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"En el amor hay muchas cosas no dichas"
En su última novela "Las cosas que no nos dijimos" el francés Marc Levy se refiere a la relación padre-hijo y asegura que pertenece a "una generación que culpa a sus padres de lo que no funcionó".

Para Julia, Anthony es un padre ausente y, paradójicamente, empecinado en complicarle la vida. Casi el culpable de su infelicidad, enmarcada por un trabajo monótono y una vida desabrida. Lo que Julia no sabe es que su padre aún le guarda una sorpresa. Mientras ella prepara su boda, entregada a una relación cómoda, su padre hará de las suyas y no asistirá a la boda, esta vez con un motivo contundente: fallece cuatro días antes. El día en que debía celebrarse el casamiento Julia termina en el entierro de su padre, al que no veía desde hacía un año. Desde ese momento todo se revolverá dentro de Julia, quien tiene en Stanley su mejor amigo, algo parecido a la voz de su conciencia. La coincidencia de las fechas entre la muerte de Anthony y la boda le dan lugar a Stanley, quien no apoya el casamiento, para decir: "Cuanto más pasan los años, más creo en Dios".

Como si no bastara tal situación para que Julia se conmoviera y colmara de cuestionamientos, su padre -un destacado hombre de negocios- le da la posibilidad de "recuperar el tiempo perdido" para hablar de "Las cosas que no nos dijimos", nombre del último libro del francés Marc Levy, autor con más de 15 millones de ejemplares vendidos de sus obras y traducido a 41 idiomas. "Ésta es una novela sobre lo que no se ha dicho. Sobre todo en el amor hay muchas cosas que se callan. Vivimos una época de incomunicación. Pese a internet, no nos decimos las cosas que de verdad importan", reflexiona el escritor.

El relato, entre otras cosas, hace foco en una generación que les reclama a sus padres innumerables cuestiones.

Siendo adolescente, Julia deja Nueva York para estudiar en París y desde allí emprende un viaje relámpago a Berlín, ciudad que, por una historia de amor, casi se convierte en su lugar en el mundo. Hasta que aparece su padre con otros planes para su hija.

Desde entonces Julia le achaca a Anthony no haber sido el padre que ella esperaba.

"No es suficiente con culpabilizar a los padres. Todos somos responsables de nuestra vida, es una realidad que tenemos que afrontar. Pertenezco a una generación que culpa a sus padres de lo que no funcionó. Es una hipocresía y en el libro está oculta una cosa: que en un momento de nuestra vida somos los hijos de nuestros padres y hay otra en la que somos los adultos que tienen que enfrentarse a sus hijos", explica Levy.

Durante la trama de la novela se repasan diferentes situaciones, con diálogos interesantes entre Julia y Anthony, quienes mantienen una relación padre-hija signada por la dinámica de la discusión, los enfrentamientos y las contradicciones. Ambos tienen una catarata de reclamos para hacerse y todo está condicionado por un pasado en el que sucedieron demasiadas cosas que uno no sabe del otro.

Se trata de una historia de incomunicación que exhibe el miedo como la otra cara de los sueños y que siempre deja abierta una puerta para el reencuentro y las segundas oportunidades.

"Te preocupa mucho lo que los demás piensen de ti. Pierdes un poco tu libertad", le dice Anthony a una Julia enojada y sobre todo desorientada por un pasado que nunca había comprendido en toda su dimensión.



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