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"Un horno, 700 kilómetros abajo" | ||
Este ingeniero en electricidad de 68 años siempre se interesó en sismos y terremotos. Desde 1974 lidera el Instituto de Sismología de Mendoza, que estudia esta Tierra que -diría Bernard Shaw- de tanto en tanto "se pone algo histérica". Por qué Argentina sufre menos que Chile. | ||
-¿Y por qué dedicarse al estudio de sismos y terremotos? -Ya siendo muy pibe me interesaron... y bueno, seguí y seguí en ese interés. Cuando comencé a estudiar ingeniería me enviaron a Chile a hacer un curso sobre todos estos temas y el interés se acentuó. -¿Alguna vez sintió un sismo o terremoto en carne propia? -Sí, el 3 de marzo del 85 en el Puerto de San Antonio, Chile. Ese año llegó con temblores, sismos y terremotos. En enero, creo que el 26, le tocó a Mendoza y en septiembre, a Ciudad de México, un terremoto muy duro. Pero nunca estuve en el epicentro de fenómenos de esta naturaleza. -¿Le agarró jabón? -No, no, pero siempre tomo mis precauciones. -¿En la vida cotidiana? -Y, le doy un ejemplo. Cuando voy a la Casa de Gobierno de Mendoza, que tiene siete pisos, subo por el ascensor y bajo por la escalera porque, si hay un temblor, no me gustaría quedarme encerrado en un ascensor trabado entre pisos. Yo sé lo que usted me va a preguntar ahora... -¿Qué le voy a preguntar? -Por qué no uso también la escalera para subir si es que el ascensor también se puede bloquear por un temblor cuando estoy subiendo. ¡Qué quiere que le diga, tengo 68 y me agito un poco! -Entonces reparte riesgos, deshoja la margarita: me toca, no me toca? -Algo de eso, algo de eso. Y le cuento más: si voy al teatro, por ejemplo, a veces caigo en que la obra termine rápido, porque mire... no es necesario que un sismo o un terremoto sean muy fuertes para que la gente se asuste. Con un temblor suave, incluso, la gente puede salir disparando para cualquier lado y ahí está el problema. Pero bueno, sigo viviendo en Mendoza, que integra una región con larga historia de ser blanco de temblores, sismos, terremotos... -Respetuosamente, medio mazoca lo suyo, ¿no? -Y, Mendoza es muy linda, muy linda... la quiero y arriesgo. -Y, el amor tiene estas cosas... -Las tiene. -¿El terremoto más duro que haya soportado Argentina fue el de San Juan, en 1944? -No, no. -Piruetas tiene la historia, ¿no? -¿Por qué? -Porque, de ese terremoto, uno de los edificios céntricos que se salvaron fue la casa de Sarmiento, que tenía más de un siglo. Y porque, debido a ese terremoto, en un festival en el Luna Park en solidaridad con los sanjuaninos se conocieron Eva y Juan Perón y gracias al terremoto se armó semejante parejita... -Así es, así es, pero no fue el terremoto más duro que soportó San Juan, al menos hasta podemos recuperar historia, porque antes hubo uno en Albardón, en un octubre cuyo año no recuerdo en este momento, y que fue de grado 8,2. Y también el de 1861, que destruyó Mendoza. -Hay amplio conocimiento sobre las causas que provocan sismos y terremotos. Huelga hablar de ellas, pero ¿la ciencia puede avanzar o ha avanzado en cuanto a predecir estos fenómenos? -No, no. A lo sumo se puede, siempre en el campo de la especulación, reflexionar sobre eventuales ligazones, pero no más. Le doy un ejemplo, pero siempre en ese marco. Veinticuatro horas antes del terremoto que acaba de sacudir Chile y con epicentro en Concepción, se dio un sismo relativamente fuerte -de 5,5 grados en la escala de Richter- en la Dorsal Medio-Atlántica que podría eventualmente, mediante su estudio, su seguimiento, ser definido por lo que yo suelo llamar "sismos precursores" de otros sismos. Pero reitero: es algo a probar. -¿Cómo es la dialéctica -por así definirla- de esa dorsal? -Tiene dos placas en interacción: la africana y la sudamericana. En esa interacción liberan energía que produce corrimientos de ambas placas, movimientos que pueden influir en la placa Nazca, que es la del Pacífico. Pero no se puede formular un dictamen preciso para el caso actual de Chile, porque uno no sabe hacia dónde liberó el grueso de la energía la interacción de las placas de la Dorsal Atlántica. -¿Por qué la costa del Pacífico sur de nuestro continente, para ser más preciso, siempre es más sensible a sismos y terremotos que la costa del Atlántico? -Porque la del Pacífico tiene placas -Nazca y Pacífico- que están en permanente interacción cerca del continente, mecánica que genera tensiones que repercuten en el continente. La costa del Atlántico, en cambio, no tiene interacción cercana entre placas... los movimientos se dan sobre la dorsal del Atlántico, que está en medio del Atlántico Sur. Ésta es la razón por la cual nuestra costa atlántica está ajena a terremotos aunque pueda, eventualmente, sentir suavemente repercusión de sismos y terremotos que suceden en el Pacífico. Es decir, más hacia el oeste argentino, mayor posibilidad de sentir los efectos de un sismo o un terremoto; hacia el Este, menos posibilidades o, en todo caso, ninguna de ser blanco de un movimiento destructor por excelencia. -¿Sismo y terremoto se diferencian por el grado de destrucción? -En su esencia son dos fuerzas diferentes; el terremoto es más destructor, dicho así, sencillamente. -¿Qué alcance tiene la expresión "interacción de placas"? ¿"Lucha de poder" entre placas? -Compresión entre placas. Las placas pueden estar comprimiéndose, separándose y deslizándose una con otra. Las placas de la Dorsal Atlántica se están separando, trasladando los efectos de esa separación hacia el Oeste; esto genera presiones sobre la placa Nazca, en el Pacífico. Nazca abarca toda la costa americana del Pacífico desde Chile hasta América Central. -La falla de San Andrés, que pasa por California, ¿no es entonces una prolongación de la Nazca? -No, esa falla pertenece a una plaquita chiquita, pero no es una prolongación de Nazca. -Pero esa "plaquita" liquidó San Francisco en 1906 y no mucho atrás devastó gran parte de Los Ángeles? -¡Ah, bueno! Que sea "chiquita" no quiere decir que no sea terrible. Ahí hay más un deslizamiento entre placas que una compresión... deslizamiento entre la placa norteamericana y la "plaquita" que se puede visualizar a flor de tierra en la Falla de San Andrés. -Volvamos a nuestras placas. ¿A qué profundidad se estima que se da la interacción de nuestras placas? -A unos 700 kilómetros de profundidad, ahí está el foco de toda esa mecánica, un verdadero horno. Y producto del calor interno que tiene la Tierra en esas profundidades, que alcanza los 6.600 grados, temperatura que se propaga en forma convectiva, es decir arrastrando material que sube hacia la superficie de la Tierra. En ese ascender, presiona y produce fisuras y pone en jaque las placas. -¿Estos movimientos tienen que ver con las famosas cordilleras que hay en distintas partes de los océanos? -Exactamente? -Hay cartas marinas en las que figuran. Una de ellas está al sur, bastante al sur del Estrecho de Dinamarca, la famosa cordillera por la que escapa el "Octubre Rojo". Discúlpeme que lo lleve al cine? -¡Por favor! Sí, sí, eso que usted llama "cordilleras" y otros "montañas" es el resultado, en el fondo del mar, de la acumulación del magma que libera la temperatura de la Tierra, magma que al encontrarse con el suelo oceánico se cristaliza y forma esas "cordilleras" o montañas. Eso pasa, concretamente, en nuestra Dorsal Atlántica. -¿Cómo imaginarse ese "horno" que está 700 kilómetros por debajo nuestro? -Y, sabemos que es un mundo -por así llamarlo- que genera mucha energía e incluso energía sonora, segura- mente. -Debe ser un mundo muy argentino, ¿no? Mucho quilombo? -Quizá, quizá? -Un buque que atraviesa la Dorsal Atlántica al momento de producirse un conflicto entre las placas, ¿siente los efectos? -Sí, claro que lo puede sentir, e incluso puede influir en que no se domine el curso del buque, sin que esto implique riesgos extremos. -Desde su experiencia, ¿qué deja en quien lo padece directamente un terremoto extremo como el que sufrió Chile? Me refiero no tanto al dolor sino al desgarro que genera la muerte, las lesiones para siempre... -¡Tantas cosas deja! Cambia la vida, la relación cotidiana con las cosas... porque ver que de golpe, en instantes, uno se queda sin nada, ver cómo en instantes se desarma el mundo de los sentimientos, los afectos... el mundo de lo que estaba bien y ya está deshecho... bueno, ¿cómo imaginarse desde afuera todo lo que sucede en la interioridad de ese "otro"? |
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