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Un yacimiento de tight gas en las chacras rionegrinas
Ya están perforando hasta profundidades superiores a los 3.500 metros para cumplir con uno de los primeros contratos con precios plus de la producción proveniente de arenas compactas.

Uno de los primeros contratos con precios plus de venta del gas atrapado en arenas compactas proviene de una provincia de escasa estirpe petrolera y de una zona en la que la principal actividad económica no es la hidrocarburífera sino la fruticultura. La empresa estadounidense Apache ya está perforando en su yacimiento Estación Fernández Oro, en medio de manzanos y perales y a metros del río Negro, para llegar a los 3.600 metros de profundidad y poder cumplir el año que viene con el compromiso de entregarle 1.500.000 metros cúbicos diarios a la central Loma de la Lata.

La apuesta es por duplicar la producción de gas el año que viene, con los doce pozos que se perforarán este año y una cifra similar en el 2011.

Apache ya tiene en Estación Fernández Oro un pozo de tight gas en producción y otros dos se encuentran a punto de entrar en la misma fase.

Esta empresa norteamericana que recibió al gobernador neuquino Jorge Sapag en su reciente visita a Houston, en Estados Unidos, se quedó hace unos años con buena parte de los activos de su compatriota Pioneer en la Argentina.

En realidad, a juzgar por lo que encontró Apache en la Cuenca Neuquina, más que activos Pioneer legó pasivos ambientales en estas tierras (que al parecer había heredado de los operadores anteriores, YPF y Pan American Energy).

Estación Fernández Oro es ejemplo de ese mal manejo, a tal punto que debió montar una planta de lavado de suelos que tiene aún medio año de trabajos por delante.

Por exigencia del Departamento Provincial de Aguas (DPA) y el Consejo de Ecología y Medio Ambiente (Codema) la empresa está levantando una franja de dos metros del suelo; esa tierra se lava con solventes y productos inorgánicos y luego se restituye.

Tal vez por su ubicación este yacimiento tiene su propia planta de gas, que separa gasolina, butano y propano del gas natural.

Es llamativo cómo convive ese ambiente petrolero, tan propio de la estepa árida, con las chacras de esa zona productiva del Alto Valle y con el río Negro de por medio, porque el yacimiento se extiende a ambas orillas.

De hecho, el ala sur de Estación Fernández Oro está en producción, aunque modesta. Los hidrocarburos cruzan el río a través de una pasarela que tiene no menos de 40 años. Por allí se conducirá el gas del único pozo de gas de arenas compactas que Apache perforará en esa orilla.

Ése es otro desafío del yacimiento porque la logística tiene sus complicaciones: para cruzar el río con equipos pesados es necesario usar un puente, de esos que no abundan: las opciones son Las Perlas o Paso Córdoba, pero para llegar al primero de los dos hay que atravesar la ciudad de Neuquén.

De todos modos, en el mundo petrolero están acostumbrados a sortear obstáculos y a moverse con lentitud pero con certeza. No porque sí las inversiones son tan altas en este negocio.

Precisamente, la empresa, a juzgar por la cantidad de pozos proyectados, planea invertir en Fernández Oro unos 120.000.000 de dólares.

El objetivo, según contó Andrés Steckinger, superintendente del yacimiento, es duplicar la producción de gas y colocar en el tope la producción de la planta de gas.

Este yacimiento será uno de los dos proveedores del gas que Apache le venderá desde el año que viene a Pampa Energía, el grupo de los hermanos Mindlin, para su central Loma de la Lata. Apache también utilizará la producción de otra área que está bajo su concesión, Anticlinal Campamento, en territorio neuquino.

Pampa está instalando en su planta eléctrica neuquina una nueva turbina, de 178 megavatios (MW) de potencia, que usará como fuente de calor los gases que generan los tres grupos existentes, que suman 370 MW. Cerrará así el ciclo, generando más energía con la misma cantidad de gas y evitando la liberación de dióxido de carbono a la atmósfera.

El acuerdo entre Apache y Pampa tuvo el valor de ser el primero que premia con el programa Gas Plus un proyecto de arenas compactas, con un precio no sólo mucho más alto que el del mercado sino similar al que se paga para importar desde Bolivia: 5 dólares por millón de BTU.

 

Cigüeñas entre perales y manzanos

Aunque hubo enormes avances en los últimos años, la actividad petrolera y el cuidado del medio ambiente nunca se llevaron muy bien. Pero en Estación Fernández Oro hay desafíos mucho mayores porque el yacimiento, más que estar rodeado de chacras, comparte sus cigüeñas con perales y manzanos, todo prácticamente en un mismo terreno.

Como si esta forma de explotación de hidrocarburos no fuera ya lo suficientemente heterodoxa, hay que tener en cuenta que el área está atravesada por el río Negro, con lo que la operación adquiere desafíos mayores.

Como le ocurre a Pluspetrol con su yacimiento Centenario, que ocupa parte de las ciudades de Neuquén y Plottier donde tiene nulas posibilidades de planear perforaciones en una buena porción del territorio dado en concesión, Apache debe planificar muy bien sus trabajos porque el equilibrio entre las dos actividades económicas es delicado. La idea es trabajar en islas, que ya están identificadas. Los reservorios de gas que están en el subsuelo de este yacimiento tienen rápida declinación, lo que obliga a pensar en estimulaciones y nuevas perforaciones.

 

Hasta lo más profundo

Desde el yacimiento Estación Fernández Oro, Apache vende unos 120 metros cúbicos diarios de petróleo, 300.000 metros cúbicos de gas y unas 30 toneladas de propano y butano.

Como si se tratara de una milhojas, en la Cuenca Neuquina hay diferentes hidrocarburos atrapados según la profundidad. No todos son comercialmente atractivos porque en la oportunidad de explotar gas y petróleo no intervienen solamente factores técnicos sino además -sobre todo, podría decirse- económicos. En este yacimiento el petróleo se extrae, en la formación geológica Quintuco, a una profundidad de entre 2.200 y 2.700 metros, algo así como el equivalente a un rascacielos imposible de 700 pisos pero invertido.

El gas que se vende por ahora desde aquí está a unos 2.700 metros de profundidad, en la formación Lajas.

Pero para llegar al gas atrapado en arenas compactas hay que llevar el trépano hasta los 3.500 ó 3.600 metros. Son varias semanas de perforaciones, no ya con la incertidumbre de un pozo exploratorio sino con la certeza de uno productor.

Por estos días, el movimiento de camiones y tractores de la cosecha de manzana se confundió en esa zona del Alto Valle rionegrino con las torres y demás equipos desmontables de la producción de hidrocarburos.
 



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