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Una nueva oferta vitivinícola con aire marino | ||
La bodega Lapeyrade estÁ ubicada a unos 30 kilÓmetros de la ciudad de viedma. trabaja con cinco cepas distintas. | ||
Emplazada en el Valle Inferior del río Negro, la bodega Lapeyrade elabora varietales con personalidad y tipicidad, aprovechando las bondades de un suelo y un clima privilegiados. Entre lo netamente artesanal y el respaldo de tecnología de avanzada, esta pequeña bodega produce vinos desde hace dos años, tomando como base cinco cepas distintas, cada una con sus características de rendimiento propias. Merlot, malbec, cabernet sauvignon, sauvignon blanc y torrontés constituyen la propuesta que este emprendimiento sostiene con firmeza y la paciencia que brinda el saberse dueño de un producto de excelente calidad. Los vinos Lapeyrade provienen de 110 hectáreas de viñedos propios de San Javier, en el Valle Inferior del río Negro, a 30 kilómetros de Viedma. Se llega hasta sus instalaciones por la Ruta Nacional Nº 3, bajando por el camino interno de ripio Nº 31. No bien se llega a la bifurcación, se gira a mano izquierda y a escasos metros ya se pueden apreciar los viñedos y el edificio principal de la bodega, que se levanta por sobre el paisaje típicamente de chacra. Este lugar se encuentra ubicado en el corazón de lo que fue el proyecto Idevi, que durante los 70 aparceló y entregó a colonos grandes extensiones de tierras de ese tramo del río Negro. Este suelo, por ser aluvional y depósitos arrastrados por el río, presentaba una alta heterogeneidad. Gracias a la compleja elaboración de una red de riego interna que se extiende por kilómetros y kilómetros, el uso racional del agua permitió llevar a niveles insospechados el aprovechamiento de la tierra, ya sea para el pastoreo de animales o la producción agrícola de todo tipo. El panorama final de la postal la completa el clima, que está marcado por la cercanía al mar -distante a casi 50 kilómetros-. Su condición de marítimo-continental otorga a la zona características propias que la diferencian del resto de las regiones vitivinícolas del país, dominadas por climas netamente continentales. Con un suelo rico en nutrientes y que puede ser mejorado con un correcto uso de componentes adicionales, el suministro de agua garantizada y condiciones meteorológicas que mantienen sus bondades en un promedio casi regular durante gran parte del año, los recursos para lograr un producto de excelente calidad están más que justificados para todo tipo de proyectos ligado a la tierra. Los comienzos: si bien los vinos ya se encuentran en circulación, este proyecto tuvo un comienzo lento y muy trabajado que tomó sus años de planeamiento y que recién ahora está mostrando, en parte, sus virtudes y potencial. "El vino se empezó a comercializar en diciembre del 2008, antes de las Fiestas. La idea era hacer una prueba piloto para ver qué grado de aceptación tenía en la zona. El resultado fue satisfactorio. Pero este proyecto tiene como principal objetivo, antes que la mera comercialización, la de establecer una base sólida para toda la empresa de producir vino", comentó Julio Saber, representante y encargado de las bodegas Lapeyrade en la zona. Todo empezó en el 2001, cuando se compró la tierra. Se adquirieron plantas de afuera, algunas se buscaron en la zona y en la provincia, y se plantaron y cuidaron, con vistas a la producción de vino. Luego se edificó la bodega, con un complejo y sofisticado sistema de cañerías y tanques. "Vino ya teníamos desde hacía tiempo. Lo que faltaba era armar el proceso de comercialización. De a poco lo hemos ido elaborando y ya ahora la venta está en firme. Se está expandiendo en Viedma, Patagones, también hemos mandado a San Antonio Oeste, Bariloche, El Bolsón y Buenos Aires. También tenemos todos los trámites hechos por si sale alguna exportación", puntualizó Saber. Desde diciembre del 2008 se han comercializado alrededor de dos mil cajas. Pero el ritmo de producción y la aceptación que tiene este producto hacen sospechar que los números recién son ínfimos y no describen con justicia lo que podría llegar a obtener en los mercados de la Patagonia. Una vez por mes, agentes del Instituto Vitivinícola de General Roca se presentan en las instalaciones para realizar los controles de calidad necesarios para garantizar tanto el producto final como las condiciones de elaboración.
