hombre atribulado por la monotonía de lo "adecuado" encuentra en la sangre una salida a su aburrimiento. Una fuga hacia un mundo con nuevas proyecciones. Al fondo del espejo, sin embargo, sólo lo espera la monotonía del mal.
 



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