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La producción argentina de manzanas está en desventaja
Productores del hemisferio sur destinan una menor proporción de su cosecha a la industria.

Muchas veces nos preguntamos por qué la actividad frutícola regional no termina de despegar.

La explicación de este fenómeno no es unicausal. Muchos son los factores que hoy limitan el crecimiento del sector.

Entre los tantos ítems que se plantean para mejorar, la actividad debería encarar cuanto antes uno que es clave: su oferta productiva.

Un reciente estudio elaborado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) detalla los niveles de cosecha de manzanas de todo el mundo durante la temporada 2008/2009 discriminando cada uno de los países productores y los destinos finales de esa oferta.

Sobre la base de este trabajo se tomó la estadística de los principales países productores de manzanas del hemisferio sur, de modo de establecer cómo se ubican la Argentina y en especial el Valle de Río Negro y Neuquén, que produce alrededor del 85% de las manzanas del país, dentro del contexto internacional.

Los datos que de allí surgen son realmente llamativos.

El principal productor de manzanas del hemisferio sur es Chile, con una producción media en torno a los 1,3 millones de toneladas por año.

Brasil se ubica en segundo lugar con cerca de 1,1 millones de toneladas, seguido por la Argentina con 940.000 toneladas.

Cabe recordar en este sentido que hace sólo dos décadas nuestro país era el principal productor y exportador de manzanas del hemisferio sur.

Australia es el que menor cosecha registra, con una producción media de 260.000 toneladas.

Los seis países productores más importantes -Chile, Brasil, Argentina, Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda- cosechan anualmente 4,8 millones de toneladas. La Argentina participa con el 20% del total de esta producción. Hace dos décadas este porcentaje era del 37%. Esta primera estadística muestra que la Argentina cedió importantes posiciones como país productor de manzanas del hemisferio sur en los últimos veinte años.

Pero la pérdida no sólo fue en volumen.

* Siguiendo con el análisis del USDA, se observa que los destinos de la oferta exportable de nuestra producción distan mucho de ser los ideales para una industria frutícola. La comparación con el resto de los países productores del sur (ver infografías) avala este argumento.

Nueva Zelanda es el país que orienta la mayor proporción de su oferta hacia el comercio externo: los datos consignados por el departamento estadounidense remarcan que el 66% de la producción tiene como destino final las exportaciones. Le sigue Chile, con el 54%, y en tercer lugar se ubica Sudáfrica, con el 43%. En el caso argentino este indicador se sitúa en el 21%. En valores absolutos, Chile lidera el ranking de exportaciones con cerca de 700.000 toneladas, seguido por Sudáfrica con un promedio de 320.000 toneladas por temporada. Nuestro país exporta anualmente alrededor de 200.000 toneladas de manzanas.

* En relación con el abastecimiento del mercado interno, de cada una de estas naciones se pueden sacar las siguientes conclusiones. El país cuya mayor proporción de su producción orienta hacia este destino es Australia (83%). Le sigue Brasil, con un mercado interno que absorbe el 80% de la producción local, mientras que la Argentina coloca cerca del 30% de su producción en las góndolas del mercado interno. (Ver infografías)

En valores absolutos el que lidera las colocaciones es Brasil, con algo más de 800.000 toneladas de manzanas por temporada, seguida por nuestro país con algo más de 250.000 toneladas en promedio.

* Por último está la producción que anualmente se orienta hacia la industria o el descarte. En este rubro la Argentina lidera las colocaciones tanto en valores absolutos como relativos en la comparación de las estadísticas del hemisferio sur. Es así que los guarismos oficiales detallan que, en promedio, el 50% de la manzana que se produce en el país se orienta hacia la industria del jugo concentrado. Chile y Sudáfrica siguen en la lista, con una participación del orden del 31% en este segmento del mercado, mientras que Brasil es el que registra la mejor performance, con un indicador de sólo el 10%.

 

Consecuencias

La estructura comercial de la producción de manzanas argentinas muestra muchísimas carencias.

¿Cómo es posible que una industria funcione con el 50% de su oferta sin valor? Esto es lo que pasa en el Valle con la oferta de manzanas. Una explotación frutícola que produce 400.000 kilos de fruta termina literalmente tirando a la basura alrededor de 200.000 kilos. Pero en la estructura de costos el productor gasta en su explotación para esos 400.000 kilos; es decir, los costos de producción de la chacra están puestos en función de este volumen pero se le computan ingresos sólo por 200.000 toneladas.

Hagamos un razonamiento lineal considerando que por la manzana de exportación un productor percibe 0,30 dólares por kilo, por aquella que destina al mercado interno obtiene 0,18 dólares y por la que orienta a la industria cobra 0,015 dólares por kilo, todos éstos valores que, en promedio, terminó pagando el mercado en la pasada temporada.

Los resultados, teniendo en cuenta la estructura productivo-comercial en cada uno de los países del hemisferio sur, muestran retornos para la producción argentina del orden de los 0,122 dólares por kilo de fruta producida. La cifra refleja casi la mitad de lo que percibiría un productor en Nueva Zelanda (ver infografía) y el 60% de lo que obtendría un chacarero en Chile.

En este sencillo análisis no se tienen en cuenta los costos de producción de cada uno de los países mencionados. Los grandes desfases entre los retornos de los distintos países son consecuencia de la estructura comercial de cada sistema.

Pero volvamos al principio: los 0,122 dólares por kilo que se obtienen en nuestro país están dados por el hecho de que el 50% de la producción se destina a la industria, que paga sólo 0,015 dólares por kilo. Está claro que si no se disminuye el volumen de fruta que se destina a la industria y en forma paralela crece la que se orienta al mercado en fresco, difícilmente el sistema frutícola del Valle pueda salir de la crisis estructural en la que se encuentra.

 

¿En peras vamos por el mismo camino?

La situación de las peras argentinas no es tan crítica como la de las manzanas.

Estadísticas oficiales de la temporada 2008 dan cuenta de que sólo el 25% de la producción de peras se destina a la industria, donde los precios se mantienen muy deprimidos; el 62% se orienta hacia los mercados externos y el 13%, al consumo local.

Pero todo indica que estas proporciones van a ir modificándose en el tiempo.

Para este año los primeros números de la cosecha de peras permiten anticipar que mucha será la Williams que no tendrá lugar en el mercado en fresco a raíz de los problemas de calidad y calibre exis-tentes.

La pera argentina, que hasta hace unos años era la "niña bonita" en cualquier mercado del mundo, está comenzando a ceder posiciones. La calidad de los envíos es la clave ante los importadores, que cada vez reciben más ofertas sustitutas de frutas que compiten con nuestra oferta de peras. Rusia es un ejemplo de este caso.



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