|
||
La cuna del fútbol chacarero | ||
Es parte central de la historia de Barda del Medio. .En 1966 creó el mítico Torneo de Galpones. | ||
¿Cuántas obras del siglo caben en cien años? Tantas como el hombre sea capaz de levantar bajo el influjo de su propio asombro. Para los 60, El Chocón lo fue. Pero para entonces ya existía el Dique Ballester, esa monumental obra hídrica que logró domar al bravo río Neuquén y sus crecidas. Iniciada en los albores de 1910, el Dique Ballester es antes que del siglo la obra del Centenario. Por entonces el país comenzaba a celebrar los cien años de la Revolución de Mayo. Aquel 17 de marzo, el presidente Figueroa Alcorta y su ministro de Obras Públicas, Ezequiel Ramos Mejía, sabían que sobre la piedra basal que colocaban allí, en un lugar sin referencia alguna más que el dato ferroviario de ser el kilómetro 1218, si es que la Argentina nace en Buenos Aires, se levantaría una obra que cambiaría el destino del lugar. Sabían también que crecerían allí colonias y chacras, luego ciudades y más civilización. Pero no imaginaban ni Ramos Mejía ni Figueroa Alcorta ni nadie en aquel 17 de marzo que allí se fundaría el club Obrero Dique Neuquén, o el corazón místico del fútbol chacarero. El fin de aquella ceremonia protocolar fue el inicio de los trabajos de cientos de obreros que se establecieron en campamentos organizados por Agua y Energía de la Nación, la empresa encargada de construir el dique. Y con ellos pronto se establecieron allí sus familias, ingenieros, técnicos y contratistas europeos. En 1930 el dique estaba casi terminado y la red de canales de riego llegaba hasta Chichinales. La población del campamento instalado en Barda del Medio alcanzaba a 600 familias. Había escuela, biblioteca, asistencia médica y comodidades urbanas como el alumbrado público. Les faltaba el club social y deportivo. El 27 de febrero de 1930, Agua y Energía decidió fundar el Club Obrero Dique Neuquén y vestirlo con los colores negro y rojo. Con el club, el campamento fue definitivamente otra cosa. Se instaló un cine de lujo con butacas pullman, una pista de baile al aire libre y se hicieron canchas de fútbol, tenis y bochas. De la mano de obra empleada para la construcción del dique surgieron los grandes valores del fútbol de ese pedazo del valle. En 1934, Obrero Dique Neuquén junto con Unión Alem Progresista de Allen y Cipolletti deciden fundar la Liga Confluencia, que pronto organizaría los torneos oficiales de fútbol. Por su participación en la génesis liguista, Obrero Dique Neuquén pierde su denominación original porque no podía incluir en su nombre nada referido a Neuquén, por lo que pasó a llamarse simplemente Club Obrero Dique. La primera competencia oficial se disputó ese año y el ganador resultó ser Obrero Dique, siendo así el primer campeón de la Liga Confluencia. Nacía el primer gran clásico del fútbol zonal: Obrero Dique-Cipolletti. Habla Arturo López: "Se armaban lindos partidos con los equipos de Cinco Saltos: el propio club Cinco Saltos y Experimental. Pero el verdadero clásico era con Cipolletti. Ese fue el primer clásico de la zona. Cuando se cruzaban se paralizaba el valle. Ellos siempre tuvieron grandes equipos, son los más ganadores, pero cuando venían a Barda eran otra historia. Esos clubes jugaban un torneo aparte cada vez que se enfrentaban. Como equipo ellos siempre eran más, pero Obrero Dique lo desafiaba con las individualidades. Siempre tuvo muy buenos jugadores". ¿Cuál era la clave para tener siempre buenos jugadores? La obra del Dique: "El club buscaba jugadores de fútbol, pero como era amateur, se les daba trabajo en la obra o en alguna actividad relacionada a ella. Traíamos a los mejores futbolistas de la zona. Acá tenía un equipo y trabajo". Nacido y criado en Barda del Medio, Arturo López le dedicó su vida a Obrero Dique desde que en 1950, con 17 años, se desempeñó como prosecretario. Recién 40 años después ocupó la presidencia, por 7 años. Sigue: "La cancha era una fiesta cada vez que venía Cipolletti. En los años 40, 50 y 60, no había mucho por hacer un domingo. El club reunía toda la actividad y el fútbol era una de ellas. Imagínese cuando nos visitaba Cipolletti. Igual que cuando nosotros íbamos a la vieja cancha de ellos". Un Obrero Dique-Cipolletti de fines de los 50 fue el partido en el que un adolescente Osvaldo Soriano por entonces vecino de Cipolletti creyó ver ejecutar "El penal más largo del mundo", que luego, ya escritor, transcribió en un maravilloso cuento. Otros nombres, otros equipos y los hechos no exactamente como ocurrieron, sí? pero se trató de un Obrero Dique-Cipolletti de domingo por la tarde, con las tribunas de madera repletas con la gente todo el valle. Un clásico de pasiones y rivalidades encontradas en un rincón de la Patagonia de los 50 y tan lejos de las luces del fútbol grande y las tapas de El Gráfico era literatura picando en el borde del área grande. Y Soriano, al fin y al cabo un "9" de raza, la clavó en el ángulo. Pero Obrero Dique tenía guardado un as en la manga que haría del fútbol valletano una verdadera revolución: el torneo de galpones que en 1966 creó el club de Barda del Medio para financiar sus actividades y el fútbol liguista. "Fue algo extraordinario", recuerda López, uno de sus ideólogos. "Como el ferrocarril extendió su línea desde Cipolletti hasta Barda del Medio para transportar los materiales para la obra del dique Ballester, se levantaron muchísimos galpones de empaque que utilizaban el ferrocarril para transportar la fruta hacia el resto del país. Cada galpón formaba su equipo y se inscribía en el torneo. La Liga no arrancaba hasta que el torneo de galpones no terminaba porque era muy grande la atracción que generaba y la convocatoria de gente. Se jugaba en la cancha de Obrero Dique. Además ocurría otra cosa: muchos jugadores de los clubes de la Liga Confluencia jugaban también para los galpones y sus dueños no querían perdérselo por nada del mundo. Primero el torneo de galpones, después la Liga. El torneo de galpones se disputó en forma ininterrumpida durante más de 40 años, pero ya no. El fútbol federado y el profesionalismo arrasaron con todo, se lamenta López. Obrero Dique, uno de los tres fundadores de la Liga, tiene serias dificultades para competir y el valle ya no se paraliza con un Obrero Dique-Cipolletti. Pero en algún lugar Alejandro Bravo seguirá clavándola en el ángulo, Aldo González atajará la pelota imposible y Albino Bravo dibujará gambetas a la sombra de las alamedas. Siempre habrá un lugar para los cracks de Obrero Dique. Los héroes del fútbol chacarero. |
||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||