El emprendimiento Si bien la bodega es el centro de la vida de este emprendimiento, la empresa también abarca otro tipo de actividades. Entre lo que se encuentra en desarrollo y producción se tiene el manejo de animales, 500 hectáreas de pasturas y otro tanto de frutales, en consonancia con la amplia variedad de posibilidades que brinda la zona. Con un total de 39 empleados en planta permanente, Bodegas Lapeyrade abarca varios frentes. De acuerdo con los niveles de producción y trabajo que requiere cada temporada, se contrata otro tanto de trabajadores temporales del lugar. Esto constituye una rica fuente de trabajo para la localidad cercana de San Javier. La bodega cuenta con un stock de 30.000 botellas fraccionadas y listas para comercializar. Pero el ritmo de elaboración se ha incrementado y ya se está planeando construir una cava en las inmediaciones que permita almacenar toda la nueva producción que está saliendo y mejore el tránsito dentro del edificio principal. Con alrededor de doce tanques de 16.000 litros cada uno, pequeños tanques adicionales de 5.000 litros, más de 500 metros de cañerías internas y las distintas máquinas destinadas a filtrar, transportar y embotellar, la bodega está produciendo tal vez más de lo que puede almacenar.
Los vinos Dentro de la bodega, los responsables del manejo y elaboración de los vinos son tres. Bajo la estricta supervisión del enólogo Orlando Molina y la colaboración de Rubén Alberto Gil y un bioquímico, toda la producción de los vinos Lapeyrade mantiene un circuito de trabajo que arroja cada vez mejores resultados. Rubén Alberto Gil es sanjuanino, siempre estuvo vinculado con los viñedos. "La uva que se tiene acá está marcada por el clima. Esto es lo que diferencia a la variedad. No hay que olvidarse que los mejores vinos vienen de Francia, que tiene un clima marítimo. Y en parte, lo que se tiene acá es similar, lo que permite obtener un buen producto. Porque un buen vino comienza desde la viña y del trabajo que realice ahí", comentó Gil. Si bien todo se encuentra dispuesto para funcionar en un grado de semiautomatización, lo cierto es que el manejo real de cada etapa y proceso se encuentra bajo el ojo y el cuidado de alguno de los encargados. Es un trabajo constante y que requiere un minucioso examen diario. El resultado salta a la vista. O al paladar. Los vinos tienen cada uno su característica, con definidos matices que los hacen únicos. En ellos se emplea una única cepa por caso. Aunque todos tienen su gama de aficionados, el rey de la viña es el malbec. Ante los ojos es un vino elegante, con tonos rojos con fondo negro de intensidad. PASADO NO TAN NOBLE COMO EL VINO En la zona, el nombre Lapeyrade adquirió en los últimos tiempos distintas connotaciones. El vino, con fuerte crecimiento comercial y cada vez mayor presencia en el mercado local, es uno de los motivos. Pero otro aspecto, mucho menos grato que el anterior, es el relacionado con ciertas actividades de su propietario, Héctor Lapeyrade, que lo vincularon a los años más oscuros de la historia reciente del país y, en particular, con uno de los protagonistas siniestros de la dictadura militar, lo cual ya forma parte del conocimiento colectivo, en especial entre militantes en favor de los derechos humanos, ex detenidos en tiempos de la represión y entidades populares de centroizquierda. Héctor Lapeyrade, con inversiones en petroleras, bodegas y gran cantidad de hectáreas en campos productivos, fue procesado en setiembre pasado por el juez Norberto Oyarbide por el delito de encubrimiento, ya que existirían pruebas contundentes de que colaboró con el teniente coronel Julián "Laucha" Corres, mientras éste estuvo prófugo de la ley en el marco de las acusaciones en su contra por delitos de lesa humanidad. Además, se le imputa a Lapeyrade haber dado ayuda económica a Corres -entre 4 y 5.000 pesos por mes durante más de un año-, ofreciéndole trabajo mientras era buscado por la Justicia. El fiscal general de Bahía Blanca, Hugo Cañón, fue quien comenzó a investigar el hecho, hasta que el juez federal de esa jurisdicción se declaró incompetente y la causa fue a parar a manos de Oyarbide. Cañón informó a este medio acerca de las sospechas de encubrimiento que pesan sobre Lapeyrade. Este medio intentó obtener la palabra de Lapeyrade, acerca de este otro aspecto de su vida pública, pero el encargado local de sus viñedos, Julio Saber, aclaró que "Don Héctor" al respecto no haría declaraciones. |
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