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Borracho y en la vereda | ||
Vive en Cipolletti, ya es adulto y tiene abogados defensores. | ||
Siempre es muy agradable "descubrir" plantas que encierran por sí mismas algo especial. Para los que peinamos canas, es algo así como conseguir la figurita del "Hombre Montaña" para el álbum que, una vez lleno, nos aportaría una pelota de fútbol Nº 5, de esas de gajo de cuero y que pesaba una tonelada cuando se mojaba. Mi descubrimiento fue un "palo borracho" en la calle Lavalle al 175, de Cipolletti. Usted dirá que curdas hay en todos lados y no tienen nada de agradables, pero a este no hubo "cana" que lo metiera preso por "desacatao". Sé que en Neuquén también hay algunos ejemplares que están resistiendo la presión del modernismo, pero encontrar uno de este tamaño en una vereda no es ciertamente habitual, porque es sabido que las heladas lo afectan mucho cuando joven.
LEGAJO Los "palos borracho" son endémicos en Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Perú. Aquí en Roca, frente a nuestra editorial tenemos uno de algo más de 10 años y que ya mereció varias notas. Es de flor rojiza con estrías blancas y su nombre técnico es Chorisia speciosa, en cambio el de esta nota, según me comentaron los vecinos, es de flor amarilla, o sea un Chorisia insignis. Debe su primer nombre a un ruso de nombre J. L. Choris y no por "chorizo" (que quiere decir ladrón, en nuestra jerga moderna). Lo de insignis viene del latín insignis-e, que quiere decir distinguido, que resalta ... o sea que ya por el nombre merece respeto. (Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Chorisia_insignis). Este palo borracho, que recibe numerosos nombres comunes tales como "palo borracho blanco", "yuchán" y "árbol botella" por la forma rechoncha de la base de su tronco, fue plantado hace unos 30 años por Joaquín Zapata y adoptado por los vecinos de la cuadra. Cuenta un informante calificado que, cuando se refeccionó el edificio de la Caja Forense, una persona se subió a una larga escalera para eliminar todas sus ramas secas y las vecinas/os casi lo bajan de un gomerazo como a un pajarito, pensando que lo quería talar. Esa tarea de limpieza debió ser harto difícil, habida cuenta de las numerosas púas con las que se defiende. Evidentemente la tarea tuvo éxito, los vecinos desistieron del linchamiento y ahora, a no dudar, tendrá una legión de "picapleitos" que lo defienda.
Teodorico Hildebrandt |
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