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Hacia un desarrollo armónico | ||
Chacras o negocio inmobiliario no es el tema de fondo. Para el autor, es necesaria una mirada integral. | ||
El ejido municipal quedó definido por el decreto nacional Nº 8464/43, firmado por el presidente Ramírez en 1943. Se determinó una superficie total de 12.826 hectáreas con 387 destinadas al casco urbano. En el actual Código Urbano, del 15 de abril de 1982, decretado durante la última dictadura militar, se establece una estructura urbana definida según las hegemonías culturales de hace 28 años, donde puede observarse qué parcelas están afectadas al espacio urbano y cuáles integran la zona rural. En dicha legislación, aun vigente y sin actualizaciones, se incluyen áreas de reserva urbana para el potencial crecimiento de la ciudad, tema que requiere de un tratamiento específico. Esta división entre el espacio urbano y el rural, es reafirmada por el Concejo Deliberante en 1991 con una nueva Poligonal Urbana definida por la ordenanza municipal Nº 107/91. Esta poligonal, con una extensión de 12.428,55 metros lineales, contiene una superficie de 583 hectáreas destinadas al área urbana. Como consecuencia directa, toda parcela que se ubica fuera de esta poligonal pertenece a la zona rural, a no ser que esté afectada por alguna excepción. Según los datos obtenidos en el municipio en el 2008 existían 7.066 parcelas urbanas y 970 rurales. Debe tenerse presente que estos datos son eventuales: todo espacio ocupado por el ser humano mantiene una dinámica que produce cambios. A partir de la legislación mencionada, se entiende que en Allen existió (existe), una clara y específica diferenciación entre las áreas urbana y rural. No obstante, y a pesar de ello, la ausencia de políticas del Estado municipal no enmarcó el crecimiento y desarrollo de la ciudad en forma armoniosa con el espacio rural que la abraza, y menos aun con el entorno que genera el resto de las ciudades del Alto Valle. En apretada síntesis sobre la infraestructura de servicios, se observa que más del 60% del área urbana cuenta con redes de agua potable, energía eléctrica, gas natural, cloacas, y pavimento. Del resto, la gran mayoría tiene a disponibilidad cuatro servicios y generalmente falta el pavimento. Unas 40 manzanas cuentan sólo con los servicios de energía eléctrica, agua potable por red y gas natural, quedando el arbolado urbano como un tema irresuelto en toda la ciudad. En el área rural, la totalidad del ejido cuenta con energía eléctrica, mientras que las escuelas rurales cuentan con agua potable por red, lo que incluye a sus áreas de influencia. En la primera década del nuevo milenio se hicieron propuestas para ordenar el crecimiento de la ciudad, tanto desde el Consejo Municipal de Planificación como desde la confección del Plan Estratégico Allen (PEA). Omitiendo desarrollar los ejes integradores que contemplan las planificaciones sociocultural, legal-institucional, económico-productiva, y ambiental, me permito recordar las propuestas resultantes para el eje del desarrollo urbano. Fue entonces cuando la comunidad se encaminó hacia la búsqueda de una ciudad con "disponibilidad permanente de viviendas, espacialmente integrada, equilibrada funcionalmente, con un crecimiento ordenado en su periferia, buena accesibilidad, y un tránsito ordenado". Para lograr este tipo de ciudad, se priorizaron tres programas: a) el de Desarrollo Urbano, b) el de Desarrollo Habitacional y c) el de Ordenamiento del Tránsito. En cuanto al crecimiento físico de la ciudad, existen algunas condicionantes básicas. Por ejemplo, hacia el borde Norte, las bardas ofician de significativa barrera natural, requiriéndose importantes inversiones en servicios y equipamiento, además del tema referido a la propiedad de la tierra. En esta orientación sobresalen las ventajas de ser tierras libres de todo tipo de contaminación ambiental, y sin potenciales riesgos ante el colapso de las represas existentes. Con respecto del crecimiento hacia el Sur, si bien es factible la incorporación de infraestructura de servicios y equipamiento urbano, la casi totalidad de las tierras responden al uso rural productivo; la explotación frutícola es la columna vertebral económica de la ciudad y la región. En relación con el crecimiento hacia el Este, la actual disponibilidad de tierras permite considerar a esta expansión como una de las más factibles, debiéndose resolver, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano necesario, la situación de las piletas de tratamiento de los líquidos cloacales de la ciudad, y la actual apropiación ilegal de tierras. En la expansión hacia el Oeste, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano que naturalmente debe suministrarse, el mayor escollo está dado por la propiedad privada de la tierra. En el Programa de Desarrollo Urbano se definieron proyectos que determinan políticas de fortalecimiento para las tierras productivas, la relocalización de la actividad ladrillera, la consolidación de la estructura histórica de la ciudad, las actualizaciones de los códigos urbano y de edificación, la definición de una política local de uso de tierras ya urbanizadas, el estudio de cartas de oferta ambiental para la expansión urbana de la ciudad, el funcionamiento del Consejo Municipal de Planificación, y una política de estado que otorgue al área de planificación municipal una continuidad de los equipos profesionales que garanticen un crecimiento histórico coherente. En cuanto al Programa de Desarrollo Habitacional, se consideró que el interior de la poligonal urbana cuenta con una densidad bruta estimada en 36 habitantes por ha, correspondiéndose con el concepto de densidad baja, donde la edificación es de una o dos plantas, y cuyo principal destino es la vivienda unifamiliar. En el 2007, según Ieders, existía una totalidad