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Criminales prófugos y traficantes, el mayor peligro para la gente | ||
PUERTO PRÍNCIPE.- Guardada bajo llave en galpones o robada por matones de la mano de los desplazados, la comida de agencias humanitarias de todo el mundo aún no llega a un número suficiente de los haitianos que pasan hambre más de dos semanas después del terremoto del 12 de enero. Vendedores callejeros comerciaban arroz donado por Estados Unidos. En un campamento de gente sin hogar, una joven contó cómo unos ladrones quisieron revenderle su propia comida. Mientras hablaba, una pandilla se coló a empujones en una línea de gente que esperaba recibir agua y una anciana intentó pegarles en la cabeza con su balde. Estas escenas y otras peores se han repetido en los últimos días entre las multitudes de haitianos que hacen fila para recibir arroz, porotos o comidas preparadas. Soldados de paz de la ONU han lanzado gas pimienta y la policía haitiana ha dado bastonazos para recuperar el orden. "Esta gente simplemente tiene hambre", dijo el vocero de la ONU Vincenzo Pugliese de los miles de personas que acuden a los puntos de distribución. Los soldados de paz refuerzan la seguridad en esos lugares. Los enfrentamientos y la creciente tensión han afectado la entrega de comida, reconoció el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Desde los primeros días del gigantesco operativo de asistencia, los congestionamientos han frenado la entrega de ayuda: los caminos con escombros, la falta de camiones, el puerto dañado y un aeropuerto desbordado, que aún tiene una lista de espera de 1.000 vuelos humanitarios en siete días. El presidente haitiano René Préval lamentó el lento avance de la ayuda y la falta de coordinación entre decenas de agencias internacionales. "Muchos errores se deben corregir para traer ayuda a la gente que la necesita", dijo. Sin embargo, el jefe de una agencia expresó su temor a la corrupción si el gobierno haitiano se hace cargo de su programa de asistencia alimentaria. Paul Coroleuski, del grupo Caravana de Esperanza, dijo que los funcionarios haitianos "harán lo que siempre han hecho: el gobierno cuida al gobierno y la gente es algo secundario". Por su parte, la alta comisionada de la ONU para Derechos Humanos, Navi Pillay, señaló que los jefes de las bandas criminales que se dieron a la fuga tras el sismo, traficantes de niños y delincuentes de todo tipo constituyen las amenazas más graves para los derechos humanos en Haití. En una sesión extraordinaria sobre la situación en Haití en Ginebra, Navi Pillay expresó su "temor de que prisioneros evadidos de las cárceles haitianas, incluyendo a delincuentes sin escrúpulos, puedan procurarse armas y se lancen a actividades criminales violentas". La alta funcionaria también señaló informaciones "alarmantes sobre ejecuciones sumarias (de presuntos criminales) por muchedumbres encolerizadas". "De acuerdo a las lecciones del pasado, debemos prevenir y controlar esas violaciones (de los derechos humanos) que se producen luego de las catástrofes", agregó. "Una parte de los jefes de las bandas se dio a la fuga (mientras que) la policía y la Justicia han sido duramente golpeadas por la catástrofe", confirmó Michel Forst, un especialista en derechos humanos en Haití. En junio pasado, Forst se había congratulado ante el Consejo de Derechos Humanos por "los progresos de la situación de la seguridad" en el país. "El número de secuestros había disminuido, los principales jefes (habían sido) arrestados y yo veía allí señales alentadoras", recordó este experto de las Naciones Unidas, estimando sin embargo que "el impulso sólo fue interrumpido, no fue quebrado". "La situación actual en Haití es un medio favorable para los traficantes, los que suministran adopciones ilegales, y otros que quieren aprovecharse de la situación (...) para sacar niños de Haití", advirtió por su parte el subdirector del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) Dermot Carty, indicando que se habían iniciado investigaciones al respecto. (AP/DPA) |
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