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Cuando ellas pusieron Allen de pie
Un hito: el proceso de revocatoria del intendente Gentile. El papel de las mujeres fue clave en el proceso.

"Me gusta cuando callas porque estás como ausente" (Pablo Neruda, Poema 15)

En estos días, por un lado, somos partícipes de una "explosión de la memoria" con exposiciones, monumentos, libros, festejos, condecoraciones. Por el otro, una sutil "amnesia" enturbia la percepción de un hecho más cercano en el tiempo que significó un verdadero hito.

Aunque constituyen la mitad de la población mundial, históricamente las mujeres estuvieron confinadas en el mundo privado y su aporte al desarrollo de la sociedad fue invisibilizado a través de la naturalización del trabajo de reproducción biológica y social. Silencio y ausencia. Pero durante el siglo pasado se incorporaron al mundo público insertándose en el trabajo productivo, en la acción comunitaria social y más lentamente en el ámbito político.

Espacio público y ciudadanía son dos conceptos que se necesitan mutuamente, en tanto indican la doble dimensión del ciudadano: como sujeto pasivo del goce de derechos y como sujeto activo en la producción de tales derechos. En tanto esos derechos no son respetados, las necesidades y las demandas se extienden y transforman al espacio público en el lugar de redefinición de responsabilidades, derechos y garantías.

El proceso de revocatoria del intendente Ulises Gentile entre 1998 y 1999, "El grito de Allen" -como lo llamó el padre Luis Klobertanz- no fue un hecho menor en la historia política regional. Irrumpió en un estado de relaciones de poder inscribiéndose dentro de las reglas de juego: la Carta Orgánica de la ciudad establece entre el art. 98º y el 103º que "?se puede revocar el mandato de los funcionarios públicos electos en caso de ineptitud, negligencia o irregularidades en el desempeño de sus funciones".

Se gestó entre octubre de 1998 y marzo de 1999, mucho antes de que la crisis de 2001 fogoneara el protagonismo y la participación ciudadanos. Se dio en Allen, una comunidad estigmatizada por su apatía, prisionera de un pasado que se recuerda espléndido y de un presente que rezumaba descontento, bronca, humillación. Fue una acción colectiva orientada a mantener una demanda: la destitución de un intendente considerado responsable de la crisis económica, social e institucional que atravesaba su gobierno e incapaz de sumir la voluntad política de producir los cambios que tal situación ameritaba. Y fue un fenómeno que hizo visible el protagonismo de las mujeres como generadoras de prácticas cívicas, como sostenedoras de un proceso que fue largo -duró seis meses- y difícil ya que hubo que enfrentar a todo el aparato partidario de la mayoría gobernante.

Hace más de once años que el pueblo de Allen puso en práctica con éxito los mecanismos de la democracia participativa. Once años pueden parecer pocos en el devenir histórico de un pueblo y en la consiguiente toma de conciencia del inmenso poder que tiene la ciudadanía y de su capacidad para cambiar la realidad en que vive. Pero también pueden ser suficientes para obstaculizar, opacar e inmovilizar la soberanía popular e impulsar acciones profundamente disociadas de la deliberación pública y del control de gestión.

Es por eso que resultó interesante conocer el análisis que hacen hoy algunas de las mujeres que protagonizaron con férrea convicción un proceso racional, democrático, legal. Qué significó a nivel personal su participación en un hecho de semejante envergadura, cómo repercutió en la vida cotidiana o profesional, qué grado de satisfacción o de desencanto experimentaron después de la euforia de aquel 16 de marzo de 1999. Los testimonios.

María Olga Lorente (docente jubilada, referente de la Parroquia Santa Catalina): "Una tiende a subvalorar las oportunidades que tiene la sociedad civil de influir sobre el sistema político. Pero cuando el pueblo se moviliza a partir de un reclamo que se considera justo, cambian las relaciones de fuerza. Educada en la aceptación, en el no cuestionamiento, aprendí la importancia de analizar qué cosa beneficia a quién, me sentí capaz de fundamentar una posición contraria a los intereses de mi entorno, me reafirmé en la idea de que la violencia no puede vencer al poder de la convicción, de la comunicación, del consenso. La experiencia marcó mi vida en el sentido de que amplió mi mirada, me inquietó y acrecentó un compromiso social que ya venía ejercitando".

Noemí Durán (docente jubilada, comerciante, dirigente de un club de servicio): "Mi actuación no fue tan relevante como la de otras compañeras. Sí reconozco que la prédica constante del padre Luis Klobertanz me motivó a participar: despertó la conciencia de las mujeres, nos impulsó y nos preparó para la acción social y política. A través de los centros comunitarios barriales las mujeres abandonaron su invisibilidad y su silencio. La experiencia nos modificó en el sentido de la ruptura de la indiferencia y del conocimiento de las herramientas que provee la misma democracia".

María Esther Arrese (ama de casa, trabajadora rural, dirigente del Barrio Mir-Del Pino, representante de las Juntas Vecinales en el Consejo de Salud Local): "Creo que me fortaleció en el convencimiento de que es necesario insistir, perseverar tozudamente para conseguir que algo cambie. Sigo trabajado por el barrio y también por mejorar las condiciones de nuestro hospital. Nosotros conformamos un grupo que se atrevió, que se enfrentó a un poder que recurrió a todas las chicanas posibles para desestimar nuestros reclamos. Las mujeres hicimos de todo: campañas de concientización por los barrios, en los negocios, en las calles; repartimos panfletos, organizamos marchas, fuimos a los medios. Y por más que pretendieron atemorizarnos no lo consiguieron".

