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Parque Luis Antonini
Quininientas firmas para evitar que siga muriendo a causa de la desidia.

Conocí el Parque Norte en 1984, en oportunidad de realizarse en Neuquén capital el Primer Congreso Provincial de Arbolado Urbano. Lo recorrimos y lo festejamos como un logro estupendo para la calidad de vida de toda esa comunidad... lamentablemente, desde esa fecha hasta el día de hoy sólo me han llegado malas nuevas por el abandono, falta de riego y vandalismo.

Hace pocos días he recibido una nota de Blas López Cepero, uno de los organizadores junto con Diana Isasi de Porley (fallecida), de todas las jornadas de arbolado urbano que por una década ha organizado la provincia desde esa fecha. Ese parque recibió el nombre de Juan Luis Antonini, por ser el paladín de su defensa. A pesar de que el 26 de marzo más de 500 vecinos efectuaron un airado reclamo por escrito a autoridades municipales para que cese la mortandad de ejemplares arbóreos, todo indicaría que nada ha cambiado.

Los caminantes, ciclistas y deportistas en general que diariamente se esparcen y recrean en medio de esta formidable masa boscosa, se han acostumbrado a deambular entre restos de leña, sabiendo el peligro de incendio que ese material representa; más aún cuando el suelo y los árboles se encuentran totalmente secos por el abandono por parte de los responsables municipales.

Las dos cisternas que para los dos riegos semanales previstos se encuentran en el lugar, están permanentemente vacías. Con este estrés hídrico crónico, las plantas que aún no han sucumbido se ven sometidas a ataques de plagas que su debilidad les impide resistir. Por supuesto existe la tecnología para aliviarles el sufrimiento, pero aquí también campean la desidia y el abandono.

Por todo eso, los firmantes de la nota reclaman con carácter de urgente las siguientes medidas:

 

- Completar la postergada obra de ampliación del riego.

- Asignar el personal municipal necesario.

- Verter diariamente el volumen requerido de agua.

- Remover el material vegetal combustible.

- Curar las plagas crónicas y mantener la sanidad del bosque.

Los follajes rojizos y marrones de los cadáveres arbóreos en pie, ya forman parte del paisaje triste y lamentable de lo que fue la masa boscosa de protección aluvional de la ciudad, allá por la década del ´70. Las cortezas negras, producto de las plagas forestales incontroladas son tan comunes y prolongadas en el tiempo, que los usuarios del parque están convencidos que se trata de curiosas variedades de las especies allí implantadas. Esperemos que el tan promocionado canal desde el Mari Menuco, también sea en beneficio de estos seres silenciosos que literalmente están muriendo de pie.



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