Antonio De Michelis habla pausado. Se lo nota calmo y preciso a la hora de explicar. Y precisamente eso hizo, y mucho, en la región del Alto Valle, hasta donde llegó días atrás para ofrecer una jornada técnica sobre secado de frutas y hortalizas que tuvo hasta más éxito del esperado.

Más de un centenar de personas participaron del curso, donde se abordaron desde los detalles de las técnicas más empleadas hasta las necesidades tecnológicas que implica pensar en un negocio a mayor escala.

De Michelis habló largo y tendido y satisfizo todas las inquietudes de su vasto y variado auditorio, como, por ejemplo, cómo se prepara cada producto, cómo son los procesos, por dónde conviene arrancar y cuáles son las mejores opciones y técnicas, entre otras.

Será por eso que este ingeniero químico y doctor en Ingeniería que trabaja en el INTA de El Bolsón prefirió ´correrse´ un poco de la charla técnica y contar a "Río Negro" su experiencia con los microemprendedores.

Así abordó las dificultades "más persistentes" a vencer, la necesidad de agruparse y fomentar el asociativismo entre aquellos que tienen ganas y voluntad de llevar adelante una actividad primaria. A continuación, los aspectos salientes de la charla mantenida con el profesional.

-¿Por qué tanta convocatoria?

-A la gente le interesa conocer muchas cosas pero, básicamente, cómo secar, qué tratamientos hay que hacer previamente al producto para secarlo y, respecto del funcionamiento de los equipos, qué es lo que se puede usar, cómo son, cómo hay que manejarlos.

-¿Es una alternativa válida para desarrollar a baja escala?

-Sí, en alimentos se puede trabajar a escala pequeña, mediana y alta y no hay ningún inconveniente. Pero el problema de trabajar en pequeña escala es que el país no ha desarrollado tecnología para las pequeñas escalas, entonces es como que hay que armarlo todo, incluso en este tipo de emprendimientos, como en la cooperativa de hongos Girpat (de Roca), normalmente son emprendedores que tienen mucha fuerza pero no tienen instrucción. Entonces han logrado comprar equipos pero no tienen instrucción en la temática, y por eso es necesario trabajar en varios aspectos, desde la materia prima, al inicio de la cosecha, hasta cómo terminar envasando el producto y cómo venderlo. Ésta es una problemática seria para estos emprendimientos porque, primero que nada, no van a contar con ninguna distribución. Ninguna distribuidora les va a tomar su producto porque no le conviene económicamente o tienen que cobrar tanto que eso hace impracticable la venta. Entonces la comercialización la tienen que hacer ellos. Y además, para poder comercializar tienen que estar habilitados legalmente.

-¿Ésa es la mayor dificultad?

-Y... esa etapa es difícil, porque donde uno procesa hay que invertir, (entonces) hay que salir y convencer al consumidor de que el producto es bueno.

-Igualmente hay muchos que se animan...

-Hay experiencias, pero no hay gente formada para trabajar estos aspectos. Así que el acompañamiento de estos emprendimientos no es fácil, pero ahora las instituciones están como interesándose más, como tomando la idea concreta. Estos microemprendimientos son generadores de una economía extraordinaria: con muy poca inversión ocupan mucha mano de obra y mueven un montón de plata. Y la plata la mueven en el lugar en que están. Económicamente son muy importantes.

-¿Cómo es el escenario general para esta actividad?

-La Patagonia es una región muy emprendedora, hay mucha gente que hace diferentes cosas en pequeña escala e intenta venderlas, pero me da la impresión de que esto va a empezar a crecer muy fuertemente. Éste es un rubro que no está medido ni está legislado, el de los microemprendi- mientos.

-¿Se pueden secar frutas y hortalizas con poco?

-Con muy poco. Para secar hace falta una bandeja y un patio limpio. El problema después es tener que pasar el tema bromatológico y salir a vender. La tecnología de secado y lo que tenés que invertir puede ser desde pocos pesos a muchos pesos. Hay mucha tecnología disponible. El tema es el capital con el que se cuenta.