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El rebelde que desafía el rígido sistema electoral

Habla atropelladamente y confiesa haber consumido drogas. En un país donde hay dos bloques políticos monolíticos, desafió con su candidatura independiente. A pesar de su inexperiencia política, Marco Enríquez-Ominami quiere, a sus 36 años, dar la sorpresa en la elección presidencial chilena.

Acusado de populista, rebelde sin causa y mujeriego, Enríquez renunció al Partido Socialista para plantear una candidatura independiente. En pocos meses logró reunir un 20% de adhesión y posicionarse tercero en la carrera presidencial.

"Marquito, como despectivamente lo llaman sus adversarios, es en esencia un díscolo. Definido como alguien desobediente y que no se comporta con docilidad", dijo el politólogo Patricio Navia, autor de un libro sobre el candidato.

En la campaña, Enríquez se ha convertido en un dolor de cabeza para el oficialista Eduardo Frei, a quien acusó de pertenecer al pasado, y también para el derechista y favorito Sebastián Piñera, a quien calificó de mentiroso.

En contraposición, fue acusado de inexperto, inculto y "farandulero", por su cercanía con el mundo del espectáculo.

Como el oficialismo le cerró las puertas para participar en las primarias que definieron a Frei como candidato, Enríquez se lanzó como independiente. "La política es hoy un espacio incapaz de procesar las demandas, sueños y necesidades del Chile postransición", dice Enríquez.

Nacido meses antes del golpe de Estado que instaló en el poder a Augusto Pinochet, es hijo de Miguel Enríquez, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), quien murió baleado en 1974 por agentes de la dictadura. Su abuelo, Rafael Gumucio, fue uno de los fundadores de la Democracia Cristiana chilena, mientras que su madre, Manuela Gumucio, es una periodista con gran participación política.

"Se parece a Miguel Enríquez en el carisma que tiene, en la fuerza de sus convicciones y en el coraje enorme con que busca llevar adelante sus propuestas", comentó su madre.

A los cinco meses de vida se fue exiliado a Francia, donde permaneció hasta su adolescencia. A su regreso a Chile enfrentó problemas de adaptación, ya que sólo hablaba francés.

Estudió filosofía y cine y luego se postuló al Congreso como diputado.

En apenas siete meses de campaña, captó a votantes desencantados de la coalición oficialista después de 20 años en el poder y a jóvenes apáticos de la política, con un discurso de cambio que hizo que lo compararan con Barack Obama.

Al igual que el mandatario estadounidense, usó las redes sociales de Facebook y Twitter y los medios de comunicación, ayudado por su esposa, la conductora de televisión Karen Doggenweiler, con quien tiene dos hijas.

"Él ha hecho un esfuerzo sistemático para presentarse como lo que no es", criticó de su lado el presidente del PS, Camilo Escalona, uno de sus principales detractores políticos.

"Nadie sabe muy bien cuáles son sus ideas centrales. A veces pareciera que él mismo se anda buscando, sin encontrarse mucho", estimó el analista Daniel Mansuy, profesor de la Universidad de Los Andes.

"Sabemos muy poco de él, de lo que quiere hacer. Sus ideas son demasiado vagas y generales como para constituir un verdadero programa, y su pura personalidad -carismática y todo- no basta", agregó. (AFP)

 



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