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Una sociedad después del derrumbe
En el renovado interés por la II Guerra Mundial, el libro de Richard Bessel -catedrático en Oxford y York-, de Ediciones B, analiza con rigor la sociedad alemana tras la derrota del Tercer Reich y las formas que tomó la ocupación aliada en un espacio destruido.

POR CARLOS TORRENGO

El libro está en la mejor tradición con que desde hace dos décadas se sigue renovando la historia del Tercer Reich. En la tradición -por caso- de "La estética nazi", de Eric Michaud; de Ian Kershaw, con sus formidables dos tomos de "Hitler", o en la tradición del flamante "La Filarmónica de Berlín y el nacionalsocialismo", de Misha Aster. Tradición fundada en el mejor, en el más riguroso rigor para explorar el pasado, rigor fundado en la investigación sostenida en fuentes abordadas mediante el cotejo y la reflexión permanente. Ese rigor que rechaza toda posibilidad de asumir la historia sólo desde la perspectiva de convertirla en campo de batalla, de lucha ideológica y nada más.

En este marco se inscribe "Alemania 1945. De la guerra a la paz", del británico Richard Bessel, doctor en Historia por la Universidad de Oxford y profesor de Historia del Siglo XX en la de York.

¿Por qué se destacan estas 600 páginas? Veamos:

* La inmensa batería de fuentes o, en todo caso, el intenso y profundo buceo de Bessel por archivos y bibliotecas. Un trabajo monumental. Tanto que puede eventualmente orillar lo agobiante para el lector que, como sentencia Eric Hobsbawm, va a la historia sólo en "busca de que la historia le cuente cosas pero no le diga de dónde saca esas cosas". Más de 1.300 notas en pie despliega Richard Bessel en las 466 páginas de texto puro que vertebran su investigación.

* "Alemania 1945. De la guerra a la paz" no es una investigación puntual. Toma el desplome del régimen nazi y la sociedad alemana, el país que queda en manos de los aliados. Desde estas perspectivas Bessel trabaja, entre otras, dos cuestiones que aborda con minuciosidad de artesano suizo y que no siempre están presentes en la bibliografía sobre aquel tiempo: una, el hecho de que desde el plano militar el ´45 fue el año más sangriento de la Segunda Guerra Mundial. Esto, reiteramos, desde el plano puramente militar. Acorralada desde enero de aquel año por los aliados desde el Oeste y Este, Alemania luchaba fanáticamente. Bajo el dictado de lo que Michael Geyer ha encuadrado como la consecuencia de la decisión de la "cúpula nazi de obligar a la nación a autodestruirse para que las futuras generaciones se sintieran destinadas a vengar a los muertos". Dos: la magnitud del desarraigo social en que sucumbió la población alemana a lo largo de ese año. Desplazamientos de millones de seres que huyendo de pueblos y ciudades devastados por los bombardeos aliados, se desplazaban siempre rumbo a la nada y sin nada. En este rango, la investigación de Bessel relata -vía testimonios desgarradores- la cotidianidad de ese proceso desde la desarticulación de toda forma de humanidad en que devino la vida. Postal impresionante.

? Otro punto que gravita a favor de la calidad de la investigación de Bessel hace al desprecio con el que el conjunto de los aliados trató al conjunto de los alemanes en los primeros meses de la ocupación. Hasta este libro, en general la bibliografía existente reserva esa conducta a los soviéticos. No hay ausencia de verdad en esa acreditación: el Ejército Rojo fue definidamente feroz en el tratamiento que dispensó a los alemanes en las zonas que ocupó. Pero con la sola excepción de violaciones sexuales, en la que los rusos siempre llevaron la delantera, americanos, ingleses, canadienses y franceses no quedaron atrás a la hora de los saqueos, robos, castigos y aliento de venganza entre alemanes.

La sentencia de "somos un ejército victorioso", pronunciada por el reflexivo Eisenhower, alentó, al margen de su voluntad, el vale todo en esa franja de los aliados.

Una conducta que Bessel también referencia con el impacto que en el soldado común había generado la atrocidad descubierta en cada campo de concentración liberado.

Finalmente, una reflexión más: el protagonista esencial de la impecable investigación de Bessel no son tanto las características, la dialéctica con que se desplomó un régimen -el nazismo- que hizo jadear al mundo. El protagonista es la sociedad que dejó ese desplome: la sociedad de la nada. La investigación no se detiene en divagaciones de carácter ideológico del nazismo.

Cuando lo hace, es sólo a modo práctico, tarea de encuadre y nada más. El protagonista del libro es el alemán común en medio de las ruinas. Ese alemán que, como contó en "La Nación" hace algunos años Helmut Kohl, por entonces canciller de la Alemania reunificada, "era yo, con 16 años, desmovilizado por los aliados, caminando bajo el frío y hambre centenares de kilómetros para volver a ver mi casa, mientras al borde del camino las casas no tenían más de un metro de altura y donde la idea de futuro estaba perimida".

A ese alemán se dedica Bessel...



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