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Ferrari Monasterio SA, 60 aņos que miran hacia el futuro
La firma dio un salto tecnológico que le permitió posicionarse como líder en materiales de empaque en la región.

Contábamos en la nota del sábado pasado que en la década del 80 ocurrió la primera modificación societaria trascendente en la firma. Ferrari muere, no deja descendientes y los socios le compran la parte de la sociedad a su viuda. La empresa quedó conformada por Arturo Salicioni, Pico Monasterio y un hermano de éste, Julio César. Todos nacidos en Río Negro (Arturo en Viedma en 1926 y Pico en Patagones en 1921), todos comprometidos con el crecimiento sostenido del Alto Valle.

En 1970 los socios fundadores sumaron a sus hijos, Néstor Salicioni y Pancho Monasterio. Juntos formaron un equipo que funcionó aceitadamente durante décadas. "Mi padre fue muy piola, nos enseñaba todo el tiempo, aprendías por el hecho de estar con él; no daba cátedra, hacía y vos aprendías. Fue muy generoso y al mismo momento sentía placer de dar lo que sabía. Personalmente, me dio la posibilidad de participar, nunca me obligó. Arturo fue el gran administrador y papá era el que estaba más con la gente; de alguna manera cada uno tenía sus talentos pero esos talentos eran complementarios. Somos un equipo de trabajo, nos consultamos todo todos los días", afirma Pancho.

En abril del 2007 murió Pico Monasterio. Fue una partida dolorosa no sólo para su familia sino también para sus socios. "Pedro, Arturo Salicioni y papá deben haber estado más tiempo juntos que con sus esposas. Fue duro para él cuando murió su socio de toda la vida -comenta Pancho, actual presidente de la firma-. Fue duro para todos, fijate que durante años trabajamos todos juntos y de pronto te falta uno y ese uno es, además, muy importante. Es difícil hablar del padre de uno. Como padre fue un tipo muy piola y como empresario era un emprendedor, un hombre lúcido, muy sensible y al mismo tiempo muy práctico. Un comerciante nato; le encantaba el aspecto social, estar con la gente. Fue muy abierto con nosotros y de algún modo sigue presente, aún nos manejamos en la práctica con estilos que impuso él en la empresa, como por ejemplo tener reuniones de directorio todos los días. De mi padre me quedan su experiencia y las satisfacciones que obtuvimos".

En 1990 la empresa adquirió tecnología suficiente para dar respuesta a la demanda cada vez más exigente del sector. En esa fecha compró máquinas para imprimir cartón y papel. Actualmente cuenta con siete en la planta central de Roca. "El papel lo comprás y lo tenés que tener estacionado un tiempo. Compramos una receta ya avalada, con todas las exigencias del mercado de la fruta de exportación", explica Néstor.

Rebobinadora, cortadora, convertidoras, impresoras... todo está en funcionamiento. El movimiento en el lugar es continuo. Se corta y se acomoda el papel en cajas que salen en los camiones cargados hacia los galpones de empaque. En esta época del año trabajan tres turnos durante las 24 horas, con un plantel de 35 personas.

"Tecnología mediante, tenemos la capacidad de responder a nuestros clientes en medio de las tensiones de la temporada, que es muy corta. La cosecha antes era de unos 100 días y ahora se redujo, debemos tener unos 65 días sin pausa. En ese lapso tenés que abastecer en tiempo y forma a todas las empresas del Valle".

En lo referente a la provisión de materia prima, tienen una relación óptima con su principal proveedor, con quien han forjado una relación muy estrecha a lo largo de los años: Papelera de Tucumán. "Los proveedores nos cuidan, somos un buen cliente", dicen los socios.

La empresa fue creciendo y su crecimiento fue paralelo al de la región, del mismo modo que su suerte estuvo atada a las crisis del país, del sector frutícola y del rubro al que pertenece. "A medida que la producción crecía nosotros nos expandíamos. Cuando empezamos había unos 300 galpones en este radio, pero esto se transformó en los últimos 20 años. Los galpones se concentraron en pocas manos y nosotros concentramos nuestros servicios. Estamos bien parados comercialmente en el Valle. Roca distribuye a todos los galpones satélite de las distintas empresas a lo largo del Valle y además atendemos con casa propia en Villa Regina y Cipolletti y también cubrimos Mendoza", afirma Néstor.

La empresa compite directamente con firmas proveedoras de papel que buscan participar del negocio, firmas nacionales e internacionales, especialmente de Chile y Brasil dependiendo de la situación cambiaria. "Hubo un momento, hace unos 12 años, en que la calidad del papel argentino para material de empaque era inferior a la de otros que venían del mercado externo. Pero en la última década se incorporó tecnología en el mercado local y en estos momentos no tenemos nada que envidiarles a Chile y Brasil. En el tema cajas hubo momentos en que las empresas importaban de Chile y de Sudáfrica, pero fueron momentos puntuales, no ha sido constante en el tiempo. Nuestra firma se ha esmerado en dar un servicio de calidad, para que nuestros clientes no se vean obligados a ir afuera a buscar otros mercados. Una exportadora de la zona trae determinados productos que no se elaboran acá, para puntuales nichos de mercado que ellos atienden. Hay insumos que no los podemos elaborar acá, los traen de Estados Unidos o Francia. Pero lo que trabajamos nosotros es de primera calidad y el estándar", explica Pancho.

Otro de los rubros a los que se dedica la firma es el servicio de frío. Compraron la infraestructura en Regina en un remate, por el año 72, y en el año 77 levantaron la parte comercial. Hoy ofrecen servicio de preenfriado, frío convencional y atmósfera controlada, con capacidad para 10.000 bines y potencia instalada para 20.000.

La atmósfera espera la nueva fruta que ya comienza a llegar, pero el aroma a manzanas y peras es embriagante. Todo está impecable. "La fruticultura es una actividad difícil, no es vender tornillos, tenés momentos interesantes y años críticos, tenés que aprender a surfear. Nunca es igual", comenta Monasterio mientras muestra las instalaciones de la empresa en Villa Regina.

La firma sigue de cerca el pulso de la producción porque además produce: tiene 50 hectáreas en Regina con peras, manzanas y uvas para vinos varietales.

El Valle vive un momento de transición, en que nuevos actores van tomando la posta. "En nuestra empresa vivimos ese recambio generacional y ya va asomando la tercera generación", cuentan. Actualmente están frente a la empresa Pancho y Néstor y, como lo hicieron ellos en la década del 70, los hijos de ambos han comenzado a incorporarse a la firma. "Están colaborando, mi hijo Sancho fue una persona muy especial en la vida de papá y es muy gratificante que esté siguiendo nuestros pasos, interesándose. Mi hijo está en control de producción, certificación, dando sus primeros pasos en el sector primario, y ya nos acompañan dos hijos de Néstor, Federico y Bruno; ellos van aportando lo suyo". Ésta es una señal auspiciosa. Como toda empresa argentina, han atravesado buenos y malos momentos, pero tienen la satisfacción de celebrar sus 60 años con muchos proyectos y la tercera generación diseñando su futuro.



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