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Permiso, soy el Rojo
Independiente perdió ante Huracán, pero .se metió en la segunda fase de la competencia.

A Independiente le servían varios resultados y se aprovechó de esa situación para meterse en la segunda ronda. Huracán lo sorprendió en el "Gigante" del barrio Sarmiento, por 1-0, y a partir de ahí, todas las radios se encendieron para saber el resultado de Río Gallegos: como fue 1-1, el Rojo clasificó. Entró por la ventana, pero entro.

En los primeros 15 minutos, el equipo de Omar Dehais fue superior. Avisó a los 30" con un remate de Nicolás Finessi desde larga distancia y después tuvieron sus chances Maxi Maripil, Fernando Fernández -increíble mano a mano- y José Acantén.

Después, el Globo empezó a crecer, se apoderó del balón y ganó la "batalla" del mediocampo, donde hubo un dato llamativo: Ancatén jugó por derecha y Fernández por izquierda. Este retoque no dio resultado y encima, antes de ir al descanso, cayó un balde de agua helada.

Matías Cano rechazó largo, la defensa del Rojo se durmió y Pablo Romano definió ante Nicolás Peralta. Todos los locales pidieron posición adelantada, pero el árbitro marcó la mitad de la cancha.

El dueño de casa sintió el impacto y recién encontró la primera chance a los 10 del complemento, cuando Cano les cortó el grito de gol a Javier Ramos e Ignacio Sánchez. Después llegó otra buena acción por intermedio de Adrián Kees, pero fue en medio de una confusión generalizada del Rojo que no encontró respuestas ni futbolísticas ni anímicas.

En ese momento, Roca ganaba en Río Gallegos y durante unos 10/15 minutos, el equipo neuquino estuvo afuera de la segunda fase.

Por eso, fue al frente. Lizaso volvió a probar desde lejos, entró Patricio Panei y hubo cuatro puntas en cancha, pero nada de nada. En ataque, el Rojo fue muy desordenado y Huracán, ya clasificado antes del pitazo inicial, estaba tranquilo, con todo a favor.

El empate llegó....pero fue del Xenezie y en Río Gallegos. Independiente nunca encontró la fórmula para alcanzar el 1-1 y, de hecho, la última clara-clara fue del 11 de Orlando Portalau, cuando Diego Rubilar no pudo con Peralta.

La tranquilidad se hizo presente cuando se enteraron del 2-1 en Santa Cruz, pero el festejo fue mesurado. Todos saben que hay que mejorar si el objetivo es seguir con vida. (AN)



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