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La fama japonesa en calidad está jaqueada
Los problemas de Toyota, Sony, Honda o Japan Airlines tienen puntos en común.

Toyota es la empresa japonesa más reciente en caer en desgracia, manchando la estelar reputación del país en cuando a control de calidad y sumándose a la cada vez más larga lista de corporaciones niponas en problemas.

La noticia de que la poderosa automotriz tuvo que retirar del mercado cantidades masivas de vehículos debido a aceleradores defectuosos en Estados Unidos ocurrió días después de que la aerolínea Japan Airlines se declarara en quiebra, hundida en deudas de millones de dólares.

Sony ha perdido ya su liderazgo en el sector tecnológico frente a gigantes como Apple Inc. y ha sufrido sus propios problemas con la calidad de sus productos. Honda, la segunda automotriz más grande de Japón, está retirando 646.000 vehículos del mercado mundial debido a un interruptor de ventanas defectuoso.

La fama japonesa en control de calidad ha quedado fuertemente golpeada por estos incidentes en un momento en que China se convierte en la segunda economía mundial y las empresas surcoreanas compiten de forma cada vez más agresiva.

¿Qué le ha ocurrido a Japón, un gigante económico que resucitó de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial?

Los problemas a los que se enfrentan Toyota, Sony o Japan Airlines son distintos, pero los expertos aseguran que tienen puntos en común: los peligros de la expansión global, un tendencia a pertenecer al statu quo y una mentalidad arrogante de ser demasiado importante como para fracasar. "La arrogancia y cierta autocomplacencia jugaron un papel en todo esto, generadas por la idea de que ser el número uno en calidad no era algo que estaba en riesgo´´, dijo Kirby Daley, quien trabaja para Newedge Group, un servicio financiero en Hong Kong.

Algunos nuevos rivales asiáticos, particularmente del campo de la electrónica, aprendieron sus técnicas con operaciones japonesas establecidas en la región.

Toyota, Sony y otras empresas japonesas se arriesgaron a perder en calidad al recortar costes para mantenerse competitivas, a medida que aumentaba la demanda e intentaban lograr objetivos a cada vez más larga escala, dicen los analistas. Cambios que hay que ver en qué terminan.



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