de 6.794 conexiones domiciliarias de energía eléctrica de uso Residencial. Cada medidor de energía abastece a una unidad de vivienda. A un promedio de 3,4 ocupantes por unidad habitacional, según los datos de los Censos Nacionales de 1991 y 2001, se infiere que 23.097 habitantes tenían resueltas sus necesidades habitacionales, como propietarios o inquilinos. La proyección del crecimiento poblacional estimado para el 2007 se valuó en 26.827 habitantes, y considerando la diferencia entre ambos datos se estimó la existencia de 3.730 vecinos con problemas de vivienda, y que a partir del número promedio de ocupantes por unidad, arroja un déficit estimado en 1.100 viviendas. Respetando la actual distribución poblacional, debería resolverse con un 20% en el sector rural (220 viviendas), y el restante 80% (880 viviendas) en el sector urbano, requiriéndose en este caso la disponibilidad de una superficie de unas 30 hectáreas. Los proyectos surgidos en este programa formulan el mejoramiento de las actuales viviendas precarias, planes de viviendas rurales, consolidación de los asentamientos rurales optimizando sus servicios y equipamientos, interconectando dichos asentamientos entre sí y con el centro de la ciudad, fomentar planes oficiales de viviendas, loteos y viviendas de interés social, impulsar la realización de viviendas por esfuerzo propio para distintos niveles económicos, inversiones privadas para viviendas de alquiler o venta, efectuar capacitaciones en autoconstrucción, y permitir el pago de tasas municipales a partir de productos de elaboración propia. Por último, el Programa de Ordenamiento del Tránsito distingue cuatro tipologías de circulaciones: peatonal, la determinada por el uso de la bicicleta, la del automóvil (incluye motos) y la de camiones o vehículos pesados. Los proyectos propuestos contemplan una playa de carga, descarga y estacionamiento para camiones, un anillo de circunvalación para el tránsito pesado, la mejora del servicio de transporte público urbano y rural, calles con prioridad para la circulación peatonal, el trazado de ciclovías urbanas y rurales, optimización de la señalización vial, la reforma de la actual ordenanza de tránsito pesado donde su objetivo sea resguardar la vida humana, el mejoramiento de los accesos, incrementar la educación vial y la realización de la terminal de transportes interurbanos y de larga distancia con accesibilidad para los usuarios y para las empresas prestadoras del servicio, sin invadir ni entorpecer la circulación cotidiana de la ciudad. Aunque se estime que el Estado local no puede controlar al mercado internacional, los diferentes tipos de leyes emanadas desde la Municipalidad, en definitiva, son las reglas que permiten orientar el crecimiento de la ciudad, y por ende de la sociedad que le da forma, en sus aspectos físicos, económicos, sociales y culturales. Dijo la arquitecta Noemí Goytía de Moisset: "El ambiente es la respuesta resultante a la interacción de todas las situaciones y condiciones de vida -posibilitantes o no- de un lugar, con un grupo humano tratando de desarrollar vida y existencia en ese lugar y con esas condiciones de vida. En palabras simples, la resultante de la interacción hombre-territorio culturizado y socializado". El centenario allense nos encuentra discutiendo si defendemos los intereses del mercado que contiene a la producción frutícola o al mercado que contiene a los negocios inmobiliarios. Mientras tanto dejamos de lado la búsqueda de soluciones a los problemas habitacionales de fondo, como por ejemplo en el sector de Contralmirante Guerrico, las mejoras de los servicios públicos y de la infraestructura urbana en los barrios costeros del río Negro, o al pie de la barda norte. Lograr la integración interna de la ciudad, la integración de las áreas urbano-rurales, y del conjunto con todo el Alto Valle, es el gran desafío. Así como en un momento se definió el Parque Industrial, hoy es imprescindible definir el parque ladrillero, resolviendo los conflictos sociales y ambientales que se producen. Clausurar la playa de carga y descarga de yeso fue un paso importante para eliminar la barrera urbana más crítica de la ciudad. El actual interrogante para la población es saber cómo continuaremos la historia, si barriendo y escondiendo el polvillo bajo la alfombra, o definiendo pautas para que, además de ser una actividad económicamente productiva, nos permita vivir y crecer como seres humanos. Lo mismo ocurre con los altos niveles de contaminación por el uso de biocidas en resguardo de la producción frutícola, sin resguardar sus nocivos efectos para la vida humana. La mejor forma de planificar nuestra ciudad es la que garantiza la participación de la población, porque somos los vecinos quienes le daremos a Allen una continuidad a lo largo del tiempo, permitiendo el desarrollo armónico de nuestras potencialidades, y la corrección de los errores que cometamos. Todos nosotros interactuamos en cada instante con el espacio que ocupamos o dejamos de ocupar, con el espacio público y privado, con el espacio social e individual, y aunque muchas veces terminamos no estando de acuerdo con la propia forma que le damos a Allen, conscientes o inconscientes, siempre somos los allenses los que estamos dándole su forma. En síntesis, Allen tuvo, tiene y tendrá la forma que los allenses le damos. Definitivamente, cada uno de los vecinos debemos tener la posibilidad de poder habitar nuestro Allen dignamente, de trabajar, de circular, y de recrearnos, funciones elementales de toda ciudad, por lo que reitero, deberíamos recordar siempre que la construcción de nuestra ciudad es la construcción invisible de cada uno de nosotros, y que cada uno de nosotros somos los que irreversiblemente construimos nuestra ciudad. RUBEN ESTEBAN CABO (*) (*) Arquitecto |
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