Sonia Conejero (ama de casa, vecina de la calle 14 de abril): "Participar tan activamente en el proceso de revocatoria me cambió la vida, en realidad sufrí un perjuicio enorme: me robaron, perdí mi capital y quedé tan marcada que cuando solicité ayuda para poder refinanciar mis deudas desde los organismos oficiales se me cerraron todas las posibilidades. Hoy continúo actuando en actividades solidarias, pero con menor capacidad de lucha. Pienso que participamos en una gran pulseada y que, en ese momento, ganamos, pero siento mucho desencanto porque no se logró que la ciudad avanzara, la mentalidad de la gente siguió siendo la misma".

Nélida Tolosa (Fundadora y coordinadora de del Servicio Social "Manos Entrelazadas"): "Me maravilla haber sostenido como grupo un proceso en el que la toma de decisiones fue horizontal, sin contaminaciones de ninguna índole. Considero que el estado de deterioro social y económico que denunciamos en ese momento fue consecuencia del abandono de sucesivas gestiones que vaciaron de contenido las instituciones. Si algo perdí fue la ingenuidad respecto de los disvalores que guían las acciones de los políticos: amiguismo, corporativismo, obsecuencia. Y a pesar del protagonismo que tuvimos las mujeres en esta acción colectiva -casi un 70% de los votantes correspondieron al padrón femenino-, puedo asegurar que no es cuestión de género, para participar en política hay que aceptar esa urdimbre de trampas, complicidades y violencia que forma la estructura de los partidos tradicionales y en ese sentido poco importa si sos hombre o sos mujer. En lo personal cuestiono a esa clase media formada profesionalmente que no se compromete cívicamente, que se muestra complaciente porque teme perder sus privilegios. Aun así siento que se modificaron las relaciones de poder: hoy los funcionarios tienen claro que la desidia, la inoperancia, la frivolidad pueden ser desafiados mediante la utilización de instrumentos legales"

Norma Torres (ama de casa, referente del Centro Comunitario San Pantaleón): "Personalmente comprobé que confrontar con argumentos es más efectivo que confrontar con violencia. Vivimos muchas emociones, especialmente el último día, cuando parecía que no llegábamos a la cantidad de firmas necesarias y a última hora hubo una catarata de adhesiones. Yo estaba en la Escuela Nº 23 y enfrente estaban los referentes del partido radical para intimidar con su presencia a los afiliados que manifestaban su acuerdo con la revocatoria. Como se trató de un voto cantado, mucha gente esperó que se hiciera de noche para que no los vieran. Quiero creer que la gente aprendió: ´Recibí la bolsa, pero no vendas tu voto´, aconsejamos por los barrios, porque por esos días corrían las chapas, las bolsas, los colchones. Allen sentó jurisprudencia y nos dimos cuenta tarde que el pedido de revocatoria debió hacerse a toda la planta política, incluido el Concejo Deliberante, porque pudimos ver cómo operaron para hacer fracasar nuestras gestiones y cómo pusieron en práctica mecanismos generadores de violencia para ensuciar la protesta.

 

Los hechos

El 1 de octubre de l998 Juan Carlos Sánchez, como ciudadano independiente, inicia el proceso invitando a la ciudadanía a firmar el pedido de revocatoria del intendente Ulises Homero Gentile. Se le imputa desgobierno y caos financiero. A la iniciativa se pliegan los gremios Soyem; UPCN, Uatre, Sindicato de Camioneros, Unter, Osecac, militantes políticos, la CICA, y ciudadanos de un amplio espectro, quienes más tarde formarían la Multisectorial. El 9 de octubre más de 500 personas recorren las calles bajo el lema "Allen marcha por un cambio". 

El 15 de octubre presentan en la sesión del Concejo Deliberante 1.774 firmas (más del 10% del electorado requerido por la Carta Orgánica). Se cumple así el primer paso de la revocatoria.

El segundo paso se inicia el 15 de febrero de 1999, luego de que una medida cautelar y un recurso de amparo inhibieran lo resuelto por el Concejo Deliberante y garantizaran la participación ciudadana. El 16 de marzo 3.083 firmas (se requería el 20% del padrón, es decir 2.500) avalan el pedido de referéndum popular para determinar si el intendente debe continuar o no. El 70% de esas firmas eran de mujeres. El 23 de marzo, por pedido del gobernador Pablo Verani, Gentile renuncia al cargo de intendente y más tarde a su candidatura a legislador.

 

Aquí están, éstan son

En las líneas que siguen, los nombres de quienes sostuvieron, desde sus inicios, con férrea voluntad y convicción, todo el proceso legal que se desarrolló durante los meses de verano, aunque para ello tuvieran que resignar días de descanso y vacaciones.

Nombres

Ellas son: María Concepción Cides, Norma Torres, María Arrese, Miriam Prospitti, Nélida Tolosa, Inés Navarrete, Sonia Conejero, María Olga Lorente, Gloria Lucero, Mónica Ceballos, Liliana Cancellieri y María Antonia Gómez.

Fiscales

Actuaron como fiscales, en la habilitación de los libros para el registro de las firmas del 20% del electorado: Irene Ascenso, Dora Cardetti, Mirta Bonoff, Mirta García, Silvia Copes, Marta Andreoli, Diana Antonietti, Graciela Cancellieri, Eva Sierra, Felipa Recalde, Teresa Corihuala, Robertina Piergentili, Andrea Thea, Noemí Durán, Mariela Pérez y Mariela Jios.
Vale recordar que el 70% de quienes pusieron su firma fueron mujeres.

 

Marta Tenebérculo (*)

(*) Docente. El proceso de revocatoria es el tema de su tesis de Licenciatura en Comunicación Social.



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