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Elogio a la Coca
Diego Curubeto hizo un increíble trabajo de montaje con escenas censuradas de los filmes que protagonizó el ícono argentino Isabel Sarli. El resultado es "Carne sobre carne", una suerte de homenaje al director Armando Bo y a su musa que irá al Lincoln Center de Nueva York en abril.

El crítico y cineasta Diego Curubeto es el autor de "Carne sobre carne", un revelador "filme de montaje" que reúne -tras cinco años de trabajo de rescate y restauración artesanal- un gran número de las escenas censuradas a películas protagonizadas por la inolvidable Isabel Sarli y dirigidas por Armando Bo.

La película se exhibirá en funciones especiales los jueves a las 22 y los sábados a la medianoche en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) -avenida Figueroa Alcorta 3415- y en abril integrará una retrospectiva de los filmes de Sarli que se realizará en el Lincoln Center de Nueva York, luego de lo cual recorrerá otras ciudades de Estados Unidos.

Con una alta dosis de humor, "Carne sobre carne" es un sentido homenaje de Curubeto a Armando Bo e Isabel Sarli que rescata la memoria de un cine muy popular, taquillero y audaz para su época pero que, además, revela los pesares que el director y su diva tuvieron que soportar a causa de la censura.

Admirador fanático del director y la protagonista de "Sabaleros", "Fuego" y "Carne", entre tantos otros hitos del cine en los que Sarli solía bañarse desnuda exhibiendo sus pechos exuberantes, Curubeto recordó que el filme surgió a partir del hallazgo de todo el material que la censura había prohibido y que Sarli guardaba celosamente en su casa.

-¿Se trata de un documental?

-Es un filme de montaje, que rompe con el lenguaje documental. Tiene escenas de ficción y dibujos animados, porque la idea era que fuera algo que rescatara el cine de Armando Bo, que manejaba la cultura popular. Es un filme de montaje o, si querés, un "locumental".

-¿Cuánto tiempo te llevó el armado?

-Ni me quiero acordar. El tiempo de producción fue de cinco años, y por el tipo de película la posproducción era permanente. Empecé rescatando archivo y pude hacer un guión con una primera entrevista con Isabel Sarli y con ese archivo, pero todo el tiempo había más archivo y más entrevistas. En un momento tuve 20 horas de archivo y otras 20 de entrevistas.

-Muchísimas horas para editar?

-Sí, y creo que rompimos varios récords: no hay en la historia del cine tanto material salvado de la censura, básicamente porque los censores cuando cortan algo lo hacen para que no se vea nunca más. También es el mayor trabajo de restauración en cuanto a variedad de formatos y período de tiempo. El material restaurado va de 1958 a 1981, lo que son varias décadas, con color, blanco negro, súper 8, 16 mm, Cinemascope y sistemas perimidos como el Ferrania Color.

-¿Quiénes se encargaron de la restauración?

-Fernando Martín Peña y Octavio Fabiano lo limpiaron físicamente, para que estuviera apto y en condiciones de ser proyectado. Stagnaro se encargó de la restauración fílmica, que se hizo analógicamente, de manera artesanal. Todo este trabajo tardó cinco años.

-¿Cuál fue tu intención inicial?

-Quería hacerme rico (bromea)... en realidad, quería recuperar todo ese material que me cedió Isabel Sarli y rescatarlo del olvido y la censura. Como espectador y director quería descubrir y hacer una antología con todas esas imágenes que nunca se habían visto.

-¿Qué tipo de homenaje querías realizar?

-Soy fan del cine de Armando Bo con Isabel Sarli y eso está expresado en la película. Sin embargo, no es una apología, porque un verdadero homenaje era mostrar los mayores matices de estas personas. Sarli es un mito viviente, el símbolo de la mujer audaz, y eso lo entendí cuando viajaba con ella en un auto y, al parar en un semáforo, se reunieron más de 30 personas a saludarla.

-La censura es un tema central en la película...

-Sí, pero yo le pongo humor; la censura es muy dramática pero yo trato de burlarme del mal. El peor censor es el que se esconde y uno no sabe que te está cortando la película. Hubo un fiscal que estuvo como 12 años, incluso en tiempos democráticos, y cortaba y prohibía constantemente. La censura está entre nosotros de distintas formas, y creo que la mejor manera de combatir el totalitarismo y la intolerancia es sacándole la lengua y usando el humor.

-Lo interesante son las argucias que usaba Bo para eludir la censura.

-Es que Armando Bo murió de censura, por el dolor, la angustia, la bronca y los problemas económicos que le provocó.

-¿Cómo definirías su cine?

-Puede tener algo de kitsch, pero Bo era independiente en el mejor sentido de la palabra. Era totalmente iconoclasta y muy audaz. Era muy apasionado y eso se notaba en sus películas, porque quería meter al espectador en situaciones extremas a las que ninguna otra película lo había llevado.

-¿Por qué tenía tantos detractores?

-No es tan así; el público lo valoraba mucho, porque sus películas eran muy taquilleras. "Fuego", por ejemplo, recaudó un millón de dólares en una sala de Nueva York. Filmaba cosas que no existían. Usaba el cine de explotación sexual y el cine de la crueldad. Realmente sabía explotar el morbo de los espectadores, sabía cómo llevar la gente al cine. (Télam)



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