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Círculo que perpetúa pobreza

Desde la OIT alertaron sobre esta problemática laboral en su documento "Propuestas para una política de trabajo decente y productivo para la juventud", del 2008.

Allí se señala que los jóvenes desempleados que no asisten a la escuela "constituyen un subgrupo especialmente vulnerable desde diversos puntos de vista". Se sostiene que el abandono de los estudios se debe a "la necesidad de completar los insuficientes ingresos familiares mediante la inserción en el mercado laboral. Pero la deserción escolar culmina un círculo de pobreza, debido a la dificultad de superar, en un contexto de crecientes demandas educativas, la barrera del empleo precario, de la inestabilidad laboral y de bajos ingresos".

Se agrega que en el total urbano nacional se contabilizan 463.400 jóvenes en esta situación, de los cuales un 57,9% no culminó los estudios secundarios. Una elevada proporción (51,5%) proviene del 25% de los hogares más pobres.

Por otro lado, los jóvenes que no trabajan "constituyen el desenlace de un proceso marcado por el ingreso temprano al mercado laboral, el abandono de los estudios formales y los sucesivos fracasos en la búsqueda de una inserción laboral estable, con el consiguiente efecto de desaliento y retiro temporario del mercado de trabajo. Y se agregan "la anomia y el riesgo social, en muchos casos vinculado al desarrollo de formas ilegales y extralegales de subsistencia". Se contabilizan 756.200 jóvenes de 15 a 24 años en esta situación, de los cuales el 68,3% no culminó los estudios secundarios. Un grupo compuesto en su mayoría por mujeres (73%) y una enorme proporción (55,2%) reside en hogares en situación de pobreza.

El estudio considera particularmente vulnerables a 965.000 jóvenes con empleo precario que abandonaron sus estudios. Prácticamente dos terceras partes (65,5%) son varones. El 70,4% vive en hogares vulnerables, pobres o indigentes